Según la información estadística brindada por el Grupo de Investigaciones Judiciales se han relevado más de 20.000 de casos de ciberacoso sexual a niños, niñas y adolescentes,  desde 2012. Entre 2013 y 2015 el aumento fue del 1600%. A su vez sorprende el avance del fenómeno durante el año pasado, por ejemplo sólo en septiembre de 2016 se iniciaron 447 causas.

Al respecto el diputado Depierro señaló que "el crecimiento sostenido de los casos de grooming en los últimos cuatro años hace indispensable la puesta en marcha de los mecanismos definidos por la ley de prevención que votamos a fines del año pasado."

La ley de prevención del grooming fue impulsada por el diputado Depierro y votada en diciembre de 2016. Contó con la colaboración y el apoyo de distintos referentes de la oposición y del oficialismo lo que permitió consensuar una norma que abarca a las instituciones educativas de gestión pública o privada en los niveles privados y secundarios.

Si bien la norma sufrió una serie de modificaciones y recortes en el proceso de negociación y votación en la Legislatura, no deja de representar un avance notable en la lucha contra esta forma de acoso sexual. De acuerdo a lo planteado por su impulsor "El derecho penal llega siempre tarde porque reprime un hecho que ya fue consumado, por lo que resulta imprescindible contar con  herramientas para prevenir el ciberacoso". 

Las estadísticas parecen confirmar esta postura. La ley que penaliza el grooming está vigente desde 2012. Sin embargo, la incidencia del delito parece incrementarse de forma cada vez más acelerada. Por ello, es necesario que la acción del estado desde las escuelas se oriente inmediatamente a la educación de los chicos y sus familias en las acciones que debemos desarrollar para prevenirlo.

En esta problemática los padres deben tener un rol central informándose y prestando mayor atención a sus hijos. También deben dotarse de las herramientas necesarias, ya que por una cuestión generacional en muchos casos los adultos no son usuarios nativos de estas tecnologías y desconocen la dinámica de estas redes sociales.

Por el lado de los chicos tienen que saber que hay formas de obtener ayuda y que entiendan que ante un error o descuido que haya puesto en riesgo su privacidad lo peor que puede hacerse es seguir sometiéndose a los pedidos del acosador. La única forma de no salir de un pozo es seguir cavando. Es necesario que los adolescentes entiendan que las personas que conocen a través de internet pueden no ser quienes dicen, y que el haber pasado el filtro de un conocido no lo convierte en una persona de confianza por tener un contacto en común.

De estas situaciones se sale fomentando el criterio y el sentido común de los chicos, explicándoles que hay salidas antes de que se profundice el problema, que hay a quienes recurrir en caso de que se encuentren extorsionados por alguna actividad que hayan hecho pública en internet y para eso es necesario que sepan a donde recurrir de inmediato para protegerlos.

El rol del estado, a través de la escuela, para todas estas tareas es fundamental ya que es, después del hogar, el lugar donde los jóvenes pasan más tiempo. Hay que capacitar y dotar de herramientas a los docentes para que vuelvan a ser una figura de confianza donde acudir en aquellos casos donde los chicos se ven desbordados por una extorsión. Ya existe, desde diciembre de 2016, una herramienta para comenzar a recorrer el camino de retorno en esta escalada creciente del acoso sexual a menores en redes. Ahora depende del gobierno de la Ciudad disponer las medidas para que ello ocurra.