Harta de la forma en que se trata a la veterinaria de campo en Argentina y de los sueldos miserables para la profesión, decidí salir sin tener un peso ahorrado. Entre varios países opté por Nueva Zelanda. Armé un plan de viaje y de vida con alternativa A B C D y E por si fallaba, pero fracasó de todas formas bajo circunstancias en las que nunca me hubiera imaginado. Dejé que mi vida estructurada y organizada quedara librada al azar y las cosas se fueron dando de una forma muy extraña pero favorable.

Pasé de tener visa de estudiante, a visa de turista, a variation of condition, seasonal visa, work permit visa y ahora estoy por aplicar como partner visa. Sigo con la idea de encontrarle la vuelta para ejercer y llegar a la residencia. Vine como estudiante de inglés, paseé muy poco como mochilera para conocer, hice packing y picking, hice el intento de encontrarle la vuelta para poder ejercer pero hoy en día trabajo de cualquier puesto que me permita estar en el campo.

Me convertí en madre por un hermoso incidente que ni por las tapas estaba planeado en mi vida, trabajé embarazada acarreando baldes de leche para los terneros hasta el día del parto y ahora soy reciente mamá con una hermosa nena, adaptándome a la vida de ama de casa, asombrada de cómo pasó todo esto tan rápido, pero feliz a la vez de lo que tengo y me rodea; viviendo en una zona ventosa y fría de tambos al sur de la isla sur con mi pareja que conocí hace un año atrás de casualidad en una feria rural local entre tractores y stands.

Vivimos y trabajamos en el campo, en un tambo a 5 minutos de Clydevale (un par de casas, el taller del viejo Dunlop, una escuelita, una veterinaria y un pub) lo que para la jerga conocida sería "un paraje". Éste pertenece a Balclutha, un pueblo un poco más conocido al sur-este de Otago (región sur de la Isla Sur de Nueva Zelanda).

Si bien Clydevale parece solo unas casitas, al cruzar uno de los puentes del majestuoso río Clutha,  cuenta con un paisaje y vista envidiable por estar ubicado en un punto bajo del valle, lo que se conoce en la zona como Clutha Valley. Quienes perseveren viviendo acá serán castigados con días de cuatro estaciones con amplitudes térmicas realmente increíbles, donde no valen los planes de pesca o de picnic; ni tortas fritas adentro de la casa, ya que probablemente al terminar de cocinarlas iras afuera a comerlas y tendrás que entrar al rato porque el viento se lleva la yerba del mate que cambiaste. Es un lugar donde en días de verano aun sigues abrigado y en días de invierno tendrás -8 grados centígrados con viento que te hará llorar al ir a buscar las vacas a las 4am para el ordeñe.

Pero serás premiado con amaneceres en tonalidades entre violeta y rojo que jamás olvidarás, y unos atardeceres que te dejarán ver entre las nubes que andan, unas tonalidades diferentes en cada loma de pasto que quieres divisar hasta donde la vista te permita, teniendo como tope las majestuosas Blue Mountain. Aquí es donde el backpacker no quiere venir, donde el que se cree más campero aguanta unos meses y se va, inclusive aquellos nativos nacidos en la zona hartos del clima venden sus tierras para irse aunque sea un poco más al norte donde ya este microclima no está.