El peronismo ha sido, sin dudas, revolucionario en la capacidad de escuchar las demandas populares, hacerlas suyas y enarbolarlas como banderas, convirtiéndolas en derechos genuinos. La conquista política del voto de las mujeres fue una de ellas Aquí está, hermanas mías, resumida en la letra apretada de pocos artículos, una historia larga de luchas, tropiezos y esperanzas. Por eso hay en ella crispación de indignación, sombra de ataques amenazadores pero también el alegre despertar de auroras triunfales. Y eso último se traduce en la victoria de la mujer sobre las incomprensiones, las negaciones y los intereses creados de las castas repudiadas por nuestro despertar nacional , con estas palabras Eva Duarte, anunciaba la promulgación de la Ley N° 13.010 un 23 de septiembre de 1947.

Volver a esta frase de Evita nos permite recorrer de manera sucinta la historia, acortar el hilo que nos une con aquel maravilloso momento y, a su vez, nos demuestra la complejidad siempre presente de las diversas posiciones en pugna.

Las grietas

Esta conquista tuvo como antecedente el proyecto de ley de voto femenino presentado por el diputado socialista Alfredo Palacios en el Parlamento Nacional un año antes que se sancionara la Ley Sáenz Peña. Esta norma daba el voto a los varones y excluía a las mujeres, quienes eran consideradas incapaces por el Código Civil de 1871.

Julieta Lanteri, en 1911, fue la primera en emitir su voto en Sudamérica, al advertir que en la convocatoria para elecciones a legisladores de la Municipalidad de Buenos Aires nada se decía sobre limitaciones relacionadas con el sexo. Se presentó a inscribirse en los padrones y emitió su voto. Pero poco después, al ser difundida la noticia por la prensa, el Concejo Deliberante porteño sancionó una ordenanza que especificaba la prohibición del voto a las mujeres con el argumento de que el empadronamiento se basaba en el registro del servicio militar. 

Con la tozudez de alguien convencida en cuáles son sus derechos y desde la militancia feminista, Julieta Lanteri se presentó ante registros militares de la Capital Federal para solicitar ser enrolada y hasta acudió al Ministro de Guerra y Marina para lograrlo, camino arduo e infructuoso.
Encabezaron el movimiento sufragista a principios del siglo pasado socialistas como Alicia Moreau de Justo y radicales como Elvira Rawson, quienes encontraron una ardua oposición en las anarquistas, para quienes el voto era una forma más de sojuzgamiento.

A su vez las mismas que habían pregonado por este derecho fueron opositoras acérrimas de la conquista de Eva Duarte, lo que nos permite visualizar en perspectiva la complejidad de los debates que como sociedad nos atraviesan y las posiciones políticas que muchas veces dividen caminos que deberían ser confluyentes.

El derecho a elegir y ser elegidas, conquistado en 1947, abrió paso a que en las elecciones del 11 de noviembre de 1951 votaran 3.816.654 mujeres. A su vez, en 1952, 23 diputadas y 6 senadoras peronistas ocuparon sus bancas por primera vez en la historia de nuestro país. Los demás partidos, como la Unión Cívica Radical, al momento de confeccionar las listas no presentaron candidatas.

Mujeres peronistas

Es preciso señalar que han sido mujeres peronistas las que han posibilitado las rupturas simbólicas más potentes en nuestra historia.

Eva Perón, una joven de 26 años que irrumpe en la escena nacional y pone patas para arriba el orden establecido en el que las mujeres no tenían derechos políticos ni económicos, tuteladas por maridos y padres, sólo habían accedido a algunos derechos civiles. Le otorga centralidad al rol no sólo de primera dama sino de mujer política y reafirma las luchas de las mujeres, sintetiza los derechos políticos, resume en su rol público la historia extraordinaria, así como también silenciada, de Juana Azurduy en adelante.

Evita marca un quiebre, una ruptura, el final de un largo proceso de cien años y el comienzo de una nueva era para las mujeres. Constituye una bisagra en la vida política y en la historia de las mujeres; hace un llamamiento colectivo, las organiza y las involucra en la transformación profunda de la patria. Les dice con claridad meridiana La mujer argentina ha superado el período de las tutorías civiles. Aquella que se volcó en la Plaza de Mayo el 17 de octubre; aquella que hizo oír su voz en la fábrica, en la oficina y en la escuela; aquella que, día a día, trabaja junto al hombre en toda gama de actividades de una comunidad dinámica, no puede ser solamente la espectadora de los movimientos políticos .

A partir de ella y luego de 60 años, con Cristina Fernández de Kirchner en el rol central del ejercicio del poder, conduciendo el proyecto por una Patria justa, libre y soberana, entramos en una nueva etapa. No podemos obviar un dato fundamental Cristina fue la primera mujer electa y reelecta en la argentina con mayor cantidad de votos después de Juan Domingo Perón e Hipólito Yrigoyen.

Estas mujeres nos marcan un camino que no está libre de obstáculos y, a veces, de retrocesos. Pero que nos deja un aprendizaje y una trayectoria de la que es imposible distraerse avanzar sobre los pasos señalados, como dice Cristina empoderadas y organizadas, es nuestro deber en el terreno de la política.