Las especulaciones y la rosca política en el oficialismo se chocan de bruces con una realidad económica agridulce. Mañana se conocerá el dato de inflación de enero y en el Palacio de Hacienda cruzan los dedos porque no supere el 5,5%, mientras consultoras privadas se animan a colocarlo más cerca del 6%. Es exactamente el escenario en que el oficialismo, y particularmente Sergio Massa, no querían encontrarse a esta altura del año. El descenso del 6,3% de octubre al 4,9% de noviembre se quedó en auspicios, y las subas de diciembre y enero le imposibilitarán al ministro y posible candidato del FdT hablar de lo que quiere escuchar toda la sociedad: descenso de la curva inflacionaria y estabilización económica.

Paradójicamente, otros indicadores de la economía argentina podrían ser presentados como conquistas por el Gobierno. El nivel de actividad económica es uno de ellos. Tras las caídas de 2018 y 2019 con la debacle macrista, y el desplome producto del freno que impuso la pandemia, el 2021 y el 2022 fueron años de importantes niveles de crecimiento. El primer año de salida de la pandemia, en el cual se esperaba un rebote lógico tras el parate del 2020, la actividad registró una suba superior al 10%, marcando una de las mayores recuperaciones a nivel global. El año pasado, la inercia alcista continuó y se superó el 5% de crecimiento.

Actividad económica y empleo nivel 2015, inflación y salarios nivel derrota electoral

Tal como destaca un informe reciente del Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma, “a fines de 2022 la economía nacional no solo recuperó toda la caída producto de la pandemia, sino que ya está en los niveles de principios de 2018, momento previo a la depresión económica que desembocó en el final del gobierno de Cambiemos”. El instituto de la central obrera destaca que, para fines del año pasado, los niveles de actividad se encontraban levemente por encima de los que dejara CFK en 2015, y que de no mediar una retracción, un tercer año de crecimiento consecutivo recuperaría un registro que no se da desde 2003-2008.

Desde la CTA destacan, a su vez, que “este proceso se da a la par de una recuperación de los indicadores del mercado de fuerza de trabajo. La tasa de desempleo se encuentra en los valores más bajos de los últimos años”. Ese crecimiento del empleo se registra tanto en el sector formal, donde el número de asalariados registrados del sector privado creció sin detenerse desde inicios del 2021 al menos hasta octubre del 2022, como así también en el sector informal, que se vio impactado por la recuperación de la actividad en la salida de la pandemia.

Actividad económica y empleo nivel 2015, inflación y salarios nivel derrota electoral

Un dato de la encuestadora Trespuntozero, de Raúl Timerman y Shila Vilker, refleja ese contexto. En una serie de mediciones mensuales en las que relevan la incidencia de distintas problemáticas en la población, la desocupación descendió durante los años del FdT hasta prácticamente desaparecer como un tema de preocupación para la sociedad. En agosto del 2020, con la incertidumbre de la pandemia y las restricciones a la actividad económica, la desocupación preocupaba al 17% de los consultados. En enero, ese porcentaje descendió al 1,3%.

Estos elementos permiten construir un título que, en otras condiciones inflacionarias, sería ganador: hay actividad, hay crecimiento, hay trabajo. El problema que enfrenta el FDT es que a ese contexto hay que sumarle un atraso salarial con respecto a la suba de precios que, hoy por hoy, dinamita cualquier chance de triunfo electoral para el oficialismo si no logra controlarlo de acá a las elecciones.

Actividad económica y empleo nivel 2015, inflación y salarios nivel derrota electoral

El mismo informe de la CTA, titulado “Argentina: una economía que crece con salarios que caen”, refleja en detalle esta encerrona en la que se encuentra el Gobierno. “La actual gestión generó los mecanismos para que la economía vuelva a crecer (...)pero fracasó en su objetivo de recuperar el salario real, que siguió deteriorándose año a año aunque con una magnitud mucho menor a la de 2018 y 2019” sentencia el texto, que también resalta: “Si se incluye la gestión de Cambiemos, el retroceso del salario promedio anual se registró en seis de los últimos siete años, con la única excepción de 2017”.

La promesa de campaña de la vuelta del asado consistía, básicamente, en una promesa por la recuperación tanto del trabajo como, fundamentalmente, del poder adquisitivo del salario. Con el cisne negro de la pandemia a inicios de la gestión, puede tomarse como punto de inflexión en la trayectoria de gobierno del FDT aquella frase de CFK que, con el paso del tiempo, explicará cada vez más el discurrir de estos años: “Sergio decía que la economía va a crecer en el 2021. Pero ojo: yo no quiero que ese crecimiento se lo queden 3 o 4 vivos nada más”. Corrían los últimos días del 2020 y las palabras de la Vice resultaron premonitorias, incluso en su referencia al actual ministro de Economía.

El informe de la CTA marca una “evolución diferencial de la actividad económica y el salario real, donde se observa que en la actualidad la primera se encuentra en valores levemente superiores a los de octubre de 2015, mientras que el segundo es un 25% inferior. Simplificando al extremo: se produce lo mismo pero la remuneración de los trabajadores es sustancialmente menor”. En gran parte esa caída de los salarios se explica por el sector informal, que perdió mucho más de lo que perdieron los trabajadores registrados.

Los técnicos de la central obrera no dudaron a la hora de ponerle nombre y apellido a la causa de esa evolución diferencial, que tiene al salario como principal víctima: “la razón de este estancamiento salarial en un contexto de recuperación de la actividad económica a partir de 2021 está estrechamente vinculada al aumento de la inflación, que provocó que las negociaciones salariales corrieran permanente por detrás de los precios”. Pero la inflación no nace de un repollo sino que es la expresión de esa puja distributiva sobre la que advertía CFK en 2020, y que hoy tiene a los trabajadores como grandes perdedores y al peronismo yendo directo a pagar el costo político por ello en las elecciones de este año.

El mismo informe pone en números esa puja distributiva. Mientras la remuneración al trabajo asalariado sobre el valor agregado bruto pasó del 51,2% en el tercer trimestre del 2016 al 43,6% en el tercer trimestre del 2022, el excedente de explotación tuvo una evolución a la inversa y creció en ese período del 42% al 46%. En criollo, el crecimiento de la torta se repartió con más porciones para la rentabilidad empresaria, dejando a los trabajadores frente a una torta más grande que las del 2015 pero de la cual les tocan muchas menos porciones.

En términos políticos, este escenario destroza cualquier aspiración que se tilde de realista por parte del oficialismo pensando en una reelección. Si el FdT aún está sobre el ring y competitivo de cara al proceso electoral que se llevará a cabo en unos meses, es por dos aspectos: la promesa que aún persiste, ya no por revertir sino al menos por estabilizar ese contexto de depreciación del salario, y el recuerdo vivo de que la mayor caída de su valor sucedió durante el macrismo, alrededor de un 20% en promedio.

Actividad económica y empleo nivel 2015, inflación y salarios nivel derrota electoral

Con este cuadro, habrá que ver cuál es la respuesta oficialista al duro dato inflacionario que se conocerá mañana y que creatividad y muñeca política exhibirá su dirigencia para generar soluciones y expectativas rumbo a la elección. Sergio Massa se cargó esa mochila en agosto y su aspiración de llevar la inflación mensual a los 3 puntos para abril/mayo ya suena a utopía. El recurso discursivo quizás venga por el planteo de una estabilización en los niveles actuales o un poco menores, frente a la imposibilidad de una baja sensible. Sonará a poco y a premio consuelo para una sociedad agobiada por la inestabilidad que representa la inflación descontrolada.

En su informe, la CTA propone un camino. “La única posibilidad de recuperar ingresos en términos reales parece ir por el lado de poner en discusión los márgenes de rentabilidad” plantea el texto, y profundiza con la idea de también “cuestionar el stock de riqueza acumulado por un sector muy minoritario de la sociedad”. El aporte extraordinario y solidario del 2020, que Máximo Kirchner impulsó junto al propio Massa, reverbera como un ejemplo de creatividad y capacidad política para enfrentarse a ese contexto de concentración económica. Habrá que ver qué permite el año electoral.