El femicidio de Anahí se suma a un 2017 que ha aumentado muchísimo la cifra de femicidios y en el que la estadística cambió de 1 femicidio cada 30 horas como venía sucediendo en 2016 y años anteriores a 1 femicidio cada 18 horas. No podemos olvidar que en este año particularmente tuvimos el nefasto mes de abril en el que todos los días se asesinó a una mujer en Argentina y esto me hace pensar que este es un momento en el que las mujeres estamos particularmente organizadas, supremamente articuladas entre nosotras, la movilización feminista y la organización feminista han sido protagonistas este año en un montón de ámbitos y eso explicita y nos permite concluir que seguimos teniendo fallas y vacíos estatales.

Vemos que la asignación presupuestaria para trabajar la temática de género es nula y que además se realizan recortes con el fin de darle más presupuesto a las fuerzas de seguridad y  aquí tenemos otros asuntos para tratar y es la terrible y grotesca ineptitud e ineficiencia de las fuerzas de seguridad para defender y garantizar los derechos de las mujeres. En este punto, también es importante resaltar que es el Estado, el poder judicial y las instituciones no solo las responsables de una defensa que no se está realizando hacia los derechos, la seguridad y la integridad de las mujeres, sino de realizar búsquedas y pesquisas efectivas cuando las mujeres faltamos.

Tenemos la certeza de que el Estado no busca a las mujeres desaparecidas, tenemos el caso de Araceli, el de Micaela; vemos un montón de situaciones que son muertes que a priori son evitables, pero que además pasa muchísimo tiempo para que el Estado realice rastrillajes eficientes, tenga recursos para buscar a las mujeres y eso tiene que ver con que hay un sistema machista y un nivel de misoginia muy fuerte dentro de esas instituciones en el que siguen muy instalados prejuicios y estereotipos como que las mujeres nos vamos con los novios, nos vamos de fiesta o que si tenemos ciertas aptitudes en nuestra vida privada no vale la pena buscarnos, no vale la pena preocuparse por nosotras.

Situaciones como la de Anahí que según la autopsia había sido asesinada hacía entre 24 y 48 horas y sin embargo la estamos buscando hace una semana. Esa desidia estatal es una expresión extrema de la violencia que están ejerciendo las instituciones y que está ejerciendo el Estado en nuestra contra. Esto también tiene que ver y es importante resaltar con que dentro de esta serie y cadena de ineptitudes existe y se refuerza la idea de que el derecho penal y este necesitar y  buscar justicia son la única herramienta que tenemos para combatir la violencia y eso no es cierto.

Y no solo no es cierto, sino que es peligroso que se piense de esa forma porque el derecho penal funciona cuando la violencia ya se ejerció sobre nuestros cuerpos. Nosotras lo que exigimos y resaltamos todo el tiempo es que haya políticas públicas de prevención y que dentro de ellas y de esa partida presupuestaria se tenga en cuenta que tiene que haber una muy seria directriz  educativa y que se tiene que implementar la ley de educación sexual integral y que tenga como uno de sus puntos principales empezar a educar y a criar a las nuevas generaciones con otras formas de relacionarse que sean más equitativas, más igualitarias y desmontando estos estereotipos que vemos que se perpetuán hasta llegar a la consecuencia más grave y más extrema que son los femicidios.

Por otro lado, en este caso particular de Anahí también hemos tenido la posibilidad de reflexionar sobre el rol de los varones porque nosotras vemos que los hombres por supuesto, se manifiestan con horror en momento del femicidio, pero vemos en un montón de otros casos de como permiten y avalan una serie de violencias cotidianas que podrían pasar desapercibidas creyendo que no tiene  ningún impacto en situaciones tan  extremas como el asesinato de una mujer.

Y nosotras le pedimos, en esta que es una buena coyuntura para hablar de la responsabilidad de los varones dentro de este sistema y les pedimos que tomen una responsabilidad seria sobre la problemática y eso implica algo más trascendental que ir a las marchas o sacarse fotos con el cartelito de Ni una menos, sino que realmente reflexionen sobre sus actitudes violentas, sobre los privilegios que tienen, sobre como callan y sobre como permiten y como no detienen ciertos niveles de violencia y que empiecen a hablar entre ellos, que empiecen a hablar con otros varones y empiecen a deconstruir esta idea de la masculinidad o que tiene como objetivo o como sustento que son dueños y que se pude tener la vida de una mujer, por eso mismo se la puede matar y que las mujeres somos objeto o su propiedad.


*Antropóloga. Miembro Red de Mujeres