Sobre la corrupción
Por Leandro Santoro. La corrupción que no se discute, pero que comienza a florecer, es aquella que abarca medios y fines
El mundo entero enfrenta una enorme problemática que es la desigualdad. Al día de hoy, las ocho personas más ricas del mundo, concentran la misma riqueza que la mitad más pobre de la población (más de 3500 millones de personas). Una de las aristas que presenta la desigualdad es la corrupción, que suele ser la elegida a la hora de plantear los debates.
Discutir la corrupción -del modo en que se discute- tiene, al menos, tres fallas
-Se centra exclusivamente en situaciones cuantificables en dinero, lo que pone el acento en la corrupción como medio, dejando de lado la corrupción en los fines
-Se utiliza como velo de la desigualdad, que, en cambio, llevaría a discutir la distribución de la riqueza y la distribución de la pobreza
-Existe una deliberada focalización en la corrupción estatal, lo que se ha convertido en la principal estrategia discursiva de una derecha que descree de la relevancia del Estado como institución fundamental para el desarrollo
Medios y Fines
Por más que no fuera políticamente correcto, es imperativo discutir la corrupción en términos relativos. Ninguna corrupción es sana; toda corrupción atenta contra la democracia y contra la igualdad; pero no toda la corrupción tiene el mismo impacto, no toda la corrupción produce el mismo daño.
La discusión de la corrupción como medio, desatendiendo la corrupción en los fines, pone en un plano de igualdad a toda la corrupción, y eso no es bueno. Medios y fines no deben separarse. Por supuesto que la corrupción como medio desvirtúa el fin en alguna medida, pero existe una corrupción peor que es aquella que para corromper el fin necesita viciar el medio.
Digamos que no es lo mismo un hecho de corrupción en la que un funcionario traidor a la patria y al proyecto se queda dinero de la obra pública (corrupción como medio) que finalmente se hace; que aquella que posibilita la flexibilización laboral, como ocurrió con "la ley banelco", en la que aparece la corrupción como medio para un fin que también está corrompido por el hecho de alterar la integridad de derechos adquiridos por el pueblo. O como pretendió la empresa de los vales alimentarios al proponer sobornos (corrupción como medio), para incluir estos vales -no remunerativos- dentro del salario (corrupción del fin); situación que hubiera empobrecido a los trabajadores y contribuido al vaciamiento de nuestro Sistema de Seguridad Social, de no haber sido por la valentía de Mariano y Héctor Recalde, que denunciaron el hecho y aportaron todas las pruebas.
Corrupción como velo de la Desigualdad
Rousseau dice que entre los que no tienen (pobres) y los que tienen (ricos) se generó un acuerdo tácito en el cual los primeros permiten la existencia de los segundos (él lo llama pacto inicuo). Dice también que los que no tienen, viven con la aspiración de pasar del otro lado, pero no necesariamente de modificar el pacto en el sentido de la equidad (pacto equo).
Nuestro sistema mundial propone "el sueño americano" como boleto hacia "el otro lado". Es decir, el sufrido esfuerzo y trabajo, robustecidos por el fortalecimiento de capacidades individuales, ofrecerían la posibilidad de acceder a una mejor vida, a la vida de los que tienen. Sueño que se pone en tela de juicio cuando la concentración de la riqueza es tan ridícula y la difusión de la pobreza es tan imponente La mitad del mundo es pobre y nadie en su sano juicio podría afirmar que son todos vagos e incapaces que no se esfuerzan.
En ese contexto, en el que el individualismo tiene un rol central, en el que nuestro sistema -tal como está- no ofrece oportunidades ciertas de desarrollo para nuestros pueblos, algunas personas encuentran en la corrupción un boleto semi-rápido hacia "el otro lado".
Desde mi perspectiva, discutir la corrupción sin cuestionar el sistema, ni los valores que propone el sistema, ni la desigualdad como problema central, es sencillamente una discusión estéril.
Corrupción Estatal
Siempre que se develan hechos de corrupción, se habla de corrupción estatal. Y siempre que se habla de corrupción estatal, se esconde al actor privado involucrado. Como si la corrupción fuera exclusividad de los estados hecho que queda absolutamente desestimado luego de la crisis de Wall Street-.
Con el caso Odebrecht, estamos ante este tipo de manipulaciones. Se pone el foco en cuánta coima habrá recibido algún funcionario corrupto, y no se tiene en cuenta que el socio de Odebrecht al momento de las coimas es Macri. Se habló hasta el hartazgo sobre los bolsos de López, pero poco se habló de quiénes le dieron ese dinero. El caso de Macri-Panamá Papers no tuvo la misma cobertura, y tampoco se investigó demasiado sobre la fuente que originó ese dinero.
El mismo discurso encontraremos en toda América Latina (el continente más desigual del mundo). Lo más probable -yo no tengo dudas- es que si se investiga y estudia toda la obra pública en la Región, veremos que los gobiernos cambian y los que pagan las coimas son los mismos.
Conclusión
La gravedad de la situación argentina actual está en que es el mismo gobierno el que planta como bandera la discusión de la corrupción, pero promueven una discusión estéril que oculta la corrupción de fines y la corrupción privada.
La corrupción que no se discute, pero que comienza a florecer, es aquella que abarca medios y fines deberemos prestar especial atención a los intentos que habrá de desfinanciar el ANSES para luego privatizar las jubilaciones; los convenios con las aerolíneas low cost que además de representar un negocio para quienes los impulsan desde el gobierno (medio), serviría para destruir y reprivatizar aerolíneas (fin), etc.
Por otra parte, la mayoría de las políticas que propone este gobierno son anti-universales, pro individualización del acompañamiento estatal (se acompaña a individuos, no a comunidades), y en pos del fortalecimiento de competencias individuales (con esas competencias deberías resolver tu situación en el mercado). Las propuestas pseudo-solidarias rompen la trazabilidad de la construcción de capital social (ayudemos a determinadas personas para que se arreglen solitas). La pseudo-solidaridad contribuye al triunfo cultural del individualismo, que a su vez es necesario para realimentar la corrupción y abonar a la desigualdad; y con buena o mala intención -no importa- mucha gente cree en este tipo de políticas de aspecto progresista.
Por último, no es que sólo nos gobiernan CEO´s de empresas. Nos gobiernan representantes de empresas que se enriquecieron a costa de negocios con el Estado (en dictadura y en democracia), y que buscan recuperar un statu quo que les quedaba más cómodo, en el que el pueblo queda en segundo término. Macri era sinónimo de corrupción mucho antes de que existiera la palabra kirchnerismo.