Foto Clarín

El presidente Macri, sus funcionarios y los dirigentes de los distintos partidos políticos que integran la alianza Cambiemos, sacaron el cuerpo en lo que fue la previa a la movilización "en defensa de la democracia". Quizá por miedo a que la convocatoria fracasara o tal vez como una estrategia política que buscaba despegar a los dirigentes de la gente. 

El éxito de la convocatoria fue notable. Con mayor masividad en Capital Federal, pero con el mismo espíritu en distintas ciudades de la provincia de Buenos Aires, como fue el caso de La Plata, y en otros puntos del país.

Desde los medios masivos de comunicación destacaron el hecho de que las miles y miles de personas que se acercaron a Plaza de Mayo o al Obelisco, lo hicieron sin ninguna pertenencia política, "tan solo con la bandera de Argentina". A esta altura no caben dudas que tienen el deber de promover día a día como algo negativo a la militancia política y que se esfuerzan por vaciar de contenido político el debate.

En este marco, hay un fenómeno que no se analiza o que se busca tapar la poca concurrencia de juventud en la marcha, ya que en su gran mayoría los presentes peinaban canas o estaban cerca de hacerlo. 

La juventud nunca se enamora de la anti política y de los proyectos conservadores. La juventud es rebelde por naturaleza y busca poner en jaque a los verdaderos poderes. La juventud sueña con un mundo más justo y con  poder cambiarlo. La juventud se resiste a entregarse a la resignación de los adultos, que es la de aceptar las cosas podridas- como están.  

En la historia argentina, jamás los gobiernos conservadores recibieron el apoyo de los jóvenes, más bien todo lo contrario. Los jóvenes siempre representaron un peligro para esta dirigencia que propugnaba una política económica que beneficiaba a unos pocos, hundía en la pobreza a las mayorías e hipotecaba el futuro de los argentinos a través de la deuda externa. Por eso los desaparecidos.  Por  eso el "exterminio" y las persecuciones.

Salvando las distancias, el gobierno de Macri tampoco enamora a la juventud. La falta de mística de la actual gestión aleja a una masa que será la verdadera constructora de los tiempos venideros de la Argentina.  

­­­­­­­Por eso, si bien las calles de Buenos Aires recibieron a miles de personas que buscaron expresar su apoyo a Cambiemos, no hay que pasar por alto que el futuro está mirando hacia otro lado. Hay una dirigencia política que tendrá el enorme desafío de conquistarlos. No tendrán una tarea sencilla.