Karlsruhe es una ciudad ubicada en el suroeste de Alemania, a 15 kilómetros de la frontera con Francia. En el centro, se encuentra un palacio, uno de los más jóvenes del país, con apenas 300 años de antigüedad y, alrededor de él, ha crecido Karlsruhe. Fue una de las ciudades que presentó mayor oposición al nazismo.

Si pudiéramos ver esta ciudad desde el aire notaríamos cómo las calles irradian desde el palacio, simulando ser un sol, o un abanico.

Al llegar acá hace un año tuve un shock cultural. Lo que más me impactó fue que los alemanes no entablan un "Smalltalk" cada uno está en su mundo. Al subir a un ascensor nadie habla sobre el clima, no miran si sos extranjero o no, no te consultan a que piso vas, y no te saludan al bajar. Por este motivo creo que son considerados "fríos"; pero una vez que se inicia una conversación con ellos son muy amables, interesantes y abiertos.

Karlsruhe es una ciudad bicicletera. Al andar, uno va escuchando diferentes acentos, idiomas y observando diferentes culturas, todas producto de la gran cantidad de inmigrantes que recibió Alemania en los últimos diez años.

¿Qué tenés ganas de comer hoy? Acá encontrás comida turca, india, vietnamita, mexicana, árabe y hasta afgana. La variedad culinaria es inmensa, pero, al ser Karlsruhe una ciudad de estudiantes, se hace difícil conseguir un lugar para cenar si es más tarde que las 20 horas.

Me llevó un tiempo lograr acostumbrarme al cambio de horario los fines de semana se sale alrededor de las 20.30 horas y aproximadamente a las 02.30 ya está todo cerrado.

Lo interesante de este lugar, es que si uno quiere encontrar un lugar tranquilo y con mucha naturaleza agarra su bicicleta y en diez minutos encuentra un parque grande con vista al río; o bien, si uno tiene ganas de ir a un lugar más concurrido, puede ir al centro donde siempre hay gente (exceptuando los domingos, que está todo cerrado). O simplemente, si estás aburrido podes acercarte a un puesto donde tomás prestado un libro, y lo devolvés al terminarlo, sin necesidad de ningún trámite burocrático.

La mayoría de la población está formada por jóvenes que encontraron una posibilidad para estudiar, ya que, a diferencia de muchos países, la educación acá es pública y gratuita. Como una de las universidades más reconocidas, encontramos a KIT (Karlsruher Institut für Technologie), siendo también el centro de investigación más grande de Alemania y muy concurrida por asiáticos.

El verano convierte a Karlsruhe en una ciudad verde, florecida, soleada y muy agradable. Durante el día los parques se llenan de gente haciendo deporte o tomando cerveza, sin importar que día u hora sea. El sol se oculta a las 21.30 horas, dejándote disfrutar del calor, que pocas veces llega a ser agobiante.

Cuando el invierno se aproxima, todos ansían que llegue diciembre, donde las calles se llenan de música, luces y se abre el mercado navideño, en el cual se puede ir a hacerle la contra al frío tomando un tradicional Glühwein (una especie de vino caliente, pero con un sabor más frutal y dulce). Cuando las fechas festivas terminan, la ciudad se torna un tanto depresiva, oscureciendo a las 16.30 horas y, de vez en cuando, tiñéndose de nieve.