Para contestar sobre que queda del peronismo original podemos descomponerlo en algunos elementos que lo componen a saber: 1) estructura social; 2) política internacional; 3) fuerzas armadas (ejército nacional); 4) política económica; 5)sindicalismo; 6)triunfo electoral con mayoría parlamentaria; 7) deuda externa y finalmente, queda la idea como me dijera una compañera.

De dichos elementos se destaca la visión estructural, preguntándonos: “¿qué queda de la sociedad que albergó al peronismo original?”

La sociedad argentina de entonces, años ‘40 estaba raquítica y con la expansión agropecuaria de años anteriores, “-granero del mundo-” disminuida. Grandes masas de hombres y mujeres en todo el país sobreviviendo entre las enfermedades sociales, los problemas de vivienda y la escasez de empleo.

Posteriormente, con el peronismo en acción, se generalizó la condición asalariada dentro de la población económicamente activa semejante a la estructura social de los países industrializados europeos apoyada en una redistribución de ingresos revolucionaria a favor de los trabajadores. Los carenciados recibían la ayuda de la fundación Eva Perón en una fantástica y maravillosa política social y los niños eran los “únicos privilegiados” como rezaba el slogan en la zona de juegos de las plazas. La oposición también participaba de la bonanza, pero estaba enojada por la pérdida de privilegios y la movilidad social ascendente de “los de abajo”, por lo tanto, conspiraba.

Hoy, por desgracia, los pobres se cuentan de a millones y en lugar de la Fundación Eva Perón están los planes, obscenamente aumentados por Macri mientras desprotegía a miles de pequeñas y medianas empresas destruyendo empleos de quienes los necesitaban.

Otra pregunta posible es ¿cómo era la coyuntura política internacional en los años ‘40 del siglo XX?

Como respuesta surge la 2da. Guerra Mundial (1939-45) y la enemistad visible entre el ejército argentino y los aliados ya que el ejército fue fiel a la política neutralista característica de Argentina. No obstante, en los años ‘40 la presión a favor de los aliados, léase EEUU, Inglaterra y Rusia fundamentalmente, era impulsada por los sectores ricos y medios de Argentina, de ascendencia europea éstos últimos, con la corte suprema a favor, deseosos de que el país siguiera sin cambios, con el orden establecido por los sectores ganaderos dominantes, fuertemente aliados con el capital inglés y a la espera del norteamericano. Tan así fue la situación que un autor norteamericano escribía que el departamento de estado norteamericano al año 1945, una vez triunfado el peronismo, tenía solo dos problemas en su política exterior: Argentina y Afganistán.[1]

El ejército argentino produjo la revolución nacional que parió a Perón, rescatado luego por los trabajadores inaugurando el peronismo. A partir de allí, triunfo electoral mediante, comenzó una etapa de justicia social basada en pleno empleo, salarios justos y legislación laboral favorable a los trabajadores. Todo esto junto con el progreso de la industria nacional y también la prosperidad de los empresarios, aunque contrariados por la influencia de los delegados sindicales en sus establecimientos.

Como diría Perón socarronamente: “Cuando llegué yo, no se producían en el país ni siquiera agujas…”. En realidad, había un tímido proceso industrial iniciado desde los avanzados años treinta, pero incomparable con el gran desarrollo industrial que vino después apalancado por el crédito nacional y el ingreso de divisas del agro, retenidas por el estado a través del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio, IAPI. Dichas divisas estaban acaparadas antes de 1945 por tres o cuatro empresas extranjeras dominantes en la comercialización de productos agropecuarios. Hoy nuevamente pocas empresas dominan el mercado y acaparan los frutos del “país” como se decía en lenguaje gaucho. Además, las regulaciones estatales brillan por su ausencia y permiten grandes estafas como la de Vicentín.

Otra característica del peronismo fue la extensa red de organizaciones sindicales sostenidas por millones de afiliados al sindicato más representativo, cuando antes solo representaban a algunos cientos de miles. También estaban las respectivas obras sociales que brindaban calidad de vida para los trabajadores y sus familias, así como los hospitales públicos que también contribuían y atendían a la población en general. Hoy, además de las organizaciones sindicales hay muchos agrupamientos de trabajadores desplazados por la miseria que conforman movimientos sociales también representativos del movimiento laboral pero ya en otra clave, la del trabajo informal y precario sin las conquistas típicas del justicialismo.

En las elecciones, el peronismo era imbatible y tenía mayoría absoluta en todas las instancias. Eso le permitió sancionar la maravillosa constitución de 1949 consagrando la soberanía en el suelo y subsuelo del territorio nacional y la protección a los más débiles (niños, ancianos y enfermos) así como la defensa de la industria argentina.

Hoy el peronismo sigue tocado aún por la derrota de 1983, la primera, mostrándole que muerto el líder las coordenadas para el triunfo eran y son otras. A esto se suma la desorganización del sistema de los partidos políticos por la transversalidad y otras alquimias, amén de una sociedad desestructurada por la dictadura genocida de 1976: “Tendrían que habernos pagado…” dijo Videla.

Otro factor fuertemente diferenciador del peronismo original es la deuda externa que la dictadura militar primero y Macri después le “encajaron” a la Argentina para maniatar a los gobiernos de las mayorías (Alfonsín, Menem, la Alianza, los Kirchner y ahora Alberto Fernández.)

En el peronismo original se pagó toda la deuda, fue la única vez, incluyendo la Baring Brothers de Rivadavia. En 1955, cuando el golpe contra Perón, la deuda era cero y la Argentina no estaba asociada al Fondo Monetario Internacional, FMI. Frente a la invitación Perón les dijo algo así como “No, al dinero nuestro lo manejamos nosotros”. Después del golpe vino el FMI y el Club de París entre otras deudas. 

Finalmente, entre otras herencias valiosas, del peronismo original queda la idea, como me dijera una compañera. La idea significa que los avances de dignidad en la cabeza de la gente no retroceden fácilmente, pese a los golpes militares, las proscripciones y el genocidio. El peronismo de hoy, siglo XXI, triunfó en primera vuelta en 2019 y antes en 2015 perdió por escaso margen.

Tuvieron que ganar la elección los dueños del capital financiero, Panamá Papers con sus compañías offshore, Macri y compañía, para bajar el salario argentino que casi siempre fue el más alto de Latinoamérica. Ese armado electoral no pasó del primer turno debiendo irse derrotado, previo una devaluación muy perjudicial para la economía productiva argentina. 

No se puede volver al pasado pero sí encarar el futuro conservando la memoria histórica del justicialismo que significó un pueblo trabajador feliz, un empresariado nacional próspero extendido en las pequeñas y medianas empresas, un cooperativismo agrario fuerte y extendido, empresas estatales modernas, servicios públicos eficientes, educación, salud y seguridad honrando el gasto público, crédito barato a la producción, defensa del mercado interno y muchas otras virtudes que se deberán mantener articuladas en un sistema adaptado a los tiempos actuales como Perón recomienda en el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional con muchas ideas sensatas de gobierno.

*Sociólogo - Universidad Del Salvador. Diploma de Estudios Superiores en Ciencias Sociales, por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales - FLACSO. Docente investigador contratado en la Universidad Nacional de Moreno - UNM | Algunas de sus publicaciones son: "El pensamiento justicialista de Juan D. Perón”. Céfiro. Revista de Economía y Gestión. UNM, Moreno, Bs.As.; "Estudios sobre la sociedad y el estado"(comp.) EUDEBA.

[1]Whitaker, A.: “La Argentina y los EEUU” Ed. Proceso, Bs. As., 1956.