La lógica del macrismo es harto conocida pero no por ello deja de ser perjudicial para los argentinos. Dos hechos de las últimas horas demuestran cómo funciona el proyecto presidencial mientras por un lado están poniendo palos en la rueda para entorpecer la puesta en funcionamiento de la Emergencia Social, que impacta favorablemente de lleno en los sectores más castigados de nuestra población, nos hemos enterado del plan para eximir al grupo Socma del pago de unos 70 mil millones de pesos por el affaire del Correo Argentino.

Más claro, imposible Para los pobres, complicaciones, demoras burocráticas, trabas. Para los de arriba, beneficios de un saque. La misma lógica con que transfirió miles de millones de dólares a los sectores más concentrados en los primeros 10 días de su gobierno.

Es que el macrismo expresa a esos grandes conglomerados que históricamente han ejercido una fuerte hegemonía, por eso, más que nunca tenemos que insistir en la unidad como única vía para recomponer el campo nacional popular, entendiendo que el enemigo no está de este lado.

No será sencillo, pero si no somos capaces de sumar y ensanchar nuestro espacio, el macrismo puede llegar a salir fortalecido de las elecciones de medio término, con lo que se posicionaría sólidamente para intentar revalidar la presidencia en 2019. Quien crea que la derrota del peronismo y del pueblo se resuelve con una candidatura no comprende le magnitud de la crisis del movimiento nacional y del peronismo en particular.

Por todo esto, es que la construcción que nos debemos debe ser amplia, para ello habrá que trabajar sobre los grandes puntos que unifiquen, que siempre tendrán más potencia que los que nos separen. Frenar el tarifazo, el ajuste que se traduce en cierres de fábricas y comercios con los despidos como consecuencia nefasta implica movilización pero también la firme convicción de tender puentes con todos aquellos que sentimos y pensamos parecido, pero que por sobre todo, no nos resignamos a volver a épocas donde a diario veíamos a los poderosos regodearse en negociados impunes que, como siempre, terminaban afrontando los sectores populares con restricciones en el trabajo y en sus condiciones de vida.