¿Qué es ser músico?
Por Fernando Blanco
No estoy seguro de que alguna vez haya decidido ser músico, sino más bien, creo que la música me atrapó. Mis primeros recuerdos de chico son los de correr entre las piernas de los integrantes del coro que integraban mis viejos y el primer flash lo tuve cuando vi una orquesta completa. No podía creer el sonido de los timbales, las trompetas, los chelos; te transportaban a un mundo mágico. Más recuerdos me traen a gente alrededor del combinado, poniendo y sacando discos, largas horas de tertulias en donde el sonido por momentos acompañaba y en otros se volvía el centro.
Luego fui descubriendo mi propia música, la que yo elegía y me encantaba. Alrededor de los 10 años elegí el rock, Queen, Elvis, Los Beatles& cada uno me traía un mundo en el que viajaba con mis propias sensaciones. Porque de eso se trata, de sentir sensaciones, valga o no valga la redundancia.
Mi primer radiograbador me permitió ir juntando cassettes para reproducirlos, y nada como escucharlos con la luz apagada, ahí los sentidos se agudizan. Y un día me enteré que venía Queen a la Argentina. La banda de Freddie Mercury iba a tocar por este rincón del mundo y era un milagro.
Trabajé pintando paredes todo un verano para comprar la entrada y poder ver el show que me cambiaría la vida. A mis trece años presencié algo que estaba fuera de nuestras dimensiones en aquel entonces. La gente coreaba el nombre de Brian May en forma de agradecimiento por sus esfuerzos al hablar español pero sobre todo como agradecimiento por darles ese viaje de sensaciones. En ese momento supe lo que quería hacer en mi vida compartir emociones mediante la música.
De ahí en más recorrí un camino increíble. Los primeros pasos aprender a tocar la guitarra, armar la primera banda en el colegio, pasarme al bajo, aprender a manejar a una audiencia, llenar un lugar, que te chiflen. Luego vino tener un público que te siga, grabar un disco, viajar, sonar en radio, televisión. Después la inevitable caída y el volver a levantarse, la desilusión del negocio de la música, la parte comercial, cambiar de banda, pelear por seguir haciendo lo que me gusta. Un camino difícil pero que sigue valiendo la pena cuando escuchas esa nota que te hace sentir algo.
Claro que el agradecimiento del público es importante, la plata y la fama van y vienen, pero lo fundamental es sentir y aún lo sigue siendo. No importan los géneros, no importa si es una obra, una canción, un jingle o de película; la música siempre está en nuestras vidas y sigue siendo el más misterioso y maravilloso de los lenguajes. Puede ser tan solo un acompañamiento de fondo o hasta la forma de identificarse para una persona, pero ahí está, siempre presente en nuestras vidas.
Una de las situaciones más particulares que me tocó vivir con la música fue tocar temas de los Beatles en Rusia. Ahí estábamos una banda de argentinos, haciendo música de unos pibes ingleses, para un público de rusos, italianos y españoles que no paraban de cantar. Si eso no es un viaje de emociones no se qué lo es.
Para mi ser músico es un trabajo, una profesión, pero sigue siendo un placer, un privilegio que me gané por la valentía de intentarlo y seguir buscando una y otra vez.