En 2014 llegué a Berlín, en parte por una oportunidad de trabajo en una universidad alemana y en parte en busca de ese "gustito" que te deja el hecho de conocer nuevas culturas, vivir nuevas experiencias y hacer amigos. No voy a negar que en un principio fue bastante duro y hasta brusco, debido a la burocracia alemana y los interminables turnos para sacar permisos, tramitar visas y la odisea de conseguir vivienda. En una ciudad como Berlin,  "the place to be" como reza su slogan, todo puede resultar dramático, cómico y absurdo al mismo tiempo.

Esta es la ciudad de los contrastes, o así me gusta verla a mi, donde barrios como Kreuzberg pueden resultar una maravillosa experiencia culinaria en la vibrante Bergmannstraße o una experiencia casi traumática en la descontrolada Kottbusser Tor. Un poco más al oeste, la siempre brillante y ostentosa Ku´damm con su popular "KDW", el centro de compras por excelencia o la gloriosa Friedrischstraße con sus galerias de lujo y , solo a unos pasos los Obdachlosse o "los sin techo". Y más al sur, los barrios más conservadores como Steglitz o Zehlendorf que contrastan con la idiosincracia de las nuevas generaciones que viven principalmente en las zonas más "hipsters" como Prenzlauer Berg o Neükolln.

Es, debido a esos contrastes, una ciudad dificil de definir o catalogar. La idea que uno se hace de los alemanes y de Alemania en general, es bastante opuesta a la que se encuentra en Berlin. La diversidad de culturas e idiomas a hecho de esta una de las ciudades más cosmopolitas y con mayor crecimiento en las últimas décadas. Pero sin dudas es una ciudad que impresiona, de esas que se quedan grabada en la piel. Quien la conoció quiere volver, quien vino por poco tiempo quiere quedarse y quien no la visitó, tiene que ponerla en su lista.

Mi consejo para quienes quieran visitarla es que en verano no se pierdan los bares (Biergarten) y restaurantes con terraza como el Freischwimmer a la vera del canal Landwehr, los parques con sus mercados de pulgas (Flohmarkt) y los lagos, con algo que los argentinos no estamos acostumbrados, la cultura FKK "nudista". En esta época se la puede recorrer facilmente en bici y parar en cada esquina para experimentar la cocina multicultural, desde el Dönner Kebab (un plato que surgió de la comunidad turca en Berlin) hasta la más sofisticada cocina francesa, todo está en esta ciudad.

Para quienes prefieran el invierno, los meses de noviembre y diciembre son para mí los más lindos porque se puede respirar el espíritu navideño en los mercados, junto a un Glühwein o "vino dulce caliente", la Currywurst  "salchicha típica de Berlin" y sus Lebkuchen, unas galletitas de jenjibre con nueces y una gran variedad de especias. Podría seguir con una lista interminable de consejos, como museos, monumentos y edificios por conocer, pero sería interminable.

En definitiva, la impresión que quiero transmitir es que Berlin es una ciudad que no pasa desapercibida, no es una más en la lista de ciudades visitadas. Berlin se te impregna y es hasta adictiva. Berlin tiene historia, una que apasiona e impacta, tiene vida nocturna, tiene naturaleza y reláx, tiene todo y mucho más por descubrir.