Que los docentes hayan decidido no iniciar las clases tiene un trasfondo muy claro. Es el mismo que  hace que las movilizaciones sociales hayan aumentado en las últimas semanas, o que la central obrera haya decidido manifestarse. La raíz es económica y social hay un parate muy fuerte de la economía y a las familias realmente no le alcanza el dinero.

En este contexto, es muy difícil que los maestros puedan aceptar un 18 por ciento de aumento, no sólo porque el año pasado han tenido una pérdida de ingresos que ronda el 6%, sino porque, objetivamente, con eso no pueden compensar la inflación. 

Se trata de una negociación, además, que arrancó con un error grave del gobierno y que fue eliminar la paritaria nacional, ya que ese mecanismo tiene como fundamento dos tareas de suma importancia por un lado, establecer un salario mínimo para el conjunto de los docentes del país y, por el otro, generar un equilibrio. 

Antes de que existiera la paritaria nacional, un maestro en Jujuy ganaba mucho menos que uno de Cuyo o de la Patagonia. Que el Ministerio de Educación nacional se corriera de esa tarea, sin lugar a dudas, ayudó a complicar la situación.

Hay datos fehacientes sobre la baja en el consumo de leche, producto elemental en la canasta familiar,  como también son innegables los despidos o suspensiones laborales que suceden a diario en sectores clave como  la industria y el comercio.  El gobierno debería hacer un cambio en la orientación económica, cuidar las cadenas productivas y, tal como prometió alguna vez, escuchar a los distintos sectores. 

Un diálogo, por caso, que genere un acuerdo que permita que las clases inicien con normalidad y con los docentes en el aula. Porque el único lugar universal y con legitimidad en la Argentina es la escuela. Porque la educación no es un gasto, sino una inversión. Porque es la que da el método para que los chicos puedan después sostener un trabajo. Porque, a pesar de las falencias, es la que puede generar oportunidades.  Porque cualquier reconstrucción que se intente hacer en nuestro país, cualquier cambio en favor de mejorar la vida de los jóvenes, de los barrios, de la realidad económica, tiene que tener como eje a la escuela. 

Nuestro gran desafío es mejorarla y fortalecerla. Pero con los docentes, no contra ellos.