Nos marcan, quién acaso no recuerda a sus primeros maestros. Estoy convencida que la docencia es, antes que nada, vocación. Se trata de una tarea demasiado comprometida y profunda como para que sea posible un ejercicio mecánico, desposeído de las emociones más profundas. Insisto, los maestros nos marcan.

Y si los docentes son el emergente de una vocación profunda, y en consecuencia de una decisión personal, la docencia es una tierra en la que el Estado debe estar presente, porque se trata de un escenario de naturaleza social y colectiva.

No existe educación sin docencia y no existe futuro sin educación. Casi una regla de tres perfecta, que vincula los tres conceptos de una manera muy profunda; y nos interpela como sociedad en torno a roles y responsabilidades.

Muchas veces he repetido que nada puede debatirse sin los chicos en el aula. Y la realidad de las últimas décadas nos muestra que en esta regla de tres perfecta, interactúa muchas veces un cuarto actor cuyos intereses -aunque parezcan vinculados- no están ni por lejos identificados con el interés real por los chicos, ni la defensa genuina de los intereses corporativos de los docentes -que nadie niega ni discute- deben tener los mejores salarios y las mejores condiciones de desarrollo para la diaria tarea.

Hablo, sin eufemismos, de las cúpulas sindicales docentes, que cada día atrasan más y a las que esta gestión de la gobernadora Vidal desnudó en sus dinámicas más oscuras.

Está claro que hay cosas que no se disculpan. Ni de un lado, ni del otro. No se perdona el uso de las “horas aula”, para ausencias injustificadas y el enriquecimiento increíble de algunos “popes” gremiales;  como no se disculpa de ese lado la voluntad política de la gestión Vidal por transparentar hasta el hueso la realidad de algunas conductas, porque en medio están los chicos, sus familias y su futuro.

No hay otro camino que la educación para que las sociedades se salven primero, y se desarrollen y progresen luego. Por eso, este 11 de septiembre, rindo el homenaje más sincero y profundo a los maestros de verdad. Esos que en el medio de la vida rural caminan kilómetros, los que buscan a los alumnos que faltaron hasta en la puerta de sus propias casas, esos que sacan piojitos con amor porque el amor también se enseña, y a los que no se los arrea con piquetes cuyo único fin es el bolsillo de los que deciden interrumpir las clases.

Mi abrazo a los docentes, a los maestros. Mi compromiso de trabajo diario para su bienestar. Porque estoy, estamos en esta gestión convencidos, que sin ellos no hay futuro.

*Vicepresidenta 3ra de la Honorable Cámara de Senadores de la Provincia de Buenos Aires. Senadora Provincial bloque Cambiemos. Twitter: @PetrovichLorena