Dar cuenta de las transformaciones del trabajo durante la pademia y de la pos-pandemia implica pensar qué es el trabajo, qué son los trabajadores y qué es la pandemia.

Por un lado, el trabajo es el modo más o menos legítimo por el que las personas se ganan la vida. El trabajo es un modo para acceder a la reproducción social en un sentido amplio.

Se piensa que el trabajo es uno de los ordenadores y uno de los vectores centrales de la sociedad. Para (sobre)vivir hay que trabajar. Pero además, la identidad o las clasificaciones de las personas se pueden dar a partir de su “trabajo”, los derechos sociales pueden devenir de la relación salarial, etc.“Trabajo” es a veces algo abstracto (la capacidad humana para transformar cosas, una fuerza, una idea sobre tareas), como algo concreto: una delimitación legal que se puede medir.

Aun cuando “trabajo”puede no siempre estar definido claramente y que puedan existir disputas en torno a su “algo” es o no trabajo, en términos concretos parece existir una diferencia entre lo que es trabajo y lo que no es trabajo. Algo que se modificó en pandemia.

Ahora, qué ha sido, qué está siendo la pandemia. La pandemia es mucho más que un virus: es lo que hacemos con el virus, son los acciones, las reacciones, las políticas, los efectos que son eminentemente sociales. La pandemia es la construcción social que se hizo a partir de la existencia del virus que afecta de forma diferente a los grupos sociales en función no sólo de la propagación y mortalidad del virus sino también de las acciones tomadas por los gobiernos, de las diferentes formas de lidiar con el virus y esas acciones que han tenido las personas.

En este marco, se han producido una serie de cambios en las formas de obtención de dinero, pero no sólo. Durante la pandemia se ha transformado la vida misma y ello ha impactado de forma múltiple en los diferentes grupos sociales. El trabajo como dimensión central ha tenido un lugar preponderante. Y las pugnas que se vienen desarrollando en torno a los derechos laborales, a los trabajos y a la precarización como forma cada vez más aceptable son quizás producto de estas transformaciones.

Dije que la pandemia es lo que hacemos. Y ese “hacer” y sus efectos son múltiples.

Para poner algunos ejemplos. Diferentes grupos sociales han “aprovechado” este contexto para impulsar reformas laborales tendientes a la precarización de los y las trabajadorxs. En un contexto de crecimiento de la pobreza y de desempleo, ciertos grupos sociales han comenzado a instalar la idea -una vez más- de que la falta de trabajo es por culpa de la legislación laboral.

Una de las grandes transformaciones que pueden marcarse en este contexto fue la generalización y la naturalización de uno de los trabajos precarios: el de los trabajadores de las APPs. La inmovilidad produjo que miles de personas recurran a las aplicaciones para comprar los más diversos productos. La inmovilidad de unxs, implicó y sólo fue posible por la movilidad de otrxs. Estos trabajadores con sueldos bajos y sin protección social fueron ganando terreno en el paisaje hasta ser parte habitual de la ciudad.

Por otra parte, durante la pandemia miles de personas se quedaron sin trabajo teniendo que recurrir a ahorros, endeudamientos, redes. Del otro lado, la pandemia ha generado más trabajo -aun cuando ello no se haya visto reflejado en los salarios- de miles de personas que tuvieron que hacer frente a la propagación del virus. Existieron pugnas por pensar qué es un trabajo esencial y qué es esencial para sostener la vida en términos económicos pero también sociales: qué valoramos, qué perdimos, qué queremos hacer en este contexto.

Los momentos de crisis y rupturas -como la pandemia- pueden modificar las concepciones sobre qué es lo que es posible a ser hecho. La pandemia modificó los límites sobre ciertas actividades como el trabajo (el cuidado por ejemplo) a la vez que contribuyó a la creciente generalización de formas más “flexibles” de vida como parte del nuevo “mundo del trabajo” y de nuevas formas de ganarse la vida. Los efectos a largo plazo son más difíciles de prever.

*Doctor en Antropología, Universidad de Buenos Aires- CONICET. Twitter: @MarianoPerelman