El experimento peronista de la CABA mide en las urnas su proyección nacional
El amplio armado que logró articular Juan Manuel Olmos tiene el desafío de ratificar sus propios números de 2023 y ganarle al Gobierno. Peronismo camuflado pero como estructura central. Las claves para el día después y la proyección de la estrategia porteña.
El peronismo se pintó de verde. La estrategia tiene una figura, un arquitecto y un gran objetivo. Leandro Santoro será la cara visible de un resultado que este domingo puede llegar a proyectar una señal que vaya mucho más allá de las aspiraciones a ganar la CABA en 2027 e interpele a todo el peronismo. Juan Manuel Olmos será el responsable político de ese resultado que, si concreta una cosecha de votos superior a la de las últimas elecciones y por encima de los que consiga el gobierno libertario, lo posicionará en la discusión nacional por la reconfiguración del peronismo. Objetivos ambiciosos pero no imposibles en un contexto en que la fragmentación le abre en la CABA al peronismo las mismas puertas que en el país le abre a Milei.
Es Ahora Buenos Aires vino a reemplazar a Unión por la Patria en algo más que una renovación de marca. La estrategia de suavizar el nivel de peronismo en sangre de la oferta electoral del PJ porteño y sus aliados fue desde la elección del color verde en lugar del celeste a ciertos cambios de liturgia, como un cierre de campaña en la UBA (históricamente asociada al radicalismo, como el candidato Santoro) y una amplitud en el discurso que claramente buscó romper las fronteras identitarias peronistas. De hecho, es justamente ese aspecto desde el cual los competidores directos del voto peronista, los armados de Juan Manuel Abal Medina y Alejandro Kim, intentaron restar adhesiones a la lista que integran todos los sectores más potentes del peronismo porteño.
Pero hay un aspecto determinante que traza la diferencia entre el armado actual y de otros turnos electorales del peronismo de la capital. El desdoblamiento electoral definido por Jorge Macri le permitió a Olmos agarrar la manija del armado electoral puramente local con un peso mayor al que quizás hubiera tenido si en paralelo se discutían las listas nacionales.
La composición final de lista que encabeza Santoro no quedó hegemonizada por ningún sector y expresa una amplitud que incluye al kirchnerismo, al PJ, al kicillofismo, a la juventud, al movimiento universitario, al sindicalismo y a movimientos sociales. Esa ingeniería marca la mano de Olmos y un estilo de conducción diferente a los que vienen hegemonizando el peronismo en los últimos tiempos.
El gran desafío de esa propuesta es quebrar un techo que, con ondulaciones, viene marcando el límite electoral del peronismo en la CABA. Si se consideran la última elección legislativa, Santoro tiene un panorama favorable. En 2021, con la pandemia la foto de Olivos como marco ineludible, el entonces candidato del Frente de Todos cosechó el 25% de los votos, lejos del 47,1% con el que se impuso María Eugenia Vidal. Según casi todas las encuestas, la lista Es Ahora Buenos Aires estaría en condiciones de superar ese piso.
Distinto es si miran las últimas elecciones ejecutivas. Aunque la comparación con las legislativas siempre plantea múltiples asteriscos, lo cierto es que el peronismo viene cosechando resultados para nada desdeñables en la CABA en los últimos turnos. En 2019, Matías Lammens obtuvo el 35% de los votos en la elección a jefe de gobierno, pero no le alcanzó para llegar al balotaje contra un Larreta que arrasó con el 55% en la primera vuelta. Ese 35% cosechado por Lammens fue también el número al que llegó la fórmula presidencial de Alberto Fernández y CFK en el distrito.
Hace dos años, el propio Leandro Santoro sacó 32% de los votos en su candidatura para jefe de gobierno. A pesar de llegar al balotaje contra Jorge Macri, la ínfima distancia a la que quedó el candidato del PRO del 50% necesario para imponerse en primera vuelta hizo que el candidato de UP se bajara de la segunda vuelta. Quién sí disputó un mano a mano en la CABA ese año fue Sergio Massa, que en el balotaje contra Javier Milei superó el 42% de los votos, el mayor registro obtenido por un una oferta electoral peronista en ese distrito desde que Perón se impusiera en 1974 con el 50%.
Esto traza algunos interrogantes para leer los resultados de este domingo, sobre todo si se tiene en cuenta también lo que vaya a sacar el candidato oficialista, Manuel Adorni. El propio Javier Milei obtuvo el 17% de los votos como candidato a diputado en 2021, la elección más comparable con la que se dará este 18 de mayo. En 2023, Ramiro Marra como candidato a jefe de gobierno orilló el 14%, y en la primera vuelta Milei alcanzó el 20% como candidato presidencial. Sumando el 41% que alcanzó Patricia Bullrich, en la primera vuelta del 2023, los dirigentes que hoy encabezan el Gobierno nacional superaron el 60% en la preferencia electoral de los porteños.
En una elección híper nacionalizada, al punto que el lema de campaña oficialista es “Adorni es Milei”, ¿cuánto de ese 60% que sumaron Milei y Bullrich hace dos años debería obtener el oficialismo para considerar que alcanzó un buen resultado? Contra ese número competirá la interpretación de lo que saque la lista encabezada por Santoro, quien también deberá refrendar su cosecha de 32 puntos de hace dos años si quiere evitar una lectura que señale una pérdida de caudal electoral.
Las encuestas arrojan en su mayoría un escenario con Santoro a la cabeza, favorecido por la fragmentación del voto antiperonista entre LLA y el PRO. Sin embargo, en Es Ahora Buenos Aires evitan triunfalismos y son conscientes de que se enfrentan a una elección difícil y que dejará tela para cortar mirando hacia adelante.
El bloque de UP pone en juego 8 bancas, obtenidas en la elección del 2021 donde estuvo entre 5 y 7 puntos por debajo de lo que esperaría obtener este domingo. De confirmarse ese resultado, el peronismo y sus aliados sumarían 2 nuevas bancas en la Legislatura porteña, un triunfo que se festejará de todas formas, puntos más, puntos menos. Pero, de meter un batacazo y sumar una tercera banca, quien entraría al recinto es el propio Juan Manuel Olmos, que se metió en el onceavo lugar de la lista. Ese sería el mejor de los escenarios: un triunfo contra el Gobierno nacional y el de la CABA, y simbolismo de que el último de los candidatos en quedarse con una banca sea el arquitecto de la lista amplia y de unidad que garantizó esa victoria.
Sin embargo, el resultado también puede ser mucho más ajustado, e incluso el peronismo puede llegar a perder contra el candidato libertario. En Es Ahora Buenos Aires son conscientes de esto y saben que hay sectores atentos a esa posibilidad para deslegitimar a la conducción del PJ porteño en una eventual discusión nacional del peronismo. “Si perdemos por un punto nos van a querer bajar el precio, porque saben que si ganamos por un punto nuestra voz pasa a ser una de las mayores referencias en la discusión del peronismo”, sostienen en las entrañas del espacio.
Por eso también hay cierto enojo con las alternativas que desde una plataforma peronista jugaron a restarle votos a la opción evidentemente mayoritaria de ese sector de la política. Particularmente Alejandro Kim, candidato de Guillermo Moreno, y sobre todo Juan Manuel Abal Medina, dirigente del Movimiento Evita, hicieron campaña buscando interpelar directamente al voto peronista. Consideraciones aparte para la estrategia del Evita, que en la PBA oscila entre apoyos férreos tanto al sector kicillofista como al de CFK, y que en la CABA no acordó con la conducción del PJ y jugó por afuera para medirse. Lo que obtengan estas dos listas podría ser determinante para el posicionamiento final del peronismo a nivel local, y fundamentalmente para la proyección nacional del experimento porteño comandado por Olmos, encabezado por Santoro y con apoyo de La Cámpora y los actores peronistas más relevantes.
Es que, de obtener un resultado positivo, el mensaje principal de la elecciones porteñas para el peronismo será justamente ese: el triunfo de un armado plural, con capacidad de contener a sectores diversos y hasta enfrentados entre sí, con una línea amplia y no tan pegada a las referencias identitarias clásicas del peronismo y el kirchnerismo. Por supuesto, esto remite a las características del electorado porteño, muy distinto al de otros distritos como la PBA, pero podrá ser una clave para la discusión nacional de un peronismo que necesita imperiosamente una renovación en sus formas de interpelar a la sociedad.
Para después del domingo quedará la discusión por la lista nacional de cara a octubre, donde La Cámpora tiene todos los números para quedarse con la primera candidatura al Senado en manos de Mariano Recalde. Olmos apostará a fortalecerse con un éxito de su estrategia, sabiendo que la carta Santoro subirá sus acciones con un buen resultado y que Matías Lammens sigue disponible en el banco de suplentes. Pero para eso habrá que esperar al domingo, porque aunque las encuestas lo posicionen arriba, en el peronismo no quieren gritar el gol antes de tiempo.