El sillón es el lugar de llegada después de un día de trabajo o de una noche agitada. En general hay una televisión y muy cerca un control remoto. A veces no es una televisión inteligente, puede ser una computadora con un buen monitor. Otra escena posible es una cama con una computadora portátil apoyada al costado de un cuerpo. De vez en cuando puede ser un celular en un viaje o una tableta sobre una falda. Desde hace un par de años nos la pasamos con la cara frente a una pantalla, como yo, ahora escribiendo esta nota.

Esta cantidad de pantallas que adoramos nos interpelan diariamente. No es que abandonamos la televisión, multiplicamos las posibilidades. Este fenómeno fue percibido automáticamente por todos y materializado por formas de descarga de contenidos o de  múltiples plataformas online. A todo esto sumémosle el propio cansancio de ser un humano. Si estás leyendo esta nota hay grandes chances de que trabajes mil horas, que estudies o que tengas una familia que atender. Últimamente la ciudad es un campo de batalla y es ahí en el refugio de tu hogar donde Netflix te abre la puerta de entrada a un mundo de series adictivas bien producidas provenientes de todo el mundo.

Estas series están pensadas por la raza de guionistas ultra afilados de Hollywood. Buenos guiones, buenas actuaciones y producciones multimillonarias. Es ahí donde caes en la trampa y no podes dejar de mirar. Primero un capítulo, luego el segundo y si te enganchaste mucho tal vez te sumerjas en el mar de una historia y veas una temporada o dos en un día.

Confieso que más de una vez traspase el espejo y me quede perdida detrás del conejo blanco. Destrozando mi psiquis con Bloodline, amando a las mujeres de Mad Man o necesitando la respuesta a la violencia tanto como Sarah Linden en The Killing. Después de terminar con cada una de ellas, el vacío.

No todo en Netflix es ideal, la selección de películas es mínimamente polémica. Cada tanto si buscas bien hay alguna película clásica escondida o una buena película de terror. Hay un cuarenta por ciento de esas producciones que está compuesto por películas de acción, aventuras y policiales provenientes de Hollywood. Es verdad que las series también provienen de Hollywood pero el producto es mejor.

Evaluando todo lo dicho es necesario que seamos conscientes de que somos de alguna manera colonizados a través de nuestra pantalla más próxima y entendamos la importancia de las otras opciones que nos están quedando afuera. Para poder saber quiénes somos es necesario poder mirarnos y la pantalla es un reflejo más, un espacio más de reflexión interna, un lugar donde podemos repensarnos y crecer como sociedad. Es así como se hace imprescindible valorar la maravilla de directores, guionistas y técnicos de cine que existen en nuestro país.

Ya existe Odeón una plataforma de contenidos online gratuita con una pequeña selección de películas y series nacionales, por suerte existen aún los cines del Instituto Nacional de Cine Argentino que multiplicaron sus salas y el maravilloso circuito de pantallas alternativas que existen en la ciudad de Buenos Aires. La comodidad de Netflix está buenísima y es sabido que está repensando los contenidos e incluyendo producciones nacionales pero nunca, nunca nos olvidemos que la posibilidad de que la magia ocurra está siempre fuera de la comodidad.