Riesgos laborales en tiempos de pandemia: nuevas y viejas incertidumbres
Informalidad, precariedad y desempleo se advierten como rasgos salientes de esta crisis
La crisis pandémica que provocó el COVID19 es de características sistémicas. Ello implica que variadas y significativas esferas de nuestra vida en sociedad han sido afectadas de modo interdependiente. Una crisis que es a la vez ecológico-ambiental, sanitaria, laboral, económica profundizó situaciones y dinámicas ya existentes en la etapa pre pandemia, y dejará pesadas huellas en los tiempos por venir.
Todas las regiones resultaron conmovidas de diverso modo, aunque algunos rasgos estructurales presentes en las distintas geografías denotan dificultades, riesgos e incertidumbres de diferente espesor. La integración socio laboral con sus características variadas resultó trastocada rápida y profundamente a nivel planetario, mientras que en la región de América Latina y el Caribe el desempleo, la precariedad, la informalidad, la pobreza ascendieron raudamente. Justamente, algunas estimaciones indican la pérdida de 47 millones de empleos aproximadamente. Si bien la desocupación abierta creció del 8,9% en el segundo trimestre de 2019 al 11,0% en igual período de este año, ello no refleja los significativos aumentos de personas que no pudieron buscar empleo fruto del aislamiento social impuesto en los distintos países, y del efecto desaliento[i].
La Argentina no quedó ajena a estos procesos. Al igual que en el resto de la región, creció el desempleo tanto expresado en las estadísticas como en las situaciones no mesuradas por las encuestas nacionales. Mientras la tasa trepó en el segundo trimestre del año al 13,1%, cuando en el período enero-marzo había llegado al 10,4%, la precariedad laboral auguraba volúmenes elevados habida cuenta que el empleo no registrado ya detentaba cifras preocupantes en años anteriores, abarcando alrededor del 35% de la población ocupada[ii].
Las perspectivas para los trabajadores no resultaban muy auspiciosas al comenzar el año. Ciertamente, el gobierno saliente había dejado importantes secuelas en la economía que ya anunciaban un déficit de crecimiento y como consecuencia, la inserción laboral de distintos grupos sociales resultaría damnificada. Ello se agravó aún más con la pandemia al tiempo que se agudizaron problemas del mundo del trabajo presentes como rasgos históricos en América Latina y en la Argentina.
En efecto, la inserción laboral de la población activa se produce en condiciones marcadas por la heterogeneidad estructural[iii]. Empleos formales, a tiempo completo y con acceso a beneficios y seguridad social que conviven con modalidades de trabajo signadas por formas de contratación eventual, precarias e inestables, a partir de relaciones de dependencia asalariada, también autónoma e independiente. El tejido económico-productivo, al mismo tiempo, denota la existencia de empresas de distinto tamaño, con grados de tecnificación muy diversa, trabajo-intensivas en una importante cantidad de casos. La denominada cuarentena dispuesta por el gobierno nacional para evitar el colapso del sistema de salud, afectó inexorablemente a una gran cantidad de estos sectores y unidades económicas, al igual que a los trabajadores de muy disímil grado de cualificación.
Sin embargo, instrumentos de transferencia de ingresos hacia las empresas formales lograron morigerar los efectos de la pandemia sobre una porción de la fuerza de trabajo, mientras otra parte quedó sumamente golpeada y aquejada. Es por ello que la informalidad, la precariedad y el desempleo se advierten como rasgos salientes de esta crisis pandémica, en una contexto de incertidumbre marcado por el devenir del virus, la vacuna y la capacidad de los estados nacionales de gestionar esta situación con restricciones financieras y presupuestarias, que en el caso de la Argentina ya se anunciaban acuciantes al inicio de la crisis sanitaria.
Grupos sumamente vulnerados en la pre pandemia han visto por lo tanto agravada su condición: mujeres, jóvenes, trabajadores por cuenta propia, autónomos, asalariados informales y precarizados muestran por lo tanto una de las aristas apremiantes que enfrentamos con las sucesivas crisis del capitalismo, y que en América Latina y la Argentina cuenta con importantes antecedentes: la desigualdad social.
El modo en el cual los trabajadores logren insertarse en el mundo del trabajo, las formas de contratación favorecidas, la percepción de salarios que superen la línea de pobreza, el acceso a derechos, beneficios, protección social y atención privilegiada a las tareas de los cuidados que realizan las mujeres, resultan desafíos y cuestiones indispensables que deben ser revisadas y afrontadas con prioridad para atender los riesgos sociales, las incertidumbres y asimetrías que se revelan en el presente.
*Investigadora y docente de la Universidad Nacional de General Sarmiento y del CONICET