La pandemia mundial parece haber modificado la visión futurista de ciertas cosas, y el cine no está ajeno a ello. Un nuevo mundo con muchos cambios parece comenzar. Tras la mirada del tecnólogo Bill Gates y del cineasta Christopher Nolan, sobre el futuro de las ciudades pos-pandemia,  se abrieron varios debates. En esta nota, la mirada de un especialista, el reconocido arquitecto Roberto Converti, decano de la facultad de Arquitectura y Diseño de UADE, y autor de “Territorio en movimiento”,  indaga y nos ofrece una interesante mirada sobre el futuro urbano, y las miradas encontradas entre la ficción del cine y la realidad.

¿Cuánto de realidad hay en el cine de ciudades del futuro?

En el cine siempre hubo una observación del futuro absolutamente idealizada o utópica. El futuro en cine avanzó sobre ideas de construcción de lugares que son preparados para instalarse atemporalmente. De golpe, aparece un escenario de momento histórico, sin transiciones. La construcción y la arquitectura en la vida real tiene transiciones, ejemplo: para llegar al 2050 hay que pasar las décadas de forma secuencial y evolutiva; en el cine, de golpe ya están en ese año y en esas ciudades. La vida, tus hábitos se adaptaron en ese momento... Salvo momentos especiales de la historia de la humanidad que tuvieron rupturas, donde el cine supo vivir de forma especial esos momentos, donde el presente futuro y pasado se juntaban para explicar las guerras por ejemplo. Abordaba críticas y esperanzas humanas, el territorio está muy presente siempre, construir territorios destruidos es algo que el cine supo hacer muy bien. El público se impresiona con el nivel de destrucción en ciertas escenas filmadas, como en El pianista, donde el protagonista tras abrir una puerta, encuentra la ciudad totalmente destruida.

El cine y las ciudades ¿son formas de identificación?

-Visitando Polonia, ciudad de Gdansk (antigua Danzig) donde empezó la Segunda Guerra Mundial, donde hay un puerto, una ciudad que quedó destruida, y que luego fue reconstruida, llegué a un lugar donde había edificaciones del siglo XVII y me explicaron que los ciudadanos orgullosos de su lugar decidieron reconstruir las edificaciones y la arquitectura de aquella ciudad. Lo hicieron solo en dos manzanas, como muestra,  para que quedara un lugar como era exactamente antes de la destrucción por la Guerra. El hombre y su lugar… El cine no es ajeno a ello, siempre hay una escena constituida en un sitio (una escena es una unidad de espacio y tiempo) y hace que los procesos de la historia queden plasmados como las construcciones. Como sucedía en los filmes de los cowboys, también había en la conquista del desierto, o las películas sobre el Imperio Romano, donde todo sucede en un “circo” con gladiadores. Siempre los lugares cuentan y son una pequeña muestra de esa identidad.

¿Cuál es el filme que mejor representa la ciudad del futuro?

-Los arquitectos tenemos una película, donde uno puede suponer que puede pasar realmente. Por ejemplo, en el cine de ciencia ficción de mi época, eran todas basadas en los cuentos de Julio Verne, y tenían escenas cautivantes sobre el futuro, como metrópolis, también, pero eran distantes a lo que uno podía imaginarse con sustento real, había más dosis de fantasía. Pero la película de ciencia ficción y futurista que tiene un realismo cercano a lo posible que puede ocurrir en un futuro es: “Blade Runner”. Todo sucede en una ciudad donde hay autos voladores, tecnología y a la vez también callejones, y negocios ambulantes, “exaltación, tecnologías superpuestas y decadencia”, riqueza y pobreza.

La arquitectura del futuro ¿ficción o realidad?

¿Las ciudades son las grandes responsables de generar nuestros vínculos sociales? 

-Las ciudades son el resultado de la suma de hábitos individuales, y eso construye identidad cultural. Es raro ver una película que marca lo “porteño”, con los diálogos, los tratos, los vínculos y demás en otra ciudad que no fuese Buenos Aires. Si haces una escena en París, esa escena será muy París. Si estas en New York, es muy New York y si estas en Berlín es muy Berlín. Hay algo de la representación trasladada al acto escénico de un filme, donde la escena toma transcendencia y cualidad cuando está en un lugar. Hay una condición de lugar y sobretodo de ciudad que hace que esas situaciones de vida sean más intensas como tal. Filmes de Pedro Almodóvar, son por cada región de España con distintas identidades y vínculos culturales, gallegas, madrileñas, catalanas, etc. Woody Allen también trabaja sobre esos vínculos sociales y culturales con historias ocurridas en New York, o en París. Esta claro que el sentido de ciudad es sentido de sociedad y el sentido del cine tiene un sentido más íntimo, de espacio escénico más definido, muchas veces de “caja de vida humana” sin tanta exterioridad.

¿Qué ciudad o icono arquitectónico del mundo no está representado o está olvidado en el cine?

-Por suerte he visitado muchas ciudades en el mundo y una ciudad que a mí me parece muy poderosa en términos de cualidades urbanas y de vida social y dinámicas culturales que no está en la agenda del cine es Sidney. Es una ciudad impresionante, incluso con muchas referencias en directores, actrices y actores de cine Hollywoodense, que sin embargo no está mostrada. Concentra todo rodeado de agua, con grandes lugares culturales;  en el cine australiano no hay lectura social urbana, el cine de Australia esta vinculado a lo nativo, como país, de espacio rural y el espacio de Sidney no. Es una gran ciudad comparable con las grandes metrópolis culturales pero no está reflejada dentro de la escenografía urbana de películas recordables.

¿Qué cambios futuros nos propone este contexto nuevo? ¿La pandemia vino a modificar el urbanismo y la arquitectura del mundo?

-Todavía no sabemos cómo, pero hay una cuestión clave, y es que la arquitectura en las ciudades no está hecha solo por arquitectos, sino que está hecha por la ciudadanía que lo habita. El concepto de habitar está vinculado con el concepto de hábito. Uno toma a lo largo de la vida costumbres, repetidas, multiformes, pero sobre todo repetidas que te llevan a que finalmente se construya un catálogo de acciones colectivas que dan forma a los lugares. El “Por qué” de determinadas acciones: tomar café, ir a la plaza, recibir el diario, tomar un taxi, ir en bicicleta, etc. Para mí lo que va a nutrir el futuro de las ciudades es el futuro de los hábitos. Había cuestiones que no estaban siendo utilizadas, aunque algunas si, estaban siendo debatidas. Por ejemplo, uno de los debates era si en las calles, veredas, parques  se podían poner mesas; era un debate sobre la relación de los bares, los comercios y el espacio público, y hoy estas acciones son las más buscadas y saludables. Hoy, mostrar multitudes como efecto social, es un hecho que puede ser visto como una rareza de otra época. El hecho de la intimidad inmediata termina siendo algo conocido y de pronto natural, pero hoy están apareciendo ciertos prejuicios: “a quién le doy el beso y cómo” por este contexto de miedo. Van a tener que ser re-elaborados, sino serán escenas de las ciudades ficcionales. Más o menos creíbles, presentes y pasados. Cómo será el acto ficcional recogiendo los factores de la nueva normalidad es la pregunta, creo que la ficción misma será algo despojado que tomará la historia de otra forma. Quizás mostrará solo actos para situarse en pasados y en futuros para evitar el presente problemático. Un filme generado en diciembre de 2019 no presentaría cambios, ahora bien, al pasar dos meses ya el escenario es otro, en 2020 aparecen la distancia, el saludo distante (sin dar la mano), la utilización del barbijo. Más de un actor/actriz no querrá estar en películas si se usa barbijo porque no lo van a reconocer o se dificultara la interpretación de emociones. Qué época representa será la cuestión. Y como todo cine, será inevitable mostrar barbijos, distancias, etc. Sin abrazos, sin besos, sin multitudes en una cancha.

¿Los espacios más verdes serán más buscados en el futuro?

-El espacio verde no representa la calidad del ambiente, eso es una simplificación. La tendencia es estar en ciudades que te inviten a estar en ella, más allá de lo verde. El efecto comunidad, vinculado a lugares de encuentro, gastronomía, eventos culturales, etc. Eso depende de cada uno, en ver que es calidad de vida, qué calidad se busca en un lugar. Existe una necesidad colectiva, ciudadana, de encontrar espacios relacionados a reuniones abiertas, de la movilidad, ¿qué será de los espacios colectivos masivos? Eso es una reflexión interesante, ¿lo ya instalado puede abandonarse en una ciudad? Una ciudad como New York, la gran manzana, una ciudad tan cinematográfica de pronto es una gran metrópolis vacía, sin movimientos y en ese sentido ya deja de ser New York. El cine tiene una capacidad de “prototipar” lo que viene. Las ficciones, la industria audiovisual tiene ese gran poder de imaginar el futuro y hacerlo. Quizás allí encontremos algunas claves y respuestas al futuro de las ciudades.

*Director Diseño Audiovisual UADE. Twitter: @ramisanhonorio