El frío arrecia en la mañana de José León Suárez. Un par de soldados del Ejército Argentino colaboran con vecinos en la limpieza de unas bolsas de basura tiradas en la vereda, justo en frente de la parroquia San Juan Bosco. En esa misma vereda, una hora después ya comenzarían a hacer su fila habitual los vecinos y vecinas del barrio que todos los días esperan una ración de comida de las cientos que se preparan todos los días en la casa del Padre Pepe. La imagen de comunidad entre los efectivos del Ejército y los vecinos ya es una postal habitual, que comenzó en tiempos de pandemia.

La Operación Belgrano es el marco bajo el cual las Fuerzas Armadas (FFAA) participaron en el apoyo a la población para mitigar el impacto de la pandemia. Quilmes y La Matanza fueron los primeros distritos en pedir la asistencia del Ministerio de Defensa de la Nación, y a partir de allí se desplegó por todo el país bajo el mando operacional del Estado Mayor Conjunto de las fuerzas a través de su Comando Operacional, y bajo la jurisdicción de la Secretaría de Coordinación Militar en Emergencia del Ministerio. Por esos días de inicio de la cuarentena, Alberto Fernández se reunió con un grupo de curas de las villas y les comentó de ese trabajo del Ejército, ante la manifiesta voluntad de los curas de poner sus estructuras al servicio de toda la comunidad para enfrentar lo que la todavía desconocida pandemia pudiera traer. Más de dos años después, las tres patas de esa respuesta a la emergencia, el Ejército Argentino, la Parroquia y el Ministerio de Defensa vuelven a juntarse para conversar sobre lo trabajado y mirar hacia adelante.

Lo que queda de la Operación Belgrano, el despliegue militar más importante desde Malvinas

El Comandante Operacional del Estado Mayo Conjunto de las FFAA, General de Brigada Jorge Fabián Berredo, llega puntual al encuentro en José León Suárez. Por el Ministerio asiste la Licenciada Claudia Chiminelli, Directora Nacional de Articulación de Políticas Municipales para la Prevención y Asistencia en Emergencias. La comitiva atraviesa el pasillo de entrada lateral a la capilla, adornado con cuadros del Papa Francisco, la Madre Teresa de Calcuta, el General Martín Miguel de Güemes, Belgrano y un recordatorio a los caídos en Malvinas. Ya en una pequeña y sencilla cocina/comedor de la parroquia comienza la charla en la que, entre mates y galletitas, los tres representantes de tan distintas e importantes instituciones sociales dialogarán sobre la articulación de sus esfuerzos durante los dos años de pandemia y los desafíos hacia adelante.

La parroquia San Juan Bosco es uno de los últimos tres enclaves activos de la Operación Belgrano, el mayor despliegue de las FFAA después de la guerra de Malvinas. Hoy, con la pandemia más controlada, solo quedan un depósito de vacunas en Paraná, Entre Ríos, y otro comedor de la parroquia del Padre León, en Moreno, como puntos activos. Pero contados en números, estos dos años sirven para dar una idea de la importancia de las FFAA para el país y en su relación con la sociedad.

Lo que queda de la Operación Belgrano, el despliegue militar más importante desde Malvinas

Según la última actualización de la página de las FFAA, la Operación Belgrano ya lleva más de 760 días en operaciones, con un total de 50.240 tareas realizadas, 258.058 efectivos empeñados en ellas y 37.575 vehículos utilizados. Dentro de esas tareas, unas 24.981 correspondieron a tareas de planeamiento, asesoramiento y consultoría interagencial. Hubo 105 vuelos de transporte de muestras, 67 vuelos de reconocimiento aéreo y 32 vuelos para repatriar a quienes quedaron varados en otros países. Por su parte, se desplegaron operaciones navales durante 23 días, con 123 unidades navales y 3289 efectivos empeñados.

También se realizaron 1.356 tareas de ampliación de infraestructura sanitaria y 9.763 tareas de apoyo sanitario. En relación a la asistencia alimentaria, se contabilizaron 19.267.771 raciones de comida entre elaboración, transporte y distribución, y 3.978.417 bolsones de comida armados y distribuidos en la operación. Se contabilizaron 22.292 casos positivos en las tres fuerzas y 57 efectivos perdieron su vida durante el despliegue de la operación.

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CAPILARIDAD EN LA SOCIEDAD

“La operación Belgrano surgió como una necesidad ante un problema que afectaba a toda la sociedad y donde todos los recursos del Estado tienen que estar presentes para trabajar de manera interdisciplinaria y tratar de dar soluciones a algo tan incierto y de la magnitud de lo que fue la pandemia” explicó a Diagonales el General Berredo, quien en su luugarde Comandante Operacional del Estado Mayor Conjunto es el responsable de todas las operaciones del Ejército, como misiones de paz, operativos electorales, etc. “Fue una experiencia muy fuerte, creo que hemos aprendido mucho y crecido mucho” relata Berredo consultado por el impacto desde lo humano en una operación de esa magnitud. “Exigió la construcción en equipo e interdisciplinaria, y esto creo que requiere todo un trabajo de escucha al otro, de entender su cultura organizacional y de unir esas culturas y capacidades, abrirnos y a partir de entender quién es el otro sumar todos para el mismo lado”, describe aludiendo a la compleja tarea de coordinar tantas fuerzas vivas de la sociedad diferentes para enfrentar un problema común.

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La historia de relación entre las FFAA y la sociedad argentina está marcada a fuego por lo que fueron las dictaduras militares, particularmente la que se extendió entre 1976 y 1983 con un saldo de 30.000 personas entre asesinadas y desaparecidas. Con esa historia detrás, la pregunta por cómo sería el contacto entre la sociedad y las FFAA era sin dudas uno de los grande interrogantes del proceso. Berredo explica que la capilaridad del Ejército, sobre todo en el interior del país, no sólo fue un elemento clave para el éxito de la operación, sino también que a partir de ello la relación con la sociedad es algo cotidiano y que poco tiene que ver con los recuerdos de aquellos tiempos. “El Ejército, y sobre todo en el interior del país, está muy presente en las comunidades, en pueblos y ciudades, en los confines de la patria. Los vasos comunicantes siempre están presentes. El Ejército está integrado por hombres y mujeres que provenimos de todo el mosaico que es el país, y en ese sentido somos un integrante más de la sociedad. Vivimos en los barrios, nuestros hijos van a las escuelas. Entonces, esto es muy natural que se dé así, esos lazos están presentes y con una situación como la pandemia surgen más, se afianzan más. Para nosotros fue una oportunidad y una ventana en el contexto de una situación muy difícil para que el ciudadano de a pie, todo el espectro de la dirigencia, se conecte con los miembros de sus fuerzas armadas, y que sepan que estamos para cada vez que sea necesario”.

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El Padre Pepe, conocedor del territorio y de su gente, opinó en el mismo sentido. “Los militares quizás hace décadas atrás puede ser que fueran mirados con más prejuicios, hoy más bien sucede con la policía. La gente del interior está muy acostumbrada a interactuar con los miembros del Ejército. Así que enseguida fue muy buena la relación. Hubo gente que entró como soldado voluntario. Muchos vienen de las mismas provincias de la cual es la gente de la villa y se dan encuentros desde ahí. Entonces el vínculo es otro, mucho más fuerte”.

En diálogo con Diagonales, el Padre Pepe contó que junto con el Ejército llegaron a repartir 5.000 raciones de comida en un día. “Hoy debemos estar en las 2500 más o menos” expresa. Y destaca los principales problemas que hoy se viven en los barrios humildes: “Violencia, droga, falta de trabajo. Son barrios a los que les faltan instituciones. Hoy te das cuenta cuán diferentes serían los barrios con un buen colegio, una buena parroquia, un buen club, una buena biblioteca. Eso permitiría tener una fortaleza para la vida cotidiana que hoy no se tiene. El Estado está pensado de tal forma que baja linealmente. Si no hay una organización que vaya juntando todo eso, después es difícil que la gente pueda ir accediendo”.

Sin embargo, Pepe responde afirmativamente ante la consulta si aún con la crisis ve esperanza en la gente. “Creo que sí. A veces si prendés la tele parece que no, pero creo que la gente vive con esperanza y la esperanza se transmite. A veces no hay que confundir que la gente esté con mal humor o con bronca, con haber perdido la esperanza. La esperanza es algo que nos hace mirar un poquito más allá y yo creo que eso está en el espíritu de la gente”.

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LA CONDUCCIÓN POLÍTICA Y CIVIL

Inés Barboza es Secretaria de Coordinación Militar en Emergencias, la agencia del Ministerio de Defensa que tuvo a cargo las acciones de las FFAA como respuesta a la pandemia. “En los 80 y los 90 había que separar las FFAA de la sociedad civil, para poder visibilizar y esclarecer lo que habían hecho durante la dictadura y también para que institucionalmente pudieran ser juzgados. Eso lo acompañó un proceso de desinversión de las capacidades y los medios militares y el soslayamiento de todas las tareas, las de apoyo a la comunidad también” explica a Diagonales en su despacho del piso 13 del emblemático Edificio Libertador.

Aquella historia comenzó a cambiar a partir de la reglamentación de la Ley de Defensa Nacional del 2006, donde se establecieron tanto la misión principal de las FFAA, la defensa de la soberanía nacional, como sus misiones subsidiarias entre las que entran la intervención ante emergencias y el apoyo a la sociedad.

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“Llegamos a este punto en el que está claro que las FFAA no pueden inmiscuirse en la vida política nacional, pero que tienen una tarea defensiva fundamental. Eso hace que haya una nueva discusión sobre cómo se compone el presupuesto para esas FFAA. Es algo programático del Gobierno pero también una maduración de la sociedad” Dice Barboza, quien integra el Ministerio desde 2013, para luego relatar la caída en desgracia de la actual Secretaría durante el macrismo, que fue reducida a Dirección nacional y sufrió un fuerte recorte en su presupuesto, tal como todo el Ministerio.

“Lo importante de Belgrano I fue la predisposición que tuvieron las FFAA de poner todo a disposición. La voluntad política estaba, pero hacía tres meses que habíamos asumido, ponían poner más o menos el cuerpo y modificar el escenario. Tuvieron una predisposición absoluta en todo el territorio, salieron por todos lados, hicieron todo, lo que fuera necesario” cuenta Barboza. Durante los tiempos más complejos de la pandemia, el entonces Ministro Agustín Rossi organizó un comité de crisis que se reunía todos los días a las 9 de la mañana, integrado por los jefes de las tres fuerzas, el Jefe del Estado Mayor Conjunto, todos los Secretarios y Secretarias del gabinete y el Ministro para coordinar cada una de las acciones. “Eso le dio mucho dinamismo a la decisión política. Agustín disparaba todo, condujo. Ordenó el caos” relata Barboza, quien también distingue decisiones y acciones propias de las fuerzas: “propusieron que todos los operativos se hacían sin armas, y haberlo tomado como una decisión fue un acierto muy importante”.

En relación a la respuesta de la sociedad, Inés Barboza también se suma a las opiniones de Berredo y el Padre Pepe. “Hubo un trabajo enorme que lo vio todo el mundo, y que le permitió a también a los efectivos ese contacto con la sociedad. Por eso insisto con esto del ida y vuelta, soldados que te decían que nunca antes habían recorrido así los barrios, familias que se les acercaban, les llevaban torta fritas, les daban abrazos, los chicos les jugaban con los uniformes. Fue el operativo más importante después de la guerra de Malvinas. Las FFAA lo vivieron así. Fue un hito muy significativo para el sistema de defensa”.

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Hoy toda la política de riesgo se trabaja desde el Sistema Nacional de Gestión Integral del Riesgo (SINAGIR), que implica la preparación, respuesta y rehabilitación ante situaciones de crisis. Sin embargo, la mirada de la Secretaria de Coordinación Militar en Emergencia apunta un poco más allá. “Hace falta más conciencia de que esto es un tema importante que debe estar más en agenda y tener más recursos. Tiene que haber una preparación local. Cuando hay una emergencia cae una catarata de recursos, que muchas veces termina siendo ineficiente, porque es muy difícil ejecutar todo esos recursos de golpe sin equipos técnicos preparados desde antes, conocimiento de las particularidades, etc. La responsabilidad que tenemos nosotros es fortalecer esos desarrollos locales, dependiendo justamente de las necesidades específicas de cada región”.

Además, el Ministerio de Defensa bajo la gestión de Jorge Taiana sigue impulsando esa línea de trabajo para las FFAA como una política pública. Existen 14 Comandos Conjuntos en zonas de emergencia, creados durante el COVID, que hoy se mantienen latentes y en caso que algo suceda en su zona todos los recursos de las fuerzas pueden direccionarse hacia allí.

Un tema tan poco presente en la agenda como necesario. La discusión por un sistema más ágil y eficiente para la gestión del riesgo, para las respuestas inmediatas a situaciones críticas en cualquier parte del territorio. La relación entre Fuerzas Armadas y la sociedad. La importancia de las instituciones sociales capilares en el territorio, como las parroquias de los curas de las villas o los enclaves del Ejército, y la necesidad de pensarlos articulados para el beneficio de toda la población. Cuestiones que muchas veces quedan tapadas por la dinámica de la agenda cotidiana y que la política mira poco por su bajo rating en votos. Solo algunas de las cuestiones que la pandemia nos dejó para reflexionar, apostando a una sociedad más integrada y empática.