Habría que pensar qué ocurre en la racionalidad colectiva con el aislamiento social en determinados segmentos poblacionales, donde la particularidad de la acción colectiva tiene clivajes dispersos, variados, y tal vez, concomitantemente plurales “recortados” como los análisis estadísticos de asociación de variables.

El escenario: marchas anti cuarentenas que no sólo ocurren en Argentina, y negación de la proliferación global de la pandemia producida por el COVID-19, que no son enormemente masivas pero si continuas: contra el aislamiento, contra el barbijo, contra la forma de contar enferma/os y fallecida/os, entre otras y otros.

Situación: aumento continuo de contagios, y aumento de fallecimientos en términos globales, aunque la diferencia mundial está directamente relacionada con las estaciones temporales de cada región. Hay una búsqueda de freno medicamentoso, y la única solución eficaz para morigerar su proliferación mientras ello ocurre: aislamiento social, práctica milenaria de la humanidad para enfrentar enfermedades contagiosas y desconocidas.

En el escenario callejero parece primar más allá de su intencionalidad política ya sea electoral o insurreccional la necesidad de una vuelta atrás, de negar el presente, de intentar contagiar una mirada crítica sobre el futuro como el efecto fallido del boomerang: no había crisis, no había amarres institucionales que permitieran una mejor mirada de lo que viene, sin deuda, sin pauperización ni claves de precarización de la vida social y laboral.

También, al decir de Vicente Espinoza de la Universidad de Santiago, las características de la comunicación en pandemia, donde el confinamiento genera que la interpretación de la realidad se construye en referencia a otros con los cuales hablas o de quienes observas prácticas, una comunicación menos diversificada tiende a distorsionar la interpretación y percepción de la realidad. Dicho de otro modo, siempre ha habido gente que cree que la tierra es plana o cóncava, así como quienes creen que las vacunas son malas o que es posible que una raza de reptiles se haya mimetizado con los humanos. En un contexto de diversidad, probablemente fueran marginales, pintorescos o directamente locos. En un contexto de comunicación segmentada y con escasa vinculación física, es más posible que alcancen una masa crítica, lo cual es clave en los procesos de comunicación, porque a partir de ahí la ola crece y crece.

Una visión donde la racionalidad pierde sentido, la ciencia es una enemiga que abofetea el presente y lo que vendrá, muchos planteamientos conspirativos, que siguiendo a Espinoza, se nutren de una crítica a la ciencia y la racionalidad científica, por ello la calle actual muestra “clásicos” que desconocíamos, como  David Inke que  escribió su teoría acerca de una raza reptil extraterrestre que controla a la humanidad desde tiempos inmemoriales; ó con el ascenso del racionalismo científico y estos tiempos biológicos y médicos, que parecen minar aún más  la autoridad de la Biblia, se recuperan miradas como las de Rowbotham que  recorrió Inglaterra argumentando que la Tierra era un disco estacionario y el Sol estaba a sólo 640 km de distancia: y hoy hace leyenda autorial con los terraplanistas. Recelar de los datos, ensalzar la subjetividad, rechazar lo que nos contradice y creer falsedades propagadas en redes, en búsqueda de la seguridad de las explicaciones ante la parquedad y complejidad de la ciencia. Fenómenos que estaban y afloraron: antivacunas, anti peronistas, anarco-capitalistas, supremacistas y neo nazis. Una reacción a un mundo que ha cambiado, y donde las mayorías aguardan que pase este fenómeno que no soñaron ni en la peor pesadilla.

¿Qué es lo que aglutina a sectores tan diversos? Además de un mundo que se desvaneció y no volverá: su articulación del odio sobre los sectores populares y sus representantes políticos. Eso no cambió, mutó con el rechazo a la sociedad pandémica, la cual  espera salir de este período singular.

*Dr. en Ciencias Sociales, director del Departamento de Sociología de la Universidad Nacional de Mar del Plata, e investigador del Instituto Gino Germani/UBA