Los últimos acontecimientos ponen en el tapete que la forma en que vivimos desde hace 40 años en el mundo, no va. El virus demuestra que el neoliberalismo, capitalismo o -para que se entienda-, la forma de vivir que tenemos, no puede garantizar la vida de la humanidad. No podía antes, en el día a día, con las guerras y el hambre; y no puede ahora, con la pandemia.

Números inabarcables 

Desde su origen, el coronavirus nos muestra estadísticas demenciales de infectados, muertos, capacidad de contagio, la cantidad de países, los enfermos que se recuperaron, los números de la economía mundial a la baja, la industria que se desacelera; y en el medio, la vida de todxs. Números inalcanzables que nos dicen que debemos evitar el contacto para evitar contagiarnos y esparcir el virus. Una sociedad que realiza el sueño del neoliberalismo más abstractamente económico: individuos aislados, interactuando lo menos posible entre ellos. ¿Ésta es la sociedad que soñaron los que nos precedieron? Donde los abuelos no pueden ver a sus hijos y sus nietos, y cada uno debe resolver como puede sus asuntos. ¿No era un poco así la sociedad a la que estábamos yendo sin compromisos comunitarios de ningún tipo? Lentamente, los números del virus, nos empujan a darnos cuenta que así estábamos viviendo, y que esto así no va. Contradictorio, porque lo que hacemos para vencer a la enfermedad, no es lo que tenemos que hacer para crear una sociedad distinta.

La subestimación de los poderosos

“Nosotros que tenemos tanto, que controlamos las mayores riquezas planetarias, ¿cómo nos vamos a sentir amenazados frente a un virus de orientales?”, como alguna frase de los colonialistas de principio de siglo XX, o de fines del siglo XX o principios de XXI. Tanto los europeos, como los norteamericanos, reaccionaron de la misma forma. Hasta los más estrictamente racionales, como los alemanes, no pudieron evitar la imagen, la sensación, el sentimiento de “es cosa de chinos”. Pues, si el virus rompe objetivamente lo comunitario, lo común, también democratiza de una forma abrumadora a la sociedad. El virus contagia a todxs. A los países ricos y a los países pobres, a los trabajadores y a los empresarios. Y si bien parece que las desigualdades se mantienen respecto a las condiciones del aislamiento y de tratamiento, el virus parece ser más contundente que las distancias sociales. Si la riqueza ya no garantiza nada, harán falta otras formas de organizar a la sociedad que prioricen otras cosas que el enriquecimiento individual. Si el virus ataca a todxs, todxs tenemos que estar en la misma trinchera para defendernos.

El Estado y algo más 

Por los últimos datos, parecería que la sociedad y el Estado chino pudieron vencer a la pandemia, después de mucho padecimiento. En principio el eje de China como sociedad, no es el enriquecimiento ilimitado de una clase social. Por supuesto que el sistema promueve ese enriquecimiento, pero a la vez garantiza que la sociedad pueda crecer, mejorar sus condiciones de vida y enfrente a la pandemia. “El columnista parece haberse convertido en un panegirista del régimen chino”, afirmarían algunos periodistas hegemónicos que no quieren sacar conclusiones de lo que está atravesando “la humanidad” (entre comillas, porque creemos que ese concepto abstracto, genérico, generalizador: humanidad, nunca existió). Lo que decimos, es que los chinos se integraron al mundo a su forma, respetando lo que son y priorizando a las mayorías, por sobre la minorías enriquecidas. Por eso vencieron al virus, porque no tuvieron prurito en abrazar formulas “capitalistas siendo “comunistas”. Quien aquí escribe solo pretende, que los argentinos y los latinoamericanos hagamos lo mismo, no tengamos miedo de hacer lo que hay que hacer. Si nuestras sociedades desvencijadas,  no pueden resolver nuestros padecimientos, quizás el rol del Estado y de la fragmentada sociedad civil, tendría que tomar más protagonismo en gestionar más recursos esenciales y controlar más el funcionamiento poco vital del mercado.

Coronavirus y Neoliberalismo

La piel de la serpiente

Leopoldo Marechal en su libro Megafón, nos dice que el país es como la serpiente, necesita cambiar su piel vieja. Durante años, la necesidad de supervivencia en nuestro país, plagado de privilegios e injusticias, nos hizo meternos para adentro, alimentando el enano neoliberal, potenciados por medios y especialistas interesados. (Decimos interesados porque muchos de ellos no creen lo que dicen, solo dicen para vivir: mejores condiciones de vida).  Así, se fortalecía la imagen que solos, con nuestras redes sociales (familia, amigos, etc.) podemos vivir bien con nuestro esfuerzo, sin que importe el Estado, el resto de la comunidad, y  nuestros países hermanos. Solx, solitx y solx podíamos vivir mejor, sin importar nuestro contexto. El virus resalta nuestra parte comunitaria. No en la práctica que la niega aislándonos, sino en la necesidad de coordinar nuestras acciones, conjuntamente con las del Estado. Si no actuamos, el Estado es impotente, si el Estado no actúa, nuestro aislamiento está condenado al fracaso, y a la muerte de millones. El virus nos muestra el egoísmo de los que más tienen, que quiebran reglas, que aumentan precios, que quieren hacer solo lo que le place a ellos.

“Los hombre son buenos, pero si se los vigila son mejores”, resuena la frase del General Perón, que quizás necesite ser reformulada a: “los ricos son buenos pero si se los vigila son mejores”. No se niega abstractamente la presencia de individuos con éxitos económicos, lo que hacemos desde aquí, es que como máximo debemos pensar si así como se manejaron hasta hoy, nos sirve a todxs los argentinos, como mínimo que ellos pueden aportar a la economía, en este momento de párate. Y cuando decimos Todxs, son todxs, tan democrático como el virus, todxs. 

Alberto: “Primero es la salud, más que la economía”

El presidente sabiendo lo difícil de la situación, se animó al aislamiento social obligatorio. Parar todo, que cada uno se quede en su casa, y que el virus no se esparza en la sociedad. No es que la Argentina esté en condiciones económicas de afrontar este párate, así como está organizada hoy en día. Como en el mundo, seguramente tendremos que reorganizarnos, siguiendo el ejemplo de la entrega de los empleados del sistema de salud, siguiendo el ejemplo de la coordinación estatal gestionando activamente la salud, interviniendo en la economía, produciendo y controlando. Es decir, el compromiso de los argentinos y de su Estado para salir de la pandemia; pero también para salir de la situación económico social como legado de los gobiernos neoliberales que gobernaron la Argentina en el 76, 89, 99 y 16: Más Estado y más organización de la sociedad. Así parece direccionarse nuestro presidente

 *Licenciado en Sociología, Doctorando en Ciencias Sociales, Docente de la UBA y la UNDAV. Coordinador de Grupo de Estudios sobre Marxismo e Historia Argentina en el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe. Integrante del Centro de Estudios Nacionales y Sociales Arturo Jauretche. Columnista en Rompiendo Moldes, AM 530 Somos Radio. Twitter:@Pablolopezfiori