El 24 de marzo es mucho más que una mera efeméride en que conmemora el inicio de la última dictadura cívico-militar. Es, ante todo, una jornada de lucha para reivindicar a las y los 30.000 detenidos- desaparecidos, para continuar defendiendo los derechos humanos que son violados de manera sistemática por el Estado y su policía, y para rechazar la política entreguista que ha votado todo el régimen político en las últimas semanas.

Este 46 aniversario del golpe nos encuentra con una convocatoria a Plaza de Mayo que toma un sentido particular: el gobierno peronista y la oposición patronal cerraron un acuerdo con el Fondo Monetario que implica condenar a millones a la más absoluta miseria, la entrega de la soberanía del país a partir de un co-gobierno con el FMI y la continuidad y profundización de los planes de ajuste contra la clase trabajadora.

La hipocresía del peronismo le permite, al mismo tiempo que promulgaban este pacto colonial con el Fondo Monetario, hacer actos demagógicos en distintos puntos del país dejando al 24 de marzo como una fecha encapsulada en el pasado, escindida de los desafíos que tengan las y los oprimidos en el presente. Este año, además, se suma el resquebrajamiento del gobierno, que convierte a las manifestaciones de los distintos sectores que componen el Frente de Todos en una interna a cielo abierto donde camporistas y albertistas medirán fuerzas.

El contraste entre las marchas oficialistas y la que realizaremos desde el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia (EMVJ) no podría ser mayor. Mientras la primera está atada a la disputa en la coalición gobernante y atravesada por especulaciones electorales, la movilización del Encuentro –de la que participaremos un centenar de organizaciones- es una marcha independiente de todos los gobiernos y de lucha. Esto no es un dato menor, ya que nos permite denunciar sin ataduras los atropellos que sufrimos diariamente: el gatillo fácil, la miseria popular, por la apertura de todos los archivos de la represión y contra la criminalización de la protesta social, entre otras consignas que el gobierno es incapaz de enarbolar.

La herencia de la dictadura

Aun cuando el terror genocida del Estado no comenzó con el golpe militar, sino que se remonta hasta 1974 bajo el gobierno de Perón e Isabel y la acción de la Triple AAA, el 24 de Marzo de 1976 marcaría un antes y un después para la historia argentina no solo por su accionar genocida (persecución, secuestro y tortura de militantes y activistas populares, el descabezamiento de las comisiones internas clasistas y el feroz intento por destruir toda clase de organización obrera independiente) sino también por haber producido una marca imborrable en materia económica con una serie de lineamientos que no fueron revisados por los gobiernos democráticos y continúan vigentes hasta la actualidad.

El enorme crecimiento de la deuda externa es, sin dudas, uno de los más importantes. En este sentido, los organismos internacionales de crédito jugaron un papel destacado. El FMI le otorgaría su primer préstamo al gobierno militar apenas dos días después de haber realizado el golpe y le realizaría junto con el Banco Mundial catorce préstamos más durante los siete años que duró la dictadura genocida. En este mismo periodo la deuda externa se multiplicaría en más de siete veces y en el año 1982 se estatizaría gran parte de la deuda privada. 

Es evidente que primero el golpe y luego la política llevada adelante, contaron con el apoyo del conjunto de la clase capitalista y sus organizaciones que se beneficiaron del accionar represivo. Los dos principales partidos de Estado –peronistas y radicales- continuaron, en muchos casos, dirigiendo intendencias y prestando colaboración activa a un régimen que asesinaba, perseguía y desaparecía a muchos de sus compañeros.

No sorprende, entonces, que con el retorno de la democracia estos partidos de Estado hayan mantenido la estructura económica impuesta a sangre y fuego por la dictadura militar, reconociendo un endeudamiento absolutamente fraudulento y llevando adelante todo tipo de políticas ajustadoras.

Casi medio siglo después seguimos luchando contra el colonialismo que nos imponen a través de la deuda externa y el pago al FMI que fue apoyado por esos mismos partidos –y sus derivados- recientemente en el Congreso. Exigimos la investigación y el no pago de la deuda externa y planteamos Fuera el FMI.

46 años después seguimos de pie, gritando bien fuerte: ¡30.000 compañeros detenidos-desaparecidos PRESENTES!