Al parecer el titulo de la nota nos invita a reflexionar si existen diferencias según los géneros a la hora de tener una relación fuera del matrimonio. Un repaso rápido de pacientes, amigos o conocidos que han estado en esta situación me muestra que las búsquedas" si es que vale esa expresión,  son tan variadas como lo son los individuos que las experimentan y a la vez están cargadas de puntos en común.

Me viene a la memoria un texto La mujer de la ilusión de Ana María Fernández, específicamente el capitulo denominado Hombres públicos, Mujeres privadas que aborda las diferencias entre los géneros y qué aspectos de la vida están permitidos o denegados según seamos hombre o mujer. Allí se desarrolla la idea, devenida del universo planteado por Aristóteles en donde la mujer queda reducida al ámbito de la vida privada que se desarrolla en el hogar y tiene como propósito el cuidado de la familia y de los hijos. Y el hombre, al espacio público donde despliega su condición de ciudadano.

Desde ya que esta idea fue modificándose para establecer un nuevo contrato social entre ambos géneros, pero no todo ha quedado en el olvido y la asimilación de la mujer al concepto de hogar sigue teniendo gran influencia. Dentro de las modificaciones que dicta el nuevo contrato se establece una división entre lo racional y lo sentimental, quedando como pueden anticipar, lo racional apegado a lo masculino y lo sentimental al mundo femenino. Es decir que si sumamos los dos contratos nos quedaría algo así como, mujer = hogar, hijos, sentimentalismo y del lado contrario, hombre= ámbito público, racionalismo.  

Desde esta perspectiva no resulta extraño suponer que en el imaginario popular cuando una mujer busca un amante, está motivada por su sentimentalismo a diferencia del hombre que actúa desde su racionalidad. En una medida parece ser que la sociedad toleraría mejor atribuir la infidelidad femenina, es decir la salida del ámbito privado, a un acto de amor, al enamoramiento,  que a un acto racional guiado por la voluntad y la conciencia de la aparición de nuevas o diferentes necesidades de las brindadas en el ámbito del hogar.  En cambio para el hombre la pertenencia a un ámbito público ya está más habilitada socialmente por lo que su incursión fuera de las paredes del hogar no parece tan llamativa y se le atribuye a sus amoríos una racionalidad que le permite dejar a resguardo el universo familiar y buscar una relación signada por la sexualidad.

Desde ya, estas posiciones solo marcan una generalidad propiciada por el marco social y a la vez dejan a ambos sexos privados o cuando menos limitados de la posibilidad de experimentar libremente lo que se le atribuye como natural al sexo opuesto. Mujeres racionales que deciden libremente su conducta sexual y hombres que se guían por sus sentimientos.