El intento de autodefensa del presidente Javier Milei en una entrevista que terminó en escándalo anoche en la pantalla de TN no hizo más que agravar la crisis política que atraviesa el Gobierno. Plagada de inconsistencias y contradicciones, la explicación que ofreció Milei por su participación en la cripto estafa de $LIBRA no solo fue a todas luces insuficiente para rescatar al libertario de su peor momento desde que llegó a la Rosada, sino más bien lo contrario: desnudó hasta qué punto el oficialismo no tiene un relato sólido sobre lo sucedido, dejó grietas para suponer complicidades más allá de lo que se conoció entre los creadores de la cripto y el entorno de Milei, y atacó el corazón ideológico del universo libertario exponiendo las fallas del sector privado para hacerse cargo del crecimiento de un país y lo endeble del mundo tech y cripto que pretenden promocionar.

El cuento del estafador estafado es lo más frágil de todo el relato de Milei. El presidente se auto definió como un “tecno entusiasta fanático” para explicar una doble motivación de su acción de promocionar la meme coin: por un lado, impulsar el crecimiento del mundo tecnológico y llevar a la Argentina a ser un hub en la materia, y por otro conseguir fondos con ese proyecto para impulsar el financiamiento a emprendedores con dificultades para acceder al crédito dentro del sistema financiero formal.

La primera inconsistencia en esa argumentación es que el propio Milei admitió no saber nada sobre el mundo tecnológico que pretende impulsar, y hasta destacó que Hayden Davis (principal accionista del proyecto $LIBRA) dijo eso mismo sobre él en una de sus entrevistas de las últimas horas. Entonces, si el Presidente de la Nación no tiene conocimiento sobre un tema específico, ¿es pertinente que lo promocione (o lo difunda, como más le guste, para el caso es lo mismo) incentivando inversiones en un proyecto sobre cuya fiabilidad y solidez no tiene certezas?

De mínima, la credibilidad de Milei como genio asesor financiero quedó devastada: ¿quién le confiaría su dinero a un asesor que no conoce nada sobre las inversiones en las que impulsa a meterse? Lo problemático es que esa persona maneja los fondos públicos de todos los argentinos.

La segunda premisa de la argumentación de Milei es aún más contradictoria. El presidente adujo, junto a su entusiasmo tech, su intención de fomentar un proyecto que podría generar fondos para financiar emprendimientos en el país. El problema es que, segundos después, calificó ese mismo proyecto como un “casino”, y a quienes invirtieron en él como personas que jugaron a la “ruleta rusa”. Si perdés todo, si sale la bala, jodete, sería la traducción cuasi literal. Entonces, ¿casinos y suicidas que se la juegan a que no salga la bala serían las formas en las que Milei entiende que se pueden financiar emprendimientos productivos en el país? ¿Es esa la concepción que tiene el presidente sobre el virtuosismo del sector privado para hacer crecer una economía?

El relato libertario en terapia intensiva

Por otro lado, hay que resaltar en ningún momento desde el lanzamiento de la meme coin sus creadores explicaron ni publicaron en ningún lado cómo sería ese fondeo a empresas o emprendimientos con los recursos obtenidos. Dicho de otra manera, el camino para invertir en $LIBRA era claro y mucho más accesible de lo que el oficialismo pretende instalar, bastaba tener una billetera virtual (la app Ripio ofrecía el activo) y la compra era instantánea. Sin embargo, si un emprendedor o empresario quería solicitar un crédito al proyecto no había forma de hacerlo. Otra más de las inconsistencias (a esta altura ya se le podría decir mentiras) de la explicación presidencial.

Dejando de lado la infantil argumentación de Milei, que no resiste la más mínima crítica y por eso debió ser ejecutada en una entrevista a todas luces acordada e intervenida por el Gobierno, flaco favor le hizo el presidente al corazón ideológico del mundo libertario, que se basa en la hiper eficiencia del mercado y el sector privado para ordenar una economía y promover el crecimiento. Más bien, lo que evidentemente faltó en este caso fue un Estado regulador interviniendo para evitar una estafa “entre privados”.

El presidente también tuvo que explicar la diferencia cronológica de apenas tres minutos entre la creación del token $LIBRA, su lanzamiento y los posteos que hizo en sus tres redes sociales, X, Instagram y Facebook promocionando el proyecto. Para eso apeló a su incontinencia tuittera sumada a su entusiasmo tech, una excusa que podría haber sido verosímil si no hubieran pasado literalmente sólo tres minutos entre ambos hechos.

Cualquiera que vea los posteos de Milei, sumado a que fueron tres y en distintas plataformas, podrá deducir fácilmente que su producción (escritura, inserción de links, del contrato de compra, etc.) demandó más tiempo. Ergo, los posteos estaban preparados de antemano y se lanzaron estratégicamente minutos después del lanzamiento de la shitcoin para aprovechar el impacto y hacer el negocio con velocidad. Esta cronología será, sin dudas, uno de los puntos que más complicará a Milei en los planteos judiciales en su contra, porque la predeterminación de la difusión que hizo de la estafa es inocultable.

En ese océano de explicaciones fallidas, Milei recurrió a los salvavidas de siempre. Se despachó con todo su repertorio de agravios contra CFK, Kicillof, Lousteau y volvió a recurrir a la bajeza de atacar a dos artistas populares como Lali Espósito y María Becerra. Al margen del ya patológico comportamiento del presidente para con dos cantantes que construyeron su nombre, su fama y su eventual riqueza en el ámbito privado y a partir de su propio mérito, lo cual debería ser admirable en el ecosistema libertario, los focos deberían ponerse no en los ataques que Milei reiteró por enésima vez en la entrevista sino en los que se calló y se guardó.

El relato libertario en terapia intensiva

¿Por qué Milei no fue a fondo con su habitual vehemencia y violencia contra los creadores de $LIBRA que, en su explicación y aunque no lo haya dicho con estas palabras, lo “estafaron” y lo hicieron quedar en ridículo? ¿Qué vínculos existen realmente entre la cúpula libertaria y quienes se hicieron de unos 100 millones de dólares en minutos gracias al tuit del presidente? ¿Existen o existieron compromisos económicos y/o comerciales entre ambas partes? Preguntas centrales que e investigarán con mucho más ahínco en el exterior que fronteras adentro, pero que están cargadas de sospechas como la expuso Diógenes Casares, cofundador de Stream Finance y empresario reconocido internacionalmente en el mundo cripto y tech, quien declaró que recibió la versión de que “un funcionario estaba involucrado y que supuestamente había recibido coimas por 5 millones de dólares”.

Párrafo aparte para otra caída de caretas que hace tambalear el relato. El episodio de la filtración que expuso el nivel de intervención de Santiago Caputo y el núcleo del Gobierno en la entrevista sacó a la luz algo sabido pero que no deja ser impactante al verse con esa crudeza. El presidente arrancó la charla con Viale diciendo que él no tiene problemas en “dar la cara” porque no tiene “nada para ocultar”. La honestidad es un atributo muy fuerte en Milei y de los más valorados entre sus seguidores. También lo es para el autodenominado “periodismo independiente”. Ambas quedaron destruidas ayer cuando todo el país pudo ver sin intermediaciones cómo opera realmente el aparato comunicacional oficialista.

El relato libertario en terapia intensiva

¿Cómo vuelve a hablar hacia adelante Milei de “periodistas ensobrados” que sólo buscan hacer fracasar su gobierno luego del papelón de anoche? ¿Cómo harán los voceros oficialistas en los medios amigos para despegarse de la caída en desgracia de Viale y seguir vendiendo cierta “objetividad”? ¿Cómo hará el presidente para volver a referirse al entorno tecnológico como la punta de lanza del futuro luego de haber dicho que no entiende nada y de haber calificado a las cripto como casinos y ruletas rusas? ¿Cómo seguirá su batalla contra el Estado después de haber expuesto él mismo las fallas de mercado y del sector privado en su supuesto impulso a los emprendimientos en el país? ¿Cómo recuperará credibilidad Milei luego de autodestruir uno a uno sus pilares fundamentales ante la sociedad, como ser un experto en economía, manejar como nadie en el sistema político las relaciones con el mundo tecnológico, y ser una persona honesta que “da la cara” enfrentándose a preguntas incisivas por no tener “nada que ocultar?

El relato libertario adolece en terapia intensiva. El experto en crecimiento que llevó al país a una recesión brutal ahora pasó de estar para el Premio Nobel de economía a mostrarse “estafado” por unos cripto bros. El amigo de Elon Musk que quiere entregarle la gestión del Estado a la inteligencia artificial confesó que no sabe nada de tecnología. El topo destructor del Estado fracasó estrepitosamente por impulsar un proyecto privado que supuestamente financiaría otros emprendimientos privados, y que resultó una estafa millonaria que no hubiera sido posible si se hubieran seguido ciertas reglas de lo público, como por ejemplo que el presidente de la nación no puede promocionar negocios de privados. El comandante de la guerra contra los ensobrados se mostró prácticamente entregando sobres a su lacayo periodístico. El Gobierno está en un problema del que aún no tiene idea de cómo salir.