El año no termina cuando aparece la placa roja que indica que faltan 365 días para el 2018. No, tampoco cuando el vecino arranca con los petardos porque ya se le terminó el vitel thoné y el turrón en su mesa. Menos cuando empiezan las cadenas de WhatsApp sobre la particularidad del año entrante que tendrá otras 52 semanas (con menos feriados, valga la triste aclaración). No señor. El año termina cuando se hacen los famosos y benditos balances y rankings del año.

Así que cuando termine de leer estas líneas ya podrá comenzar a saludar a sus afectos con un Feliz 2017 .

Este año político ha sido extenso por demás, ya que arrancó el 10 de diciembre de 2015 con el interregno de Pinedo y el karaoke en el balcón de Perón tal como rezaba Crónica TV en momentos en que la dupla Macri-Michetti festejaba en la Casa Rosada y frente a Plaza de Mayo. Y no quiere terminar, parece. Las Cámaras han tenido un particular desempeño y reconfiguración, donde poco importaron los números de cada fuerza sino, más bien, la capacidad de negociar de las mismas..

No quiero cometer la simpleza de buscar a los políticos del año entre Mauricio Macri (que no tuvo un buen año) y su gabinete. Creo que hubo varios políticos que buscaron descollar con fundamentos interesantes y otros muchos procuraron figurar mediáticamente nada más.

Entre los que considero como artífices importantes del año que termina está Emilio Monzó, quien con su perfil acotado supo comandar al zoológico de 257 animales salvajes y reconvertirlo en un Ecoparque con funciones a sala llena y generando consensos con leyes realmente difíciles de sacar para el oficialismo.

Por el lado del Senado, fue también el año de Miguel Ángel Pichetto, quien terció entre las súplicas del Gobierno y veló para que el peronismo no se desangre aún más. Y más allá de sus sueños y aspiraciones ejecutivas, la negociación política es su mejor virtud y el Congreso su lugar en el mundo.

Sergio Massa ha sabido estar metido en todas las grandes decisiones políticas de este año. Por necesidad de oficialistas y opositores para contar con sus votos; por erigirse como fiscal general de las promesas electorales incumplidas; y por necesitar constantemente mostrarse de campaña. Dentro de esta política histérica argentina, Massa se puede transformar, para los mismos interlocutores, en el transcurso de una semana, en un embustero irresponsable que pone en jaque al presupuesto a ser un amable sushiman, anfitrión de reuniones de gabinete oficialista en su casa de Tigre.

Para cerrar el top five elijo a dos mujeres. No está entre ellas Margarita Stolbizer, quien se ha convertido en esa promesa futbolística que nunca se llega a plasmar, pero que siempre consigue que los clubes quieran ficharla. Una de las elegidas es  Cristina Fernández de Kirchner, cuya impronta y peso hace que el no tener un cargo sea una nota de color a la hora de convocar seguidores que quieran escucharla y venerarla. Supo aprovechar los apremios que le impuso la Justicia para provocar no un efecto clamor, sino un efecto saudade. Ella sabe que a quien debe atacar de manera directa es al Presidente, pero sigue aún sin obtener una respuesta directa de parte de su contrincante. La enorme tarea que deberá encarar Cristina será la de conformar un gran frente opositor para resurgir como alternativa en 2019.

Finalmente, María Eugenia Vidal se convirtió en la otra dama de este ranking político 2016. Con el solo hecho de haber sobrevivido un año como gobernadora bonaerense frente al panorama desolador que se le auguraba, superó cualquier expectativa. Los intendentes del conurbano, los estallidos sociales siempre latentes, sindicatos docentes, maldita policía y unos cuantos etcéteras más, fueron escollos que pudo controlar. Con suerte dispar, es cierto, pero si logra gestionar mejor a su provincia será el as en la manga de Cambiemos para un hipotético enfrentamiento con CFK por la primera magistratura en 2019.