La situación de la pandemia traslada la escuela a las casas tanto de niñas y niños como de las y los docentes. Este contexto en el que las escuelas se sostienen, pero por otros medios distintos a los habituales y por fuera del edificio escolar, nos lleva a preguntarnos por las posibilidades de aprendizaje de niñas y niños sin sus compañeros y con una comunicación más indirecta con sus docentes. Claramente en este contexto no todos tienen las mismas posibilidades de aprender ni todos tienen las mismas posibilidades de enseñar. Si previo a la pandemia la desigualdad educativa era una enorme preocupación, hoy se vuelve aún mucho más acuciante.

Puestos a analizar esta situación, por un lado, vemos que se han profundizado viejas desigualdades y por otro que han aparecido nuevas. Al mismo tiempo, podemos distinguir entre desigualdades más visibles y otras menos visibles. Entre las primeras aparece con claridad la posibilidad de acceso a medios tecnológicos y conectividad y a su vez, entre las menos visibles hoy cobra mayor envergadura la función tutorial. Esta función tiene que ver con la asunción que realiza la escuela acerca de que en los hogares, niños y niñas cuentan con algún adulto que los asista en sus tareas, los acompañe en su proceso de aprendizaje. Si bien las escuelas siempre han contado con ello y muchas veces no ha sucedido porque madres y padres no tenían tiempo o no tenían los saberes necesarios para cumplir dicha función, la posibilidad de encuentro diario permitía a los docentes ir reponiendo algunas cuestiones. Hoy la función tutorial se vuelve fundamental y cobra aún más relevancia, sin esa mediación niñas y niños ven dificultado su acceso a las actividades, quedan solos en la comprensión de las consignas y en su resolución. De esta forma se profundiza la brecha, quienes cuentan con otros que puedan, quieran, tengan tiempo y los saberes para asistirlos en sus actividades escolares se encuentran en una situación mucho más ventajosa que quienes no.  

A la vez, disponer hoy de espacios acordes para el desarrollo de las actividades en los hogares, un escritorio, una mesa, un espacio tranquilo que propicie la concentración también se vuelve más importante, ya que no se trata sólo de alguna tarea como previo a la cuarentena sino de todas las actividades vinculadas a la escuela. De la misma manera, el acceso a materiales, al no estar disponibles las bibliotecas de las escuelas, distingue a quienes cuentan con ellos en sus casas o pueden adquirirlos de quienes no. Pero, además, quienes tienen la posibilidad de imprimir, o ir generando un directorio donde guardar los distintos documentos de trabajo escolar posibilita o no de ir generando una memoria que dé cuenta del proceso realizado y que pueda servir como material de estudio (en carpetas de papel o digitales) a las que luego se puede acceder; de lo contario, las actividades se convierten en efímeras, luego de su realización y su envío tienden a perderse. Todas estas cuestiones también conforman hoy desigualdades educativas.

Poner el foco en las desigualdades debería permitir pensar estrategias para ir apaliándolas y será fundamental la tarea de las escuelas en la post pandemia para abordarlas y tender puentes hacia trayectorias más igualitarias.

*Magister en Ciencias Sociales con orientación en Educación, Licenciada en Ciencias de la Educación y Profesora de Enseñanza Primaria. Trabaja en formación docente en el ENS 9 y en investigación en FLACSO