Vivo en Oslo hace 2 años. Al principio cuando llegué no sabía si era mi lugar exacto para vivir. Oslo es una ciudad donde no existe el tráfico, autopistas, carteles luminosos, edificios gigantes y todas esas cosas que yo tenía por default en la cabeza de una gran ciudad y en especial, la capital de un país del primer mundo.

La ciudad en modo turista es posible recorrerla entera en dos días. Se puede pasear por la zona de Aker Brygge que es lo más similar a Puerto Madero y Costanera con los barcos buses que te transportan a las islas cercanas donde varios locales viven.

A su lado está Gamlebyen (Ciudad Vieja) donde se encuentran las ruinas medievales y la opera de Oslo que su diseño es una pieza que maravilla a la ciudad. También de ahí a tres minutos caminando se puede pasear por el castillo del rey, y siguiendo el tour caminando se llega hasta la fortaleza de Akerhus. La parte del distrito económico es muy pequeña pero con una vista maravillosa de diseños innovadores en la arquitectura de los edificios. Llegando al barrio de Grunnerløkka, que son pocas cuadras de una especie de Palermo donde sería la zona hipster rodeada de parques, en verano uno se puede juntar con amigos a asar salchichas y pasar todo el día ahí. La ciudad es rica en naturaleza, a medida que uno emprende a caminar se encuentra con colinas y ríos lo cual hace que la mayor parte de los noruegos elijan un outfit deportivo a la hora de salir.

Mientras que, en la vida cotidiana se lleva más tiempo adaptarse a la cultura noruega, ya sea en comida, amigos, salidas y trabajo.

El sistema noruego tiene rigurosos impuestos a todo lo que sea poco saludable, haciéndolo un poco apagado, por ejemplo, a la hora de comprar comida. Todos los productos de necesidad básica, si bien en comparación con la moneda argentina son caros, en relación con el salario noruego lo hacen muy accesible. El gobierno tiene el control total de la venta de alcohol. Ellos se encargan de manejar los Vinmonopolet (Monopolio del vino) donde la bebida se vende a precios elevados por los impuestos que le colocan. También los cigarrillos tienen impuestos muy altos con el motivo de desmoralizar el consumo. Sucede además, en bares, que si uno bebe más de lo normal le piden que se vaya o se tome unos vasos de agua para bajar el alcohol. Pocas veces hay algún desaforado en un bar, donde en comparación con Buenos Aires es algo cotidiano ver borrachos en un bar divirtiéndose.

Esto logra que también a la hora de salir de Noruega ya sea en barco o en avión a cualquier parte, haga que cuando se vuelve al país, compremos en el free shop bebidas alcohólicas y tabaco para no tener que comprarlas en Oslo. Es así que desde que estoy viviendo en Oslo me olvidé un poco de los asados, milanesas, pizza, helado y vino en la semana. Sin embargo modifiqué mi dieta al consumir en el desayuno huevos duros con caviar noruego y almorzar y cenar siempre una variedad de pescados pensando siempre que mi nutrición, el Omega 3 y las proteínas, me va a ayudar a combatir el crudo invierno& Antes para mí, nutrición era comer un plato de spaghetti.

En primavera y verano las calles de Oslo abundan de flores y vegetación. Toda la gente está la mayor parte del tiempo fuera de sus casas e inclusive hasta altas horas ya que el sol se va a eso de las 12 de la noche. Cuando llegan los días de invierno donde el sol se va a las 4pm y las temperaturas pueden ir a - 15 grados cambia todo. La falta de luz solar marca la llamada Depresión invernal, la cual parece que les afecta a todos. La melancolía ataca junto con la irritabilidad, y si uno no se mantiene continuo con las actividades cotidianas como entrenamiento deportivo, juntada con amigos o trabajo, todo se va a pique. Y como siempre que llovió paro, una vez que el invierno pasa y llega la primavera, se siente como que Oslo se destapa y la gente sale a la luz otra vez. Es un tire y afloje cíclico. 

Los noruegos están acostumbrados a no ser tan apegados con la familia y a tener independencia de ellos, lo que en nuestra cultura, que es más italianesca , nos choca mucho no pasar tanto tiempo con los nuestros. Sin embargo, en Noruega las nuevas generaciones tienen el poder de elegir lo que quieran de su vida y desarrollarse en un ambiente social que incluye. 

Todo este escrito es desde el punto de vista de un simple ciudadano de los pagos de Morón que le tocó de paso estar unos años en Oslo. A la larga, si bien parece raro o muy diferente, uno toma lo mejor de cada lugar y aprecia lo bueno.