Al momento de caracterizarse las próximas elecciones se han venido trazando y consolidando dos peligrosas ideas-fuerza hacia el interior del sentido común de la ciudadanía. Una de esas ideas señala sartreanamente que “el infierno son los otros”, la otra, se empecina en enfatizar que las próximas elecciones definen un modelo de país de una vez y por todas. Tales ideas apelan a la dimensión afectiva del electorado y conforme se van repitiendo y apuntalando comienzan a establecerse como una problemática y recurrente forma de hacer política. Con el correr del tempo político argentino vemos que se profundiza un modo de hacer política en el que se prescinde de los argumentos a la vez que se intenta que el electorado también prescinda de ellos, se intentan anular los matices entre las propuestas políticas y sobre todo parece normal que nunca tenga que rendirse cuentas sobre los resultados de las decisiones de gobierno finalizado un período.

La homogenización hacia el interior de un sector u otro del arco político sumada a la simplificación de los actores sociales son estrategias esenciales para poner a la cultura política en clave de un conflicto permanente. Uno de los puntos que más debe preocuparnos es que esa forma de pensar lo político no solo suele presentársenos como un escenario indiscutible sino que además, conlleva detrás un fuerte y criticable supuesto esencialista en el que cada facción está atravesada por una única idea bien común y constituida por personas  que piensan igual y se abrazan a ella de igual manera. La tan mentada grieta entre los ciudadanos no sólo ha sido ampliada en estos últimos años sino que se la ha solidificado como una estrategia permanente de campaña sin importar cuáles fueran las consecuencias sociales, políticas y económicas de ello.

¿Qué cosas no se deciden en esta elección?

¿Sobre qué cosas no decidiremos en las próximas elecciones? No se decide cómo saldremos del escenario de grieta, más bien lo contrario, permaneceremos en ella, seguiremos atrapados en un escenario que pone al conflicto como centro gravitacional de una cultura política que no puede discutir futuro. Y no puede discutirlo pues la retórica política de la polarización ha instalado un escenario de discusión paupérrimo en el que el futuro solo le pertenece a unos mientras los otros son “el pasado” o si se toma al pasado, se toma en cuenta el pasado de unos pero no el de otros.

La idea de que la elección que viene es crucial, definitiva y más importante que las elecciones pasadas es un preocupante síntoma de olvido democrático que incorpora aquella retórica maniquea. Quienes nos gobiernan hoy no son sino el fruto de decisiones colectivas pasadas que no deben menospreciarse. Asimismo, el presente social y político que vivimos hoy es responsabilidad de las decisiones de gobierno de aquellos representantes políticos que fueron elegidos para mejorar la macroeconomía y la economía doméstica, la educación, la calidad institucional, la salud pública, la seguridad, el empleo,  la ciencia y la tecnología, entre los aspectos centrales. En cada uno de estos puntos hoy nos encontramos con índices que nos muestran a los ciudadanos si se ha mejorado o empeorado en cada caso. Estas deben ser las razones que deben guiar la decisión ciudadana responsable para salirnos del escenario de grieta y a partir de allí evaluar si estamos peor en cada uno de esos puntos, si se mejoró algo o lo suficiente o si simplemente toda promesa y compromiso de campaña fue humo de una retórica política que buscó encantarnos como parte del auditorio electoral. El escenario de grieta está diseñado para dejar de lado este punto central de la vida democrática en el que los ciudadanos deben evaluar resultados. La mayoría de los candidatos ha buscado anclar los votos en falsas representaciones que buscan calar hondo en los sentimientos de las personas. Al hacerlo, dejan de lado que exista una discusión de programas o proyectos a la vez que quedan exentos de rendir cuentas sobre los resultados de sus gestiones de gobierno.

*Doctor en Filosofía. Docente-investigador. Universidad Nacional de La Plata. Universidad Nacional de Quilmes. Twitter: @danielbusd