Finalmente la CGT resolvió convocar un paro nacional para el 6 de abril próximo. El anuncio vino luego del repudio generalizado que el triunvirato cegetista  recibió en la movilización del 7 de marzo pasado, al negarse a ponerle fecha a la medida de fuerza. Al final de cuentas, la cúpula de la CGT tuvo que darles la razón a los "infiltrados" y los "grupos minoritarios" que reclamaban el paro. Una reivindicación no admitida.

Aunque es probable que el gobierno diga que se persigue un fin político, lo cierto es que el paro nacional viene con una demora de por lo menos un año. En los 15 meses de gobierno de Macri se consumaron unos 400.000 despidos. Además, como admitió el triunviro Acuña, se redujo en 10 puntos promedio el salario porque los sindicatos le "creyeron" a Macri que la inflación del 2016 sería de 25 puntos y terminó siendo de 40 o más.

Como consecuencia de ello, la cantidad de pobres creció 1.5 millón y los indigentes en más de 600.000. Mientras tanto, los bancos fueron premiados con beneficios enormes, lo mismo que las privatizadas con los tarifazos y la cadena agro-industrial con una devaluación de más del 50%. Esta transferencia de recursos enorme del trabajo hacia el capital no mereció respuesta alguna de la CGT, que siguió los lineamientos de sus mandantes políticos pejotistas y massistas, que votaron en el Congreso las leyes macristas principales.

¿Estamos ahora frente a un cambio de política? El triunvirato cegetista se encargó de aclarar que el paro general será sin movilización. No es casual. Su objetivo no es desarrollar las luchas de los trabajadores que están en curso contra los techos paritarios, los despidos y las suspensiones, sino tratar de descomprimir una presión social en constante crecimiento. Esta es la razón de fondo por la que el paro no fue anunciado en la propia movilización del 7 de marzo, ante las decenas de miles de trabajadores movilizados. Prefirieron el marco burocrático de un salón de la CGT, luego de una reunión de Consejo Directivo. Muchas informaciones periodísticas dan cuenta que esto incluso fue negociado con Macri.

Desde la movilización del 7 de marzo hasta la fecha los dirigentes sindicales que ahora convocan al paro dieron nuevas pruebas de que no quiere sacar los pies del plato del ajuste macrista. Cada vez más son los sindicatos que han decidido firmar con el gobierno acuerdos especiales, siguiendo el ejemplo del ´pacto de Vaca Muerta´, por el cual el sindicato petrolero de Neuquén se avino a flexibilizar el convenio colectivo de trabajo. En los últimos días la UOM y el SMATA, los dos principales gremios industriales del país, han firmado acuerdos con las cámaras patronales y con el gobierno que van en la misma dirección.

Aunque su objetivo sea maniobrar para mantener lo esencial de su política, deberán hacerlo ahora convocando un paro que no quisieron concretar. Y que a los ojos de los trabajadores y de la opinión pública, fue arrancado por el repudio generalizado que se expresó en el acto del 7 de marzo al grito de "ponele fecha" y "paro ya". En este sentido, el paro expresa una derrota política de la burocracia sindical y de sus aliados políticos los Massa, Urtubey, Randazzo, Scioli. Es la expresión de que la política oficial de mega-endeudamiento se encuentra en un impasse completo y que inexorablemente conduce a la Argentina a una nueva bancarrota.

Para los trabajadores que soportan el ajuste, el paro será un punto de apoyo para una lucha que no se resolverá aisladamente el 6 de abril, sino que requiere un plan de acción que involucre al conjunto del movimiento obrero. Para eso el paro deberá ser activo, mediante piquetes, asambleas y movilizaciones. Se trata de convertirlo en un pronunciamiento político del pueblo contra el ajuste que llevan adelante el gobierno nacional, los gobernadores y la clase capitalista.

El Partido Obrero, integrante del Frente de Izquierda, llama a seguir este rumbo organizando desde ahora el paro activo nacional.