A menos de un mes de las elecciones la coyuntura se encuentra llena de interrogantes. La elección se mostrará menos polarizada de lo que se esperaba, y todavía no hay definiciones claras sobre quién logrará imponerse en las PASO.

Día a día se expresa la bronca que hay contra el gobierno, la cual se agudizó luego de la represión a los trabajadores de PepsiCo. Así, como también, siguen echando leña al fuego medidas antipopulares como la de los impuestos a los "alimentos engordantes", que no es más que un impuesto a los cumpleaños de los chicos. El macrismo justifica esta disposición en base a una supuesta preocupación por la salud de la población. Pero una política saludable debería realizarse bajando los precios de las frutas y verduras, no encareciendo los dulces.

 En las calles, mientras hacemos actividades de campaña, nos expresan el descontento que hay contra el gobierno de Macri, aunque también nos manifiestan que no quieren volver al kirchnerismo, con el que ya hicieron una experiencia, y que no se mostró como una verdadera oposición en estos dos años de macrismo.

Entonces, es que así se produce un fenómeno de vacancia política que resulta de gran oportunidad para la izquierda, y en especial para la Izquierda al Frente por el Socialismo, en la perspectiva de construirse como una verdadera alternativa para más amplios sectores.

Más allá de esto, gane o pierda, el gobierno estaría decidido a aplicar un ajuste brutal luego de las elecciones. Macri se jugará a imponer cambios de fondo de tipo "thatcheriano" que apuntarían a avasallar el mandato popular de una elección que muy probablemente no arrojará mayorías claras.

 Mientras tanto la crisis en Brasil se agudiza. El gobierno ilegítimo de Michel Temer aprobó una reforma laboral que significa un golpe histórico para la clase trabajadora brasileña. Este paquete de medidas anti-obreras incluye un aumento importante en la edad jubilatoria, la eliminación de las vacaciones pagas, la extensión de la jornada laboral a 12 horas, entre otras.

 Al calor de la crisis brasileña, aumenta la convicción que tiene el gobierno de que es necesario imponer un ajuste brutal para "aumentar la competitividad y productividad del país", y así lograr que venga la prometida lluvia de inversiones. En este sentido, aunque el macrismo gane o pierda, ensayaría una "temerización" llevar a cabo el duro ataque que los empresarios argentinos le reclaman aunque no cuente con la legitimidad suficiente. Sería sacrificar la posibilidad de reelegirse en pos de cumplir con una reforma histórica pedida por los empresarios que busca socavar las condiciones de vida de los trabajadores.

Es que, al gobierno podría salirle el tiro por la culata en un país donde las relaciones de fuerza existentes tienen sus orígenes en el Argentinazo del 2001, este paquete de medidas podría radicalizar las luchas contra el macrismo. Las encuestas manifiestan que podría haber una gran elección de la izquierda, esto también como síntoma de la crisis de representación que se vive. Y esto podría anticipar grandes movilizaciones en pos de pararle la mano a Macri.