Las islas Malvinas son el símbolo más fuerte que tenemos los argentinos sobre la Unidad Nacional. Podemos discutir sobre política, fútbol o posturas ideológicas pero las Malvinas nos encuentran a todos del mismo y único lado. Son nuestras.

Desde la usurpación inglesa, Argentina reclamó su restitución en todas las instancias internacionales y bilaterales. Por supuesto, la dictadura equivocó el camino al suponer que la solución era un conflicto armado que, además de generar en su momento una profunda grieta en nuestra sociedad, nos dejó heridas imborrables. 

Desde la última década, la guerra de Malvinas forma parte de la lista de las luchas por la Memoria, la Verdad y la Justicia, a través de políticas de Estado. Los soldados dejaron de formar parte de una guerra que nos avergonzaba y pasaron a ser veteranos de guerra de una historia en común y nefasta que los había arrasado a ellos también

 Es en la historia política reciente que se decidió crear un Museo donde se reivindica como corresponde a los caídos en la guerra y su historia. Se llevó la defensa territorial a las escuelas, y la importancia de la soberanía política como condición para obtener independencia económica. Hasta se lanzó, como un recordatorio más de la identidad de las islas, un nuevo diseño del billete de $50 que circula de mano en mano entre los argentinos 

Pero sobre todo, se destaca el impulso, por primera vez, de la identificación de los cuerpos de los soldados argentinos que estaban enterrados como “desconocidos” en el cementerio de Darwin.

Luego de 36 años, 90 lápidas que antes tenían la inscripción: “Soldado argentino sólo conocido por Dios”, hoy tienen nombre y apellido del cuerpo que yace debajo. Estaban sepultados como NN y gracias a un intenso trabajo entre ambos gobiernos, el argentino y el británico, en conjunto con la Cruz Roja, se lograron identificar.

Aún quedan tumbas por reconocer, pero fue un gran paso para la historia argentina, para la memoria de nuestro país, y en particular para los familiares de esos chicos que fueron a una guerra y no volvieron. Al fin llegó la reivindicación de esos héroes silenciosos. 

La Cuestión Malvinas penetró en los argentinos con más fuerza en los últimos años y es parte de nuestro patrimonio cultural. La soberanía no se discute; la argentinidad de las islas, tampoco. Las Malvinas son argentinas. La convicción es irrenunciable y el reclamo de la soberanía por la vía pacífica también lo es.

En este nuevo 2 de abril, nuestro país debe honrar a sus caídos, una vez más, y esta vez con la emotividad de saber ahora dónde están los cuerpos de esos héroes que descansan en nuestra tierra. Porque las Malvinas fueron, son y serán argentinas.

*Diputada Provincial-FPV. Twitter: @rociogiaccone