¿Por qué el dólar escaló sin límites durante las últimas semanas? Básicamente corresponde a dos motivos, uno externo y otro interno, con un peso significativamente mayor de este último.

A nivel global, las condiciones financieras empeoraron, sobre todo para los países que dependen del financiamiento externo. Y Argentina es pionera en esto, ya que nuestro déficit fiscal es extremadamente grande e insostenible. Con el aumento del costo de financiamiento, la desconfianza sobre el andar económico del país se profundizó.

En el contexto interno, las señales económicas fueron realmente desalentadoras. Falta de convicción en el rumbo económico, ausencia de políticas efectivas que contribuyan a controlar la inflación y un gradualismo que estiró la agonía fue el cocktail perfecto para generar una corrida cambiaria y un estrés financiero de los que se viven a menudo en Argentina.

Así, el ajuste que no quiso hacer el Gobierno de Cambiemos, sea por inoperancia o por imposibilidad, lo hizo el mercado con un ajuste extremadamente violento en los ingresos y ahorros del sector privado medidos en dólares.

Nuevamente, la historia se repitió. Quien confío en activos financieros en moneda doméstica para cubrirse de la inflación quedó atrapado en la inestabilidad histórica de la Argentina y vio licuarse gran parte de su ahorro medido en dólares.

Al tiempo que el caos crecía, los hacedores de política monetaria y económica daban señales ambiguas, con ausencia de objetivos claros y con la percepción de siempre correr detrás de los acontecimientos. Así, no hubo tasa de interés ni reservas internacionales que frenara la corrida. Tal fue la situación de pánico que el Gobierno decidió recurrir al Fondo Monetario Internacional aún pagando un costo político muy grande.

El significativo desvío de la inflación y el crecimiento económico con respecto a las proyecciones originales se cobraron a algunas víctimas de esta dirigencia, como el ex presidente del BCRA, Federico Sturzenegger, y el saliente ministro de Energía, Juan Aranguren. Justamente, fueron ellos dos los que a su manera, en los años previos intentaron alejarse del libreto del gradualismo que Cambiemos había adoptado como propio.

Argentina sigue envuelta en los mismos problemas de hace décadas: un exuberante déficit fiscal, niveles de inflación intolerables para la población y una brutal presión impositiva. Cuando se acabó el crédito externo para financiar ese desequilibrio, el ajuste que no hizo Cambiemos lo pagó el mismo actor de siempre: el sector privado explicado por los ahorristas, los contribuyentes y los pequeños empresarios.

Cuando el ajuste del gasto público no se hace voluntariamente, tarde o temprano lo termina haciendo el mercado. Una vez más, la violenta devaluación del peso respecto al dólar no es más que una consecuencia de la mala praxis anterior y, en absoluto, la causa de la actual crisis financiera.

*Diego Martínez Burzaco es economista y Jefe de Estrategia de MB Inversiones.