Existe un consenso tácito en nuestra sociedad sobre la importancia de la educación para igualar oportunidades. Sin embargo, el sistema educativo argentino presenta múltiples desafíos: es un sistema sumamente fragmentado y desigual, tanto en términos de acceso y trayectorias educativas como, fundamentalmente, en relación a los aprendizajes que los estudiantes pueden alcanzar a lo largo de su escolaridad. Una gran proporción de estudiantes que acceden a la educación básica, no logran permanecer y finalizar su escolaridad obligatoria, con grandes brechas de inequidad según el nivel socioeconómico. Estas dificultades se evidencian particularmente en el nivel secundario y se vieron fuertemente profundizadas a partir de la pandemia del COVID-19.

La escuela secundaria es el principal espacio de socialización de los y las adolescentes y jóvenes en nuestro país. En su paso por la escuela secundaria, adquieren aprendizajes, experiencias y miradas que les permiten desarrollar una ciudadanía plena y un proyecto de vida a futuro. Sin embargo, el nivel secundario se encuentra en crisis hace décadas. Parte del problema se explica por la contradicción existente entre los objetivos y sentido que tuvo este nivel educativo en sus orígenes -educar a las elites gobernantes- y su creciente masividad reforzada por su obligatoriedad dictaminada a partir de la Ley de Educación Nacional 26.206 del año 2006. La educación secundaria es “para todo/as” pero excluye sistemáticamente a los sectores más vulnerables de nuestro país.  En 2019, sólo el 43% de jóvenes de los hogares con menores ingresos finalizó el nivel secundario, mientras que entre los y las jóvenes de hogares con mayores ingresos este porcentaje asciende al 91% (Evaluación de la educación secundaria en Argentina 2019, Ministerio de Educación de la Nación).

El concepto de exclusión educativa se complejizó, al existir otras instancias y dinámicas de exclusión al interior de los propios sistemas educativos basadas en la privación de la adquisición de aprendizajes relevantes y significativos por parte de los y las estudiantes. Según datos de Aprender 2019 en el nivel secundario, para el área de Matemática un 43% de los y las estudiantes sólo alcanzó un nivel de desempeño Por Debajo del Básico. Al analizar este dato por nivel socioeconómico, se observa que entre los estudiantes de hogares más vulnerables este porcentaje asciende al orden del 64%, mientras que en el caso de estudiantes que residen en hogares de nivel socioeconómico alto, el mismo se reduce a un 24% (Evaluación de la educación secundaria en Argentina 2019, Ministerio de Educación de la Nación).

La crisis de la educación secundaria pone sobre la mesa la necesidad de implementar transformaciones urgentes a nivel de la organización escolar, del formato de la escuela, de los contenidos que allí se trabajan, del acompañamiento a las trayectorias diversas de sus estudiantes, entre otros aspectos. Distintas iniciativas a nivel nacional y jurisdiccional vienen avanzando en este sentido en los últimos años.

Sin embargo, la irrupción de la pandemia puso aún más en evidencia, profundizó y agudizó,  las dificultades de la escuela secundaria para incluir, acompañar y posibilitar aprendizajes significativos entre los y las jóvenes de nuestro país. En el marco de los alarmantes niveles de pobreza que alcanzó Argentina durante 2020, particularmente entre niños, niñas y adolescentes, y en un contexto de cierre masivo de las escuelas, la falta de acceso a dispositivos TIC, a conectividad de calidad, la necesidad de asumir tareas de cuidado al interior del hogar e incluso de salir a trabajar ante la pérdida de trabajo de adultos responsables, fueron algunos de los desafíos que afrontaron jóvenes de sectores vulnerables para sostener su escolaridad durante la pandemia. De acuerdo a un relevamiento llevado a cabo por UNICEF, se estima que un 6% de estudiantes de todo el país abandonaron la escuela durante 2020 y, de ellos, casi un 20% no se reinsertó en 2021. Sin embargo, aún no existen datos oficiales nacionales, sistematizados y públicos para que como sociedad podamos dimensionar el problema de la exclusión educativa en la pospandemia.

Ante este escenario que pone en riesgo el cumplimiento del derecho a la educación de miles de jóvenes, resulta urgente avanzar en una agenda de fortalecimiento de los sistemas de información educativa, desarrollar sistemas nominales capaces de identificar a aquellos estudiantes que no se reinsertaron así como aquellos en riesgo de abandono. Es urgente desarrollar intervenciones activas que ayuden a los y las jóvenes a retomar sus trayectos educativos, que sostengan y acompañen esas trayectorias de manera integral y que brinden más y mejores herramientas a las escuelas. Los y las jóvenes argentinos requieren de políticas activas, integrales e informadas, que les permitan adquirir aprendizajes significativos para ser ciudadanos plenos en una sociedad cada vez más compleja.

*Socióloga (UBA), Magister en Administración y Políticas Públicas (UdeSA) y en Políticas Sociales y Desarrollo (LSE).Experta en políticas educativas, generación, uso y difusión de datos educativos. Twitter: @sambonelli