Mucho se habla de gradualismo o shock en el cambio de patrón de acumulación, pero nunca se aborda este debate con seriedad. (No me gusta hablar de modelos en general porque implica una copia, y eso nunca es exacto, tiene más sentido hablar de proyectos políticos, pero como la palabra modelo se entiende en un segundo, seguiré usándola, en este caso como sinónimo de patrón de acumulación.)

No se trata aquí de hacer un tratado, sólo quedarme un poco en la discusión conceptual. Antes que nada, comentar que la nominalidad tiene que ver con una mirada aislada de precios y variables, sin un análisis de conjunto, que dé contexto. Por ejemplo, un salario nominal puede aumentar un 36% pero si la inflación se ubica en 41% el salario en realidad bajó 3,55% real. Esto puede complejizarse, afinarse, especificarse, sectorializarse, analizarse por grupos de consumo, etc., pero con que la idea esté entendida, estamos.

Cuando hablamos de gradualismo o shock debemos primero que nada, caracterizar el cambio. Porque no se trata de una profundización de nada de lo que había antes, que sería un particular gradualismo o shock hacía más de lo mismo. Está claro que se trata de un cambio, no de una profundización no hay nada que esté más regulado que en 2015. Y menos regulado fortalece a los sectores y eslabones más fuertes. En el caso argentino, eso significa el fortalecimiento de la banca extranjera, el campo, las mineras y algunas multinacionales con usuarios cautivos (de servicios, por ejemplo de energía).

Si definimos a los ganadores del modelo, al interior de la cúpula del capital como a los sectores más transnacionalizados del mismo, y menos vinculados a bienes transables dentro del mismo, tendríamos que los conductores del actual bloque de poder, el sector que hegemoniza el nuevo modelo está sobre todo vinculado a las agroexportaciones, a la banca extranjera y a ciertas multinacionales (en principio de la energía, pero también a otras).

Bueno, un shock o un gradualismo es hacia algún lado. Si estamos yendo hacía a una valorización financiera, que se integra con tipo de cambio apreciado, endeudamiento público (que ayuda a apreciar el peso y mantiene las tasas positivas en dólares, más allá de la devaluación del peso ocurrida desde mediados de mayo del orden del 5%, y compensada en su pérdida del juego del carry trade para ciertos bancos con colocaciones de deuda) y fuga de capitales, ¿qué variable está yendo lento hacía ahí? La confusión es nominal.

Que no haya una devaluación fuerte de vuelta no es gradualismo, sino que es el camino posible hacia otro lado valorización, deuda, fuga, ajuste público y tipo de cambio apreciado. Este modelo genera un alto desempleo pero no un gran perjuicio sobre el poder adquisitivo del salario (aunque sí reduce notablemente el volumen salarial del conjunto y el mercado interno y el derrame sobre la informalidad). Este modelo en principio puede confundir, pero no debería.

A este marco de ideas, sumemos que Dujovne reconoció que a la Argentina le prestan porque la deuda sobre PBI, externa con privados, es muy baja. La verdadera herencia "La deuda externa de la Argentina con privados, representa un 26% del PBI, es una de las más bajas del mundo", dijo Dujovne en lo de Fantino hace pocos días.

Además el ministro comunicador señaló que el 75% de la deuda nueva es para cancelar deuda vieja. No sólo no es así en las proporciones, sino que además esa deuda vieja fue contraída entre otros por Sturzenegger, Cavallo, Melconían, Bein, Machinea, etcétera, durante el proceso de hiper endeudamiento que transcurrió entre 1977 y 2001, y todas estas personas son (¡casualidad!) amigas políticas del actual gobierno. 

Según un estudio del Centro Cepa, en realidad el porcentaje de vencimientos anteriores sobre nueva deuda emitida no supera, de máxima, el 55%. Pero es mucho menos si se toman los montos brutos actualizados de la deuda tomada por la actual gestión macrista, que superan los 90.000 millones de dólares (43,08%). 

De la ilusión nominal o de la mentira del gradualismo

La pregunta es si el gobierno se detendrá antes de ahogar el presupuesto público con excesos de deuda tóxica, que impliquen servicios de deuda que lastimen otros gastos e inversiones, en este caso sí habrá gradualismo. Pero por ahora no hay forma de saberlo, el camino parece ser a toda prisa hacía un esquema de especulación financiera, fuga de divisas, ingreso de divisas de portafolio, menor inversión extranjera en fierros y expulsión industrial. Si llegado un punto hay algún intento por promover algún tipo de industria, que lleva de suyo el crecimiento del mercado interno (por empleo y posterior nivel salarial) en ese caso podría decirse otra cosa, pero por ahora no.

Hasta acá, considerando el perfil de los Ceos en el gobierno, las empresas multinacionales favorecidas y a su vez los sectores productivos y trabajadores perjudicados, todo indica que se puede hablar de shock de deuda y apreciación del tipo de cambio, que despacito, va drenando la industria y disciplina sindicatos y sectores populares de manera regresiva. Así que cuidado, no hay que dejarse llevar por la ilusión nominal.