Hace siete meses que recorro Europa sumergiéndome en cada sitio que visito, conociendo personas, aprendiendo sobre lo típico de cada lugar y elegí pasar la Navidad en París para compartirla con una amiga que vive acá.
 
Camino por París y observo cómo el invierno desnudó cada árbol, dejándole apenas unas pocas hojas colgando. En muchas de las calles no vi ningún decorado navideño, sólo quedé envuelta en las fachadas marrón tenue que caracterizan a esta ciudad. Las boutiques y negocios se esmeran e invierten mucho en la estética navideña dejando en claro que París es la ciudad de la moda, desde un pequeño local hasta Galeries Lafayette que este año decidió sólo adornar su interior; pero, como cada vez, no deja de sorprender el esplendor de semejante obra de arte, en un pino gigante y adornado; sí, la Galeries Lafayette siempre brilla, y hoy más que nunca.
 
Entre la Place de la Concorde y el Arc de Triomphe, me encontré con el famoso mercado navideño, una serie de puestos de madera blancos, también ambientados para esta fecha, y en los cuales se puede encontrar ropa, comida y artesanías, pero algo típico es el vino caliente. Se cocina un vino tinto especial, con algún condimento como canela, anís, cascara de naranja entre otros. Sentir el olor a vino caliente en el mercado es algo típico de la Navidad parisina. Por otro lado, los pinos que se venden (el famoso arbolito de Navidad) son pinos naturales y no de plástico, se les hace una base de madera y sólo sirven para un año porque se secan.
 
También en las calles de París encontré pistas de patinaje sobre hielo (artificiales), hay varias en distintos sitios y la más grande se encuentra en el Grand Palais (considerada la más grande de Europa). Si bien acá la Navidad es en invierno, no hay nieve.
 
Los días previos a la Navidad, se ve muchísima gente en la calle haciendo compras, tanto de comida como de juguetes, ya que es la fiesta de los niños; en Francia no se festeja el día del niño, ni los niños reciben regalos en reyes, sólo para Papá Noel, por eso se ve esa inmensidad de personas realizando compras. Y como no puede ser de otra manera, en uno de los países más conocidos mundialmente por su gastronomía, las personas se esmeran mucho en el plato de Navidad.
 
Algunas de las comidas típicas son de entrada es casi obligatorio un foie gras, un producto hecho a base de hígado de pato o ganzo, no es considerado un paté; pero, para que se lo imaginen, se come con pan, y para esta fecha se elije uno de buena calidad. También, de entrada pueden ser ostras o algún otro fruto de mar. De plato principal, pavo o pato, que se pueden cocinar de diversas formas y luego no puede faltar una gran variedad de quesos en una mesa francesa, ya que se dice que los franceses tienen un queso para cada día del año, y se come luego del plato principal y antes del postre.
 
Y finalmente de postre, el famoso Bûche de Noel, que es una receta que tiene una forma alargada, como si fuera un tronco, y se puede conseguir de diversos sabores, con crema de chocolate, café, vainilla y por lo general decorado arriba. Tuve el privilegio de degustar la comida francesa, en especial lo típico de Navidad, y es un poco difícil describir con palabras, el sabor bien marcado y la calidad de la comida se siente en el paladar.
 
La Navidad en París se celebra con la familia, a diferencia del año nuevo que se hace entre amigos. Al igual que en Argentina se festeja la noche  del 24 y la Navidad al mediodía del 25. Y obviamente las misas, tanto el 24 por la noche cómo el 25 en las innumerables iglesias que hay en París, siendo la más famosa Notre Dame. En este caso la Torre Eiffel, deja de ser un poco la protagonista de París y toman preponderancia las iglesias con sus pesebres. ¡Feliz Navidad!