En el río la cara de los dos

Y el viento nos cuenta la historia de un lugar

(Mañana Campestre, Gustavo Santaolalla (1971)

 

Finalmente pasó lo que hasta principios de año parecía increíble, lo que luego de las PASO parecía irreversible y que el 27 de octubre, más allá de las calificaciones y de las apreciaciones valorativas sobre los números, es un hecho que no tiene vuelta atrás, que no tuvo segundas vueltas: perdió Macri, ganó el Frente de Todos.  

Perdió Macri, ganó el Frente de Todos: no es ociosa la contraposición entre el singular del nombre y el plural al que referencia el Frente. La victoria del FdT se construyó justamente sobre la unidad del peronismo, del “campo popular”, para ser más amplios. Una unidad que obviamente no se explica sin el gesto fundante de Cristina Fernández –“Le he pedido a Alberto Fernández que encabece la fórmula que integraremos juntos”- y la habilidad de AF para hablar con las distintas tribus que componen la plurinacionalidad peronista.  Pero tampoco se explica sin la presencia constante durante cuatro años, en la calle, de múltiples y masivas formas de la resistencia popular, que fueron confluyendo lentamente, pero más rápido que algunos sectores de la dirigencia política, en la necesidad de reconstruir una representación unificada para expresar políticamente a esas bases de la otrora columna vertebral, hoy aquejadas de una fragmentación persistente a causa de las desiguales condiciones de vida derivadas de la posición que cada une ocupa en un mundo del trabajo en pleno proceso de crisis y trasformación. La victoria, entonces, es de Alberto, Cristina, y de todos ellos.

Cuando presentó Sinceramente pocos días antes de reordenar el tablero político con el anuncio de la fórmula, CFK había dicho: “Para salir de la crisis necesitamos un nuevo contrato social de ciudadanía responsable”. La campaña del FdT, luego, caminó sobre un eje y una estrategia claros. El eje: la denuncia de la debacle económica en la que nos sumió Cambiemos: recibieron un país desendeudado y se van con “reperfilamientos” de una deuda inmensa que incluye el préstamo más grande jamás entregado por el FMI; dólar a 9$ y hoy a 63$; inflación en torno al 25% en 2015 y acumulando en 2019 ya un 53,5%. La estrategia: jugar las PASO como elección general y apostar a superar el 45% en primera vuelta, cosa que efectivamente sucedió, lo que hace aún más estruendosa la caída –por al menos 8 puntos- de un presidente que no reelige, aun contando con el apoyo de las corporaciones mediáticas, judiciales, financieras locales e internacionales y los recursos estatales para hacer política.

Pasada la elección, el contrato social de Cristina pareciera afirmarse también como un contrato narrativo en boca de Alberto, que además de volver a ordenarnos la vida, como dijo CFK en aquel video del 18 de mayo, nos propone asimismo un ordenamiento para la inscripción de este etapa compleja que estamos atravesando, en el marco de una historia que tiene nombres propios, acontecimientos y actores colectivos que se suceden en un derrotero común, colectivo, por la igualdad. No es menor la propuesta, frente a un gobierno saliente que caminó los últimos tramos de su campaña apelando a la radicalización del odio, el miedo y la movilización moral y que obtuvo eco en un nada despreciable 40% del electorado. Cada época define su horizonte de justicia social y de injusticia socialmente tolerable; de democratización y de opresión; de igualdad y de desigualdad y estos cuatro años de Cambiemos parecen haber corrido los límites de la valoración social hacia el lado negativo de cada par.

Una campaña trabaja con imágenes y los gobiernos se inician también con gestos. El discurso que pronunció Alberto en el Congreso de la CTA en Lanús, cuando la Central anunció su voluntad unánime de volver a reunificarse con la CGT, ese discurso que luego fue transformado en un emotivo spot de final de campaña que hilaba la historia personal en el marco de la historia de un lugar, nuestro país. El acto del 17 de octubre en La Pampa, con esa puesta en escena que mostró nuevas formas de hibridación de tradiciones, contenidos y géneros. El saludo a Lula y a Evo Morales la noche del 27. La gorra de Braian. La cita a Jáuregui en el día de la Marcha del Orgullo. La primera visita internacional a AMLO. Imágenes y gestos que se conjugan con la firmeza en la exigencia de responsabilidad y “control de daños” hacia el gobierno, muestran que empieza otra etapa. Una etapa que tendrá como desafío inmediato desarmar la bomba financiera que obtura toda posibilidad de crecimiento económico centrado en la producción y el trabajo;  y un desafío de más largo aliento, desarmar la bomba ideológica que deja Cambiemos –y aquí la responsabilidad no es exclusiva de Alberto, sino principalmente de los que a partir del 10 de diciembre pasarán a ser oposición para que quienes no se sintieron interpelados por el FdT, quienes se reconocen como antiperonistas o antikirchneristas, no se bolsonaricen.

*Docente UBA, politóloga .Comisión Directiva FEDUBA / Sec. Adjunta CTA CABA. Twitter: @maribelensotelo