El juego de la democracia o la democracia en juego

La fuerza del ex presidente Mauricio Macri, insiste en que la elección de este año es la más importante de los últimos 40 años. Creen que es necesario acabar con la “autocracia” y el “populismo”. ¿Quién en su sano juicio puede argumentar que la Argentina está pasando por un proceso autoritario? Los que gobernaron los últimos 4 años, y que generaron el mayor proceso de endeudamiento desde la fundación del país  -sin que ello haya implicado ningún nivel de avance  en obras y/o producción para el beneficio de los argentinos-, quieren “volver” sin ninguna autocrítica , y sin decir como harían para salir de la crisis sanitaria y económica. En el mejor de los casos, plantean que van hacer lo mismo ¿Lo mismo?¿ Endeudar a la Argentina, destruir el aparato productivo, mandar a la inteligencia del Estado a apresar opositores? El juego de la democracia, solamente enfocada en las elecciones cada 2 años, permite este juego de dimes y diretes, en donde el discurso no tiene que ser coherente,  y el candidato puede desdecirse a las horas de lo que dijo. 

Para el oficialismo la elección es central porque le permitiría lograr mayorías parlamentarias para avanzar en distintos proyectos necesarios para poder gobernar. En el último año y medio,  uno de los poderes del Estado, el judicial, como en los momentos anteriores del kirchnerismo, pretende gobernar con sus fallos. Por eso, la democracia está en juego, porque no gobiernan los representantes del pueblo, sino los jueces con sus fallos.  Ni hablar de la economía y del capricho de los sectores económicos concentrados que imponen sus ganancias a costa del empobrecimiento del pueblo en general.  Dos actores de la realidad nacional, como son el poder judicial y los sectores económicos concentrados, golpean la democracia, y cuando no pueden jugar en ella, la ponen en riesgo.

¿Dato o relato?

Siempre hay diferencias entre las distintas miradas de la realidad, según el cristal con que se lo mire. Ocurre que frente a un accionar consecuente del gobierno para cuidar la salud de los argentinos, aparecen afirmaciones demenciales por parte de la oposición y de algunos medios de comunicación. Cuando decimos demenciales, lo decimos no adjetivando sino técnicamente. No puede argumentarse racionalmente conceptos como la vacuna es veneno, que el coronavirus es una gripecita, que en la geopolítica mundial hay buenos y malos y no intereses, que el gobierno es comunista, y demás delirios. ¿Cómo puede articularse una hoja de ruta mínima para el futuro del país, con esta oposición y este sistema de medios? Porque puede haber criterios distintos en términos geopolíticos, en cuanto a la administración de los bienes comunes de los argentinos. ¿Pero puede haber diferencia en cuanto a la salud de los argentinos, en cuanto a contener a los que se caen del mapa económico? El país necesita otra oposición, otro sistema de medios. No porque las ideas que están dispersas en la oposición estén mal, sino por el carácter destituyente y abismal que estos actores plantean para el futuro del país.

Las elecciones 

Las futuras elecciones en contexto de pandemia serán en principio complejas. Nadie sabe cómo actuarán las nuevas variantes de covid-19.

El oficialismo necesita ganar, para poder avanzar en su plan de gobierno y revertir muchos de los problemas estructurales tantos económicos, político, judiciales, institucionales, comunicacionales. La oposición quiere ganar para volver para atrás lo que el gobierno pudo hacer en estos meses de pandemia. En esta sociedad hiperpolarizada no puede hacerse una pausa, para derrotar la pandemia y luego ir a la elección. No se puede priorizar la salud, porque parecería que la democracia solo es el ejercicio electoral.

En el marco de la pandemia, el gobierno generó una política sanitaria que logró contener la pandemia, no evitarla, cosa que fue imposible en todo el mundo. Paradojicamente eso es parte de lo que un gobierno tiene que hacer, no puede plebiscitarse la correcta gestión del sistema de salud. Tampoco se plebiscita que somos uno de los países con mayor porcentaje de vacunados, y con mayor grado de efectividad para conseguir vacunas en el mundo. Tampoco que seamos uno de los países que pueden producir dichas vacunas. Nada de eso será plebiscitado en esta elección, más bien las expectativas que los argentinos volcaron hacia el Frente de Todos en la elección 2019. No es que el gobierno no haya hecho lo necesario para que esos cambios se hagan. Pero la pandemia envió a la economía argentina al peor de los infiernos. Peor que después de la gestión económica del gobierno de Cambiemos.

La comunicación política tendrá que centrarse por parte del oficialismo en describir cómo salimos y que hoja de ruta seguirá el gobierno para cuidar a los argentinos, no ya en términos de salud sino en términos económicos. Cómo podrá frenar la especulación inflacionaria de los sectores concentrados que ponen como centro el mercado mundial  y su ganancia particular, por sobre las necesidades de los argentinos.  No solo lo que hizo, hace, sino lo que va a hacer para que los argentinos mejoren su situación económica. El gobierno debe mostrar cómo el país va a salir adelante, dar certezas, en momentos de incertidumbre.  

La oposición debería darse cuenta, que su posicionamiento ideológico, expresado en las últimas horas por el ex presidente en distintas apariciones públicas, puede tener distinta efectividad electoral, pero es un planteo cortoplacista que los va a dejar por fuera del mapa político argentino, quizás por fuera del juego de la democracia perjudicando a toda la sociedad argentina.  

*Licenciado en Sociología, Doctorando en Ciencias Sociales, Docente de la UBA y la UNDAV. Coordinador de Grupo de Estudios sobre Marxismo e Historia Argentina en el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe. Integrante del Centro de Estudios Nacionales y Sociales Arturo Jauretche. Twitter: @Pablolopezfiori