La propensión de la gestión Cambiemos a favorecer la plaza financiera fue atacada desde diversos frentes. Los críticos argumentan que la “bicicleta financiera” y las elevadas tasas de interés atentan contra la economía real. Sin embargo, no existe tal contradicción entre el mundo financiero y el productivo porque son dos caras de la misma moneda. El gobierno lo sabe y por eso intenta profundizar el mercado de capitales.

Esta temática puede abordarse desde innumerables aristas. En pos de la simplicidad, veremos tres ópticas interrelacionadas.

Canal ahorro-inversión

A la inversa de la lógica keynesiana, el gobierno pone el foco más en el lado de la oferta que de la demanda agregada. Y uno de los corolarios principales es que la igualdad contable entre ahorro e inversión se logra potenciando el primero más que fogoneando el segundo.

El ahorro es una de las variables más deterioradas de las cuentas nacionales. Según el Fondo Monetario Internacional, Argentina tiene una tasa de ahorro bruto sobre PBI de 13%, una cifra muy inferior a las de América Latina (18%), países desarrollados (22%) y otras economías emergentes (32%).

Años traumáticos de experiencias inflacionarias y devaluatorias conspiraron contra el ahorro en pesos. Pero el argentino supo adaptarse al entorno de inestabilidad y buscó reservas de valor alternativas en el atesoramiento de dólares, los inmuebles, el consumo de bienes durables.

En términos agregados, el déficit de ahorro se tradujo en un cuadro de inversión anémica. Cabe recordar que la inversión es el único componente de la demanda que aumenta el stock de capital (maquinarias, infraestructura, etc.) y, por lo tanto, contribuye a mejorar la productividad de la economía. Sin inversión, el crecimiento sostenido es ciencia ficción.

Tasa de interés real positiva

Gran parte del derrotero del ahorrista se relaciona con la inexistencia de instrumentos financieros que premiaran la decisión de no consumir hoy para consumir más en el futuro. No había activos que sirvieran de reserva de valor.

Las Letras del Banco Central (Lebac), en el marco de una política monetaria contractiva, rompieron con ese esquema previo. En 2017, invertir en aquellas rindió un 28,6% nominal que, neto del efecto inflacionario, se tradujo en una tasa real positiva de 3,1%.

Así, alternativas conservadoras en pesos permitieron no solamente hacerle frente al aumento del costo de vida, sino que también avalaron una mejora del poder de compra del capital.

El mercado de capitales

Este canal, complementario al bancario, es central para posibilitar el financiamiento de unidades deficitarias (Estado y empresas) con planes de inversión en capital físico y humano por parte de agentes superavitarios (personas y empresas).

Por ejemplo, el ahorro se convierte en inversión cuando una empresa grande emite acciones, así como también cuando una PyME descuenta un cheque en la bolsa. La recompensa del ahorrista es una tasa de interés que la compañía se compromete a pagar con el resultado de su inversión.

Una métrica habitual que muestra el rezago local en materia financiera es la que compara el valor de las acciones de las empresas cotizantes (capitalización bursátil) con el PBI. El indicador argentino es 17%, mientras que en Brasil y Perú alcanza el 44% y en Chile el 98%.

Con todo, la intención del gobierno es que los argentinos podamos vivir con lo nuestro. Para eso, el ahorro es vital. Ese flujo es un insumo clave para financiar el gradualismo (déficit fiscal) y las inversiones que mejoran la productividad y el crecimiento sin depender de los impredecibles capitales internacionales.

 *Mg. en Finanzas y Lic. en Economía (UBA). Economista Jefe en MB Inversiones.  Economista Jefe de MB Inversiones. Twitter: @nerypersi