Bonaerenses por el mundo Cyberjaya, la ciudad nueva de Malasia
Por Patricio Cardozo de Mar del Plata
Hacia el final de mi licenciatura elegí como tema de tesis "el desarrollo de la comunidad china en Argentina", la cual constaba de un análisis cuantitativo del desarrollo económico de dicha comunidad en el país. Para realizarlo tuve que estudiar el material pre existente sobre la adaptación de dicha diáspora en otros países. En ese ejercicio me interioricé del sudeste asiático, ya que es la mayor área de concentración de esa población fuera de China continental. Fue tal mi interés que decidí que tenía que vivir en alguno de esos países. Por este motivo empecé a trabajar en una multinacional americana, bajo la promesa de que luego de un año podrían trasladarme.
Luego de un año y medio, y ante la baja probabilidad de que pudiera irme, empecé a buscar trabajos en esos países desde Argentina. Para ese motivo utilice la plataforma de AIESEC, una ONG en la cual había trabajado como voluntario durante mis años de estudiante. Me postulé a distintos trabajos en Malasia, Indonesia, Corea, Vietnam, Taiwán y otros lugares. Luego de varias entrevistas recibí una oferta interesante para trabajar en una universidad malaya para estar a cargo de las relaciones bilaterales con países de América Latina, por lo cual en noviembre de 2013 me mudé oficialmente a Cyberjaya, Malasia.
La ciudad es bastante particular incluso dentro de Malasia, ya que fue enteramente planificada con un fin muy particular, ser el polo tecnológico del país. A mediados de la década del 90 el gobierno malayo tomó esta iniciativa y designó un área del Estado de Selangor (una especie de provincia de Buenos Aires) como el lugar donde se establecería la ciudad, y a fines de la misma década se realizó la fundación de la misma.
En esta ciudad ubicada a 25 kilómetros de Kuala Lumpur, dado los beneficios impositivos, está mayormente poblada por empresas relacionadas a sistemas (grandes multinacionales y start-ups) y universidades, sumadas a los edificios de departamentos, clínicas, restaurantes y todas las áreas soporte de la ciudad. Al ser un lugar con menos de veinte años de existencia y debido a su intensa planificación, es evidente el grado de eficiencia que tiene, tanto en la forma en la cual están distribuidas las áreas, la infraestructura vial y de telecomunicaciones.
Como un incentivo extra para que este tipo de empresas se establezcan en Cyberjaya, el gobierno implementó un marco legal especial que le permite a las mismas contratar la cantidad de mano de obra calificada extranjera que quieran. Por este motivo en particular, lo más llamativo de la ciudad es que la mayoría de los habitantes no son malayos, siendo los grupos más grandes del sudeste asiático y medio oriente. La mayor diferencia con Argentina ciertamente radica en la gente, esa particular mezcla entre malayos y extranjeros no occidentales.
Nuestro país está caracterizado por ser altamente homogéneo en cuanto a su población, todos hablamos español, somos mayoritariamente descendientes de españoles e italianos y en líneas generales somos cristianos. Nada de eso ocurre aquí.
En cuanto la población nativa hay que hacer una diferenciación entre "malayo" y "malasio" (en inglés es Malay y Malaysian, no estoy muy seguro de cuál es la traducción de cada uno al español). Los malayos son todos aquellos que porten un pasaporte de Malasia. Dentro de la comunidad local hay tres grandes grupos. El 60% son de la etnia malasia, hablan Bahasa Malayu y son musulmanes. El 25% son étnicamente chinos, hablan mandarín y son budistas. El 15% son étnicamente indios (del sur de India), hablan Tamil y son hinduistas. De los dos grupos minoritarios hay minorías cristianas, mayoritariamente protestantes.
Dadas las diferencias anteriormente mencionadas, la educación es en inglés y el idioma se usa como moneda corriente para la comunicación entre locales, por lo que la población entera es mínimamente bilingüe.
A este escenario ya de por sí multicultural se le suma la población extranjera, mayoritariamente constituida por personas de Medio Oriente (sobre todo de Siria, dada la situación actual en ese país), Sudeste Asiático (Indonesia, Vietnam, Camboya, etc.), Asia Central (Kazajistán, Turkmenistán, Tayikistán, etc.) y África (tanto de países árabes del norte como subsaharianos).
En cuanto a características macroeconómicas, Malasia ha crecido a un ritmo sostenido desde su independencia en la década del 50, con una breve excepción durante la crisis asiática a fines de la década del 90. El plan del gobierno es ser un país desarrollado para el año 2020, y si bien están un poco lejos de lograrlo para ese período, seguramente consigan ese estatus un poco más adelante.
Como consecuencia de una democracia poco competitiva (llamativamente el mismo partido político ha ganado todas las elecciones desde la independencia del país), se ven muchas políticas de Estado a 20 o 30 años, lo cual produce una proyección a largo plazo que evidencia progresos sustanciales (a diferencia de Argentina donde cada presidente que asume lo hace con aires refundacionales).
Un dato no menor de la sociedad malaya es un concepto que se mantiene llamado Bumiputera . Esta palabra se traduce del idioma malayo como hijos de la tierra , que engloba al 60% malasia, más algunas minorías de pueblos originarios. Llevado a la práctica esto implica varios privilegios legales para este grupo, tales como privilegios para los cupos en universidades públicas, menores impuestos en ciertas áreas, la posibilidad exclusiva de trabajar en ciertas áreas gubernamentales, etc. Esta situación genera una tensión social palpable entre las comunidades chinas e indias, que con mucha razón se preguntan por qué son tratados como ciudadanos de segunda en su propio país.
En términos laborales Malasia se encuentra -hace varios años- en un apogeo general, dado que por el progreso y crecimiento del país, constantemente genera una demanda laboral que el mercado local no puede satisfacer. Desde esa perspectiva es relativamente accesible -tanto para locales como para extranjeros- conseguir un buen trabajo y ascender socialmente.
Ser argentino en Cyberjaya
En dicho contexto, ser argentino siempre llama la atención y como cualquier cuestión novedosa incita la curiosidad de la gente. Algo que me sorprendió mucho cuando llegué es que cada vez que decía de dónde venía las personas me decían "te invito a tomar un café, quiero saber más de tu país". Obviamente lo primero que viene a la mente de las personas acá son temas relacionados con el fútbol, y llamativamente con series de Cris Morena (aparentemente también es un producto de exportación).
Una anécdota de la cual nunca me voy a olvidar se dio hace un par de años cuando un amigo de Bangladesh me presentó a uno de sus coterráneos. Cuando le comenté que era argentino esta persona se fascinó y me dijo que su sueño era conocer Buenos Aires. Dada la dinámica a la que estaba acostumbrado asumí que era porque era un gran fan de Messi o Maradona, pero me llevé una gran sorpresa cuando me dijo que no le gustaba el fútbol. Sintiéndome un poco avergonzado por el preconcepto que había tenido le pregunté de dónde salía ese interés tan particular por nuestro país.
Mi nuevo amigo me dijo que en la década del 90 -cuando él era aún un niño- su familia se tuvo que exiliar en Francia. Su padre economista empezó a trabajar de albañil en Burdeos, y su madre abogada de empleada doméstica. Aparentemente la sociedad no los recibió de la mejor manera, y esté joven bengalí tuvo una infancia dura, sin muchos amigos. En ese contexto me comentó que sus momentos más felices habían sido a la salida de la escuela, cuando podía ir a su casa y sumergirse en la lectura de Borges y Cortázar con los libros traducidos al francés que podía sacar de la biblioteca de su colegio.
Con una sonrisa de oreja a oreja me comentaba de los mundos fantásticos que había leído, llenos de bibliotecas hexagonales, viajes al sur que nunca terminaban, y la historia de unos chicos que escuchaban cómo alguien entraba a su casa y se tenían que recluir en distintos lugares para luego irse y arrojar la llave.