Hasta mediados de los años 70 del siglo XX la Argentina se caracterizó por tener clases trabajadoras en general que tuvieron la posibilidad de ascender socialmente.  Si la Argentina tuvo una amplia clase media, ésta fue consecuencia de importantes procesos de movilidad social, posibles tanto por condiciones económicas como porque la educación y la salud estaban garantizadas vía el Estado. Así, es como hijos y nietos de inmigrantes pudieron ahorrar durante años, por supuesto con muchísimo sacrificio,  para comprar una primera vivienda, tener educación y salud pública. 

Ya en los años '40 y '50 las matriculas de educación secundaria comenzaron a subir y en los años '60 se suma, en forma significativa, las matriculas de educación universitaria. El acceso a la educación secundaria y más aún universitaria estaba directamente asociado a la movilidad social y conformar una sociedad relativamente igualitaria en relación a otros países de América Latina.

Tambien es importante señalar que un profesor universitario con dedicación exclusiva en el año 1974 podía comprarse un auto con su salario y podía aspirar a futuro a la vivienda propia, esto hoy es impensable.

Paralelamente a lo largo del siglo XX esas nacientes clases medias resultado del ascenso de las clases trabajadoras constituyeron un masivo público de salas de cine y el público lector de editoriales  nacionales como EUDEBA y el Centro Editor con importantes tiradas de sus publicaciones. Estos signos de igualdad que no pretenden negar zonas de exclusión social y o pobreza o marginalidad que existían en algunas zonas metropolitanas y del interior del país, principalmente en el Noreste y Noroeste Argentinos, comienzan a debilitarse radicalmente con el Rodrigazo y definitivamente con la última dictadura militar y los procesos económicos implementados durante el menemismo. Es importante señalar que una reorganización de la economía y de la sociedad deben pensarse también en el marco de transformaciones radicales del capitalismo global y el modo como nuestros gobiernos decidieron que nuestro país  se ubique en esas nuevas dinámicas.

El debilitamiento de las clases medias y la reducción de la clase obrera no constituyen un acontecimiento exclusivamente argentino, pero sí lo es la radicalidad  de estos procesos como fue señalado en los estudios sobre La nueva pobreza en la Argentina de Gabriel Kessler, entre otros autores.

Como señala la socióloga holandesa Saskia Sassen, el crecimiento y consolidación de un capitalismo financiero a nivel mundial provoca desigualdad social en el mundo: desempleo, dificultad creciente de acceder a la vivienda propia, migraciones, vulnerabilidad de las clases medias. Junto con el crecimiento de los nuevos pobres  y la profundización de la brecha con los nuevos ricos fueron surgiendo fenómenos inéditos en la sociedad argentina con respecto a las maneras de habitar y formar comunidad social. Así es como una franja de nuevas clases medias que ocupaban nuevos puestos en la nueva dinámica empresarial capitalista en general abandonan la vida urbana.  El espacio urbano se ordena de maneras excluyentes a partir de la emergencia de nuevos imaginarios de qué es lo social, la convivencia, el nosotros y los otros. Espacios urbanos cerrados como son los countries son una marca dura de la desigualdad social. Es un rasgo del debilitamiento de lo público que luego se traslada a nuevo tipo de construcciones ya en la ciudad, pero con seguridad, cámaras, interrogatorios etc.

También podemos advertir barreras imaginarias en zonas urbanas a partir de nuevos estilos de vida. En contracara a estas nuevas urbanizaciones observamos el crecimiento de villas miserias en la ciudad de Buenos Aires, en el conurbano bonaerense, el Gran Rosario donde clases trabajadoras sumergidas en la informalidad laboral conviven con núcleos sociales donde la única forma de subsistencia se vincula con la ilegalidad del narcotráfico, entre otras.

La emergencia y expansión del rap y el trap, géneros musicales originados en zonas marginales de ciudades americanas afectadas por procesos de desempleo y gentrificación urbana,  en la Argentina representan en clave musical creativa, el drama  del crecimiento de una juventud que en los números, a diferencia de lo que ocurría en los años '40 y '50 del siglo XX, ya en un 45 por ciento no termina el secundario y baja la edad de fecundidad adolescente. Esta situación tiene profundas consecuencias negativas en términos de inclusión social. Si en las clases medias hacia arriba, la mujer pospone la maternidad hacia pasadas la segunda mitad de los años treinta, crece el porcentaje de niñas y adolescentes madres.  Esta claro que esos adolescentes y jóvenes ya no serán de la clase media como aspiraban las clases trabajadoras en el pasado sino estarán sumergidas en la exclusión, la informalidad y la vulnerabilidad. Son conscientes quienes tienen el poder de intervenir política, económica y socialmente de la sociedad que se está generando. Esta situación es de extrema gravedad y nos desafía a pensar en distintos niveles de responsabilidad, de qué manera  reconstituir un lazo social profundamente dañado por la exclusión, la denigración social, la dificultad de alcanzar una vivienda digna y el debilitamiento de códigos de convivencia sociales como resultado de la precarización laboral.

*Investigadora del Area Estudios Culturales.Instituto Gino Germani- FSOC-UBA