Bernardo Martínez Sáenz tiene 37 años, es Ingeniero Industrial graduado de la Universidad Nacional de Mar del Plata, y es CEO y co-fundador de Deitres, una empresa nacional de desarrollo de software, firmware y hardware, desde su fundación en 2010. También es Presidente de la Asociación de Tecnologías de la Información y la Comunicación de Mar Del Plata (ATICMA). En medio de un período delicado por la pandemia, pero también acelerado en lo que a decisiones económicas refiere, la historia de su empresa se articula con las idas y vueltas de la Argentina en los últimos 10 años. En la entrevista apuesta por el desarrollo nacional sin pasar por alto las dificultades de un área que, creciendo al calor del mundo digitalizado, colisiona desde siempre con un horizonte político local, en el cual aún tiene su peso aquella sentencia de que nos convendría más dedicarnos a ser “el granero del mundo”.

Deitres funciona en Argentina, en Estados Unidos y produce en China ¿por qué se mudaron?

- El desarrollo está en Argentina, en China fabricamos y en Estados Unidos está el holding. No fue siempre así, arrancamos en 2010 fabricando acá, con barreras arancelarias que nos protegían, eso nos permitió empezar. Cuando ganó Macri cambiaron las barreras arancelarias y tuvimos que irnos a fabricar a China. Financieramente fue un problema porque allá no te financian. Y yo no hubiese podido emprender fabricando directamente allá porque no tenía plata para auto financiarme, y el proceso de producción para que nosotros, que diseñamos el producto, requería algo fácil de procesar y de bajo costo. Luego de 10 años nos fuimos por una cuestión impositiva: era más barato importarlo terminado que traer los componentes para ensamblar acá. Ensamblar es el proceso de soldar los más de 200 componentes que tiene el equipo en la placa y hacer la impresión de PVC. No agarrás una placa y la metés en una caja. Desde 2016 fue más caro pagar importación que traer el producto ya terminado con bolsita y manual.

¿Piensan en fabricar de nuevo acá?

- Queremos, estuve haciendo averiguaciones en Tierra del Fuego, pero no es tan sencillo. Nuestra intención no es poner una fábrica, nosotros somos una empresa de desarrollo, como iPhone, salvando las distancias (risas). Venir no termina de cerrar porque estamos en un volumen intermedio, sigue siendo costoso, y en china tienen todo muy aceitado. Nuestro volumen es todavía chico como para ensamblar en Tierra del Fuego.

¿Qué condiciones necesitan para que eso suceda?

- Sobre todo, impositivas. El apalancamiento a las empresas que fabrican esto es para las empresas que producen grandes volúmenes, necesitaríamos que haya lo mismo para las que fabrican menos. Está muy inmadura en Argentina toda la parte de producción electrónica.

¿Cómo ves la situación económica y cuáles son las expectativas? La pregunta inevitable, ¿cómo impactó la pandemia? 

- La verdad es que soy un optimista, aunque la situación es terrible en el mundo, no sólo por cuestiones económicas y de salud, sino por la recesión que va a haber a nivel mundial, y que nos va a impactar. Pero no soy un tonto optimista, sino que creo en las políticas que se están aplicando, que alientan al consumo y no a que la gente guarde. Necesitamos que haya consumo como sea. A Deitres, como a todo el sector, la pandemia lo aceleró muchísimo; ojalá no hubiera ocurrido, pero económicamente nos vino muy bien. La industria del conocimiento tiene hoy dos características: inversores que ven que crecemos, y bancos que por eso mismo nos prestan plata. Si el desarrollo que hicimos lo vendiera sólo a los marplatenses no sería rentable, esto es sí o sí a escala país desde el primer día, después al continente y tratar de llegar al mundo.

Tenía 9 viajes pactados para hacer en el 2020, hice 40 pero virtuales. Alivianar el esfuerzo comercial así no hubiera sido posible antes porque el cliente no estaba acostumbrado a reuniones por Zoom. Hoy puedo en un día reunirme con clientes de La Plata, de la Quiaca y de México, sin que a ellos les moleste la reunión virtual. No nos cambió el trabajo, y en lo cotidiano Deitres nunca estuvo mejor: vendiendo muchísimo, creciendo en Latinoamérica, lanzando un producto nuevo; es uno de nuestros mejores años.

En el año 2006 nació ATICMA, 2007 el gobierno de Cristina Kirchner creó el Ministerio de Ciencia y Tecnología ¿qué significó esa medida para el rubro? ¿Y qué pasó cuando Macri lo redujo a Secretaría?

- Fue una señal muy fuerte. Tuve una discusión por este tema con Jorge Aguado (ex vicesecretario del área), que me dijo que para él era lo mismo Ministerio que Secretaría. Le dije que no, es una señal muy clara de qué es lo importante para uno. Fue un problema que lo redujeran: habíamos recibido 17 subsidios antes del 2016, y de ahí al 2019 recibimos uno y medio, demorado, con pagos atrasados. Realmente me complicó muchísimo: que vuelva ser Ministerio es una buena señal.

Se aprobó la ley de teletrabajo, ¿qué implicancias tiene?

- No habría demasiados problemas para nuestro sector con respecto a la Ley de Teletrabajo. Destaco que impactó como una mala señal en el rubro, más que nada porque seguimos necesitando la Ley de Economía del Conocimiento. Y aunque las dos leyes salieron juntas de Diputados, Teletrabajo fue por un tubo y la otra se frenó.

¿Qué pasó con la Ley de Economía del Conocimiento?

- Es la continuidad de la Ley de Software que presentó Agustín Rossi en su momento, y favoreció mucho al sector, y tenía vigencia hasta diciembre de 2019. Cambiemos antes de irse aprobó un proyecto para continuarla, pero omitieron un par de cositas: su ley hacía que se le bajaran las cargas sociales a todo el mundo y desfinanciaba al Estado completamente. El Grupo Clarín pasaba a no pagar el 70% de las cargas sociales. Fue vetada y la nueva gestión nos avisó en cuanto asumió que era inaplicable, y nosotros obviamente entendimos los argumentos. La nueva ley está frenada, según tengo entendido, porque terminaba beneficiando a empresas como Mercado Libre, Glovo, que no la necesitan, y que no están en los objetivos de la ley. Esa parte se modificó, pero no avanzó, y empresarios lo ven con malos ojos. Se podía evitar, lo hablé con funcionarios, entiendo que el Estado debe prestarle atención a la salud y a áreas como el turismo que están complicadas, pero nuestro sector crece y si no le das bola ahora, se van y facturan en otro lado. Mi percepción es que se están yendo, aunque no tanto como en los últimos dos años. Cuando tenés una empresa de software y crecés, un punto central es asesorarte para soportar un crecimiento fuerte, y si hoy vas a un estudio contable te dicen que dadas las condiciones de leyes y el precio dólar te conviene armar una empresa en Uruguay. Encima el empresario medio argentino tiene una tendencia a estar en contra de este gobierno, cualquier excusa le viene bien. Yo quiero traer la parte de Deitres que está en China pero me queda al revés, ya la armé y funciona como un relojito.

Repatriar investigadores fue difícil y caro, pero ellos tenían ganas de volver. Es un problema grave que se pierda este tiempo, el sector puede ser una gran fuerza impulsora de crecimiento del país. Las instancias de diálogos que han generado son muy buenas, cómo se ha ordenado el Ministerio de Producción en la industria del conocimiento también. Apoyar al sector TIC es impulsar el empleo violentamente en un montón de ramas. El 90% de nuestro gasto son salarios y esos sueldos se reinyectan de inmediato. Siempre me imagino que los 10 dólares que yo vendo en Colombia se transforman en 3 pintas en Antares muy rápido.

Deitres plantea la participación abierta y el trabajo colaborativo como vías para buscar el máximo potencial de cada quien, y el disfrute de lo que se hace ¿cómo se construye esta dinámica?

- Esto pega directo en nuestro sector. La persona individual es más importante que la empresa, hay que bregar por la felicidad de todos los que trabajamos antes que por el objetivo de la compañía. Es algo muy personal, pero en el mundo IT no puede hacerse de otra forma. Porque donde hay una demanda insatisfecha, si alguien no está cómodo busca otro laburo. A diferencia de trabajos donde se puede “rendir menos”, en las TIC el que mete un código mal sin querer porque está desganado o distraído, te entierra. Y eso depende de cómo está, hay que cuidarlos para lograr algo piola. La asociatividad viene de saber que la tecnología es súper compleja y ya no existen los Edison o Einstein. De hecho, Zuckerberg o Bill Gates son estereotipos para que se animen otros emprendedores, pero no es que ellos solitos hacen todo. Con la tecnología uno tiene que ser humilde y saber que solo no podés. Es colaborativo, es asociativo, estamos obligados a eso y me encanta, al que no le guste igual lo tendrá que hacer para prosperar.  

Los directores en Deitres son jóvenes, en ATICMA la comisión de Mujeres TIC lanzó el Club de Chicas Programadoras de entre 11 y 17 años ¿tu trabajo se enmarca en una agenda de preocupaciones del siglo XXI?

- Las TIC tienen que estar preocupadas por el siglo XXI. Chicas Programadoras tiene alrededor de 50 inscriptas, está buenísimo y para mí es hacer un mundo un poco más justo. Tené en cuenta que IT está compuesto por millenials, que saben que es ahora cuando hay que vivir, ser felices, la vida es una sola. A mí me encanta que sea así, pienso eso y creo que el mundo tiene que ser mejor, con menos injusticias. Cuando te encontrás con gente así te entusiasmás y le metés.