La ciudad de Kuala Lumpur es como un enjambre de ríos, que no son ríos, sino calles y autopistas que se entrecruzan siguiendo sus cursos como los ríos, por donde sea que puedan pasar entre los edificios giganto-métricos que compiten con las montañas y los nichos de selva cada vez más amenazados.

No hay una sola calle que una dos puntos con una línea recta. Para alguien que vivió toda su vida en San Miguel, una ciudad cuadriculada como todas las ciudades que repiten el diseño urbano español, esta ciudad fue diseñada por un urbanista al que le gusta rascarse el oído izquierdo con la mano derecha por detrás de la cabeza. En serio, busquen "Kuala Lumpur" en Google Maps y van a entender de lo que hablo.

Ya acostumbrados a la vida de aquí, (los zapatos quedan fuera de la casa, los rezos matutinos de las 4, 5 ó 6am, según cuando despierta cada mezquita, ya son parte del batifondo urbano), el recuerdo de mis primeras impresiones me lleva a hablar de la comida. Principalmente porque los sabores son muy diferentes a los del paladar argentino al que no le gusta salirse de la sal y pimienta por nada. Pero, también, porque para la cultura malasia, la comida está primero.

Así como en cualquier localidad grande del conurbano bonaerense se encuentran de uno a dos kioscos (¡y peluquerías!) por cuadra, en KL hay una seguidilla de puestos de comida por donde sea. Desde los más rústicos y elementales, al estilo "choripaso" a la calle, a los restoranes más elegantes y sofisticados.  "Demasiado picante" fue definitivamente la primera impresión. Todo era picante, incluso cuando se pedía que por favor no hicieran los fideos picantes porque eran para la nena. Con el tiempo, el picantor se fue diluyendo y empezamos a disfrutar e incluso a antojar, la variedad de sabores, reflejo de una diversidad cultural así como de la hiper abundancia de productos frescos que llegan a los mercados, principalmente frutas, verduras y pescadería.

La sociedad malasia se conforma por tres grandes grupos, las culturas malaya, china e india. Pero también hay muchos extranjeros expatriados en KL, lo que se refleja en la comunidad del colegio a donde trabajamos y asiste nuestra hija. Sólo allí hay más de 65 nacionalidades representadas. De todas ellas, la nacionalidad argentina ha dejado su marca en la construcción más emblemática de la ciudad las Torres Petronas, obra del arquitecto César Pelli. Al caminar por el parque detrás de las torres, uno puede apreciar un guiño del tucumano las torres están circundadas por un perímetro de ceibos, nuestra flor nacional.

Después de cinco años de habernos mudado aquí con mi esposo e hija, aún recuerdo la desorientación y el hondísimo temor al salir a la calle. Siempre nos perdíamos. "Recalculando, recalculando", la palabra más pronunciada por el GPS. Sin embargo, con el tiempo descubrimos que en KL, todas las calles te llevan a donde sea que quieras ir, como el refrán, "todas las calles conducen a Roma", con la significativa diferencia de que en KL, Roma puede ser cualquier punto. Esa es la magia de vivir en una ciudad que no es cuadriculada.