La primera vez que la derecha ganó una elección democráticamente en la Argentina fue el año pasado con Mauricio Macri. Nunca antes los sectores concentrados de la economía habían ganado, per se, una elección. Alguien me podrá decir que algo similar había ocurrido con el menemismo. Pero en ese caso la elección la ganó el peronismo y luego Menem aplicó una política neoliberal. Y en las anteriores oportunidades en las que la derecha había gobernado nuestro país, siempre  lo hizo sin democracia. Entre 1862 con Mitre y 1916, sin la participación popular hasta el triunfo de Yrigoyen; es decir,  sin elecciones libres, y luego, con golpes de estado o gobiernos fraudulentos. Hay que prestar atención porque estamos delante de un fenómeno político que tuvo legitimidad, ya que el pueblo lo consagró con su voto.

Este es un gobierno conservador, neoliberal, que gobierna para los ricos y está constituido por ellos. Y que además va a dejar secuelas terribles si esto sigue en los próximos años; porque ya tenemos un endeudamiento programado para llegar a los 100 mil millones de dólares sin contar las deudas contraídas a través de las LEBAC ,que representan otros 50 mil en apenas dos años. Y con una política económica que ya provocó despidos masivos, caída de la recaudación, de la demanda, del empleo y de la actividad económica, nosotros marchamos hacia una Argentina conocida, donde nuevamente vamos a tener 20 o 25% de desocupados.

Frente al rumbo que está tomando el país y que si no se cambia tiene un final inexorable, se plantean dos alternativas. La primera es competir con lo propio, bajo la consigna que "vamos a Volver", sólo trabajando con aquellos que exhiban paladar negro Kirchnerista. Aquellos que lo tengan negro podrán formar parte de este esquema político y los que no, serán excluidos.

Hay otros que piensan que antes que ganar, es más importante primero que Macri pierda, y si además podemos ganar, mejor. Esta alternativa trabaja sobre la construcción de un frente más amplio, anti ajuste, para frenar la legitimidad electoral del 2015.

Yo creo que ante estas dos alternativas, lo primero que tenemos que hacer es sacarles la legitimidad que les dio el pueblo para llevar el ajuste adelante. Y no porque se haya votado un ajuste, sino porque la legitimidad del triunfo lo facilita. Yo podría preocuparme acá por los traidores que entraron al congreso por el Frente Para la Victoria (FPV) y que se dieron vuelta para hoy acompañar a Cambiemos en su ajuste. Todo esto es cierto. Pero prefiero optar por lograr armar  un gran frente electoral, basado en coincidencias  políticas que frenen el ajuste estructural, para infringirle una derrota electoral a Macri que le quite la legitimidad. Si así ocurriera, una derrota en 2017 puede ordenar además al peronismo disperso con miras a la elección presidencial.

Este año no hay una elección presidencial sino una de medio término. Si Cambiemos gana la Provincia de Buenos Aires, nosotros tendremos ajuste para rato y posibilidad de que Macri vuelva a ganar en 2019. Pero como mínimo tendrá la legitimidad para continuar el ajuste, endeudar al país y sacrificar el futuro de los argentinos por los próximos tres años.

En cambio si pierde en la provincia, que es la madre de todas las batallas, se les acaba el cuento de que hay que seguir dándoles gobernabilidad a través del congreso. Es decir, va a empezar la competencia de quién gobernará en el 2019 y se le van a acabar los votos en el parlamento para seguir pagando a los fondos buitres, emitiendo deuda, asfixiando a las provincias y sacando decretos de necesidad y urgencia que deterioran el mercado interno, flexibilizan las relaciones de trabajo y transfiere enormes recursos a los sectores concentrados de la economía.

Creo que hoy es prioritario frenar el ajuste y además, si nosotros podemos ser el eje ideológico-político de ese frente electoral, mejor. Creo que estamos en condiciones de hacerlo, siempre y cuando la amplitud del frente electoral muestre generosidad al momento del armado y la representación político social.

Si armamos un frente sesgado, con un peronismo dividido o empequeñecido, crecen las chances de una continuidad. Esto no significa ir con todos o con cualquiera, sino con aquellos que estén dispuestos a frenar el ajuste neoliberal. Tenemos que buscar las coincidencias mínimas que tienen que ver con los modelos y su centralidad. Desde mi punto de vista, creo que es clave y estratégico que Macri pierda las elecciones de 2017. Porque si eso pasa perderán la legitimidad del ajuste y con ésta, el ajuste mismo.

Después, tendremos dos años para discutir un nuevo gobierno.