Ante cada nuevo gobierno, las expectativas se renuevan en todos los sectores económicos. Y es positivo que eso pase. La asunción de Mauricio Macri en Casa Rosada, el nombramiento de Juan José Gómez Centurión al frente de la Aduana y modificaciones en el tipo de cambio junto a bajas en las retenciones y mayores permisos para las importaciones hicieron que 2016 sea visto como un año de despegue para el comercio.

A nueve meses de gestión, los exportadores nos encontramos hoy contra un desafío que no se soluciona solo con estas medidas, sino que hay que apuntar urgente a bajar los costos logísticos que se encuentran en los más altos de la región. Un traslado que es directo al costo del producto. El gobierno anunció varias inversiones necesarias en infraestructura, aunque los principales, como el plan Belgrano (inversión de U$16.300 millones), aún son promesas a cumplir.

"El desempeño logístico tanto en el comercio internacional como en el mercado interno es fundamental para el crecimiento económico y la competitividad de los países. Desafortunadamente, la brecha entre los países pobres y los ricos en esta materia sigue existiendo, y la tendencia a la convergencia observada entre 2007 y 2014 se revirtió en los países con el peor desempeño", señaló Anabel González, directora del Departamento de Prácticas Mundiales de Comercio y Competitividad del Grupo Banco Mundial.

El cobro de reintegros tiende a regularizarse, lo que sigue pendiente es la devolución de IVA que, según los operadores, sigue sin grandes cambios. Los importadores se encuentran en una situación especial, ya que si bien se observan las primeras modificaciones en las regulaciones, adaptarse lleva tiempo y dinero. Por otra parte, la importación no es ajena a la situación económica que atraviesa la Argentina. No es novedad decir que el mercado local está en baja por ende no se ve una avalancha importadora, aunque el tipo de cambio en algunos rubros hace que la industria nacional se mantenga competitiva.

La Aduana está desde comienzo de año en una restructuración interna, con grandes cambios en su esquema. Cambios de jefes y procedimientos hacia mejores tiempos de producción y logística que permitan aumentar la competitividad del país frente al mundo. Lo negativo de estos 9 meses es que, como cualquier sector económico, las empresas buscan previsibilidad y reglas claras. Pero el desplazamiento -provisorio o definitivo - de Centurión y el posterior cambio de varios funcionarios de primera y segunda línea provocaron un cimbronazo muy fuerte en el trabajo diario.

Cuando estas cosas pasan, lo primero que se detiene es la inversión. En un contexto donde el Presidente organiza un "Mini Davos" para mostrar el potencial argentino al mundo, las eternas sospechas de corrupción en torno a la Aduana y el comercio exterior dejan mal parado a un sector que tiene todo para ser uno de los motores que empujen hacia adelante al país.