La cruel pandemia que nos asola, ha generado desorientación y miedos en todo el orbe. El imprevisto genocidio virósico, se encuentra hoy enfrentado por la ciencia y la tecnología de la humanidad en su conjunto, las Naciones, los Estados, las grandes metrópolis, han logrado alcanzar la valiosa vacuna deseada. Los dirigentes políticos, los amos de la riqueza, los líderes religiosos, dejaron de lado sus distintos intereses, ideas y pensamientos para enfrentar al enemigo impredecible, se abocaron a asegurar la salud universal y desarrollar el antídoto preventivo y sanador. Lo lograron, los miedos se van perdiendo y surgieron las tremendas diferencias sociales y económicas que va dejando como secuela la peste que entrampó al mundo. Surgen las miserias de la prepandemia y hoy la vacuna es la codicia de los poderosos y el deseo de los humanos.

La nueva herramienta de disputa, la vacuna, la poderosa defensora, se ramifica en su desarrollo y va generando situaciones fácticas que inciden en la economía, en la política y en lo cultural del desarrollo de la humanidad toda. Así cómo el hambre y la pobreza son internacionalmente comercializados, la vacuna también está expuesta a ser un producto materializado, alejado de su verdadero origen, la salud y la vida del ser humano.

En el plano del orden político, es el embrión del poder en la distribución de sus cualidades, quién más controle su reparto, más poder dominante habrá sobre comunidades de variadas clases sociales. La vacuna, en ésta óptica, está logrando modificar la distribución geopolítica de las naciones. Aparecen nuevas potencias regionales, nuevos hábitos imperiales, que van haciendo surgir una nueva cultura en la creación del mundo pospandemia.

Como en los tiempos de las cavernas, la vacuna será el elemento tecnológico, cómo lo fue la aparición del fuego, que permita un desarrollo en el desenvolvimiento de la raza humana. La vacuna, será cómo los distintos dioses en el surgimiento de las religiones, será adorada, codiciada y negada.

En nuestro país, la Vacuna adquiere una importancia superlativa cómo consecuencia de la atinada política sanitaria del actual Gobierno. En sus manos decentes y en los pies criminales de una oposición odiópata, está la batalla final del proceso electoral que se aproxima. La exitosa vacunación masiva lograda, hará que en el ciudadano aflore el agradecimiento. La vacuna podrá al fin, completar el ansiado quórum legislativo que elimine las corporaciones mediáticas y judiciales, el veneno centenario de los males argentinos.

Bienvenida la vacuna entonces, ese Becerro de Oro que adoramos primero, abusamos después y hoy busca su justo premio.

*Ciudadano ilustre de la ciudad de La Plata