Desde el desembarco de Chat GPT el temor y los mitos en torno a la inteligencia artificial son moneda corriente: ¿la IA hace que las máquinas actúen como humanos?, ¿va a estar presente en todas las casas?, ¿es objetiva? Y finalmente, ¿nos va a dejar sin trabajo?. Para traer un poco de luz sobre estas preguntas dialogamos con el Chief Technology Officer (CTO) de XOOR, Jonatan Jaskilioff.

XOOR es una empresa de staffing y de desarrollo de software reconocida internacionalmente por Clutch, Best Startup y Inc Regionals y tiene experiencia en la creación de productos digitales en base a inteligencia artificial. Por eso le pedimos a su equipo que derribe los siguientes mitos.

Mito 1: la inteligencia artificial hace que las máquinas actúen como los humanos

Ya en 1950 Alan Turing, uno de los padres de la computación (tal vez más conocido por inspirar la película Código Enigma -2014-) se preguntaba si las máquinas podían pensar, y aún hoy es habitual oír o leer que la IA implica que las máquinas puedan pensar o procesar de igual manera que los cerebros de las personas, permitiéndoles aprender y actuar exactamente como lo haría un ser humano. Sin embargo, Jaskilioff expresó que, “aunque algunos modelos de IA, como los agentes conversacionales y robots sociales, pueden imitar ciertos aspectos del comportamiento humano, la IA todavía está lejos de emular la totalidad de la inteligencia humana”.

Explicó que la principal diferencia radica en “la conciencia” y dijo que las “emociones y una comprensión intuitiva del mundo aún son áreas donde las máquinas no tienen competencia”. Para una comprensión más precisa del campo, es crucial diferenciar entre IA estrecha (o débil) y IA general: “mientras que la primera se especializa en tareas específicas, la segunda, que todavía no existe, sería la que tendría una comprensión más "humana" del mundo”.

En ese sentido, Fredi Vivas autor del libro “¿cómo piensan las máquinas?” señala que “una computadora puede ser considerada inteligente, si logra engañar a una persona haciéndole creer que es humana”.

Mito 2: la IA es una tecnología que va a estar presente en todas las casas 

Cuando se habla de inteligencia artificial se la suele pensar como algo lejano, futurista o que aún no ha llegado a la vida cotidiana de las personas, incluso se la suele asociar directa y únicamente a Chat GPT, o a los programas que crean imagen, video o reproducen voces.

La realidad es que “la IA ya está omnipresente en muchos hogares, incorporada en dispositivos como teléfonos inteligentes, altavoces y aspiradoras robóticas”, señaló el CTO de XOOR. Detalló que cuando buscamos algo la lupita de Instagram y nos sugiere contenido de acuerdo a nuestros intereses, esas predicciones sobre lo que nos gusta, es producto de análisis de información con inteligencia artificial.

También se usa inteligencia artificial para detectar enfermedades por ejemplo, en el marco de la pandemia por el COVID-19, XOOR colaboró con la organización Virufy y en conjunto desarrollaron una aplicación web que, a partir del sonido de la tos puede detectar personas contagiadas, sin necesidad de realizar un hisopado.

Las cámaras de seguridad con reconocimiento facial que por ejemplo en China se usaron durante la pandemia para detectar personas con fiebre para aislarlas rápidamente, usan esta tecnología. Sin ir más lejos, sistemas similares se instalaron en CABA por seguridad, pero por un fallo judicial que consideraba que atentaba contra “los derechos personalísimos de los habitantes” en 2022 se desactivaron. Lo que da cuenta de la importancia de discutir los alcances jurídicos y éticos de esta tecnología.

En el ámbito judicial existe Prometea, como lo cuenta Cecilia Danessi en su libro “El imperio de los algoritmos”, se trata de un sistema de asistencia virtual para la redacción de documentos que apunta a detectar diferentes niveles de urgencias y agilizar esos procesos.

Mito 3: la inteligencia artificial nos va a dejar sin trabajo

Un temor recurrente es que la automatización y la IA van a reemplazar tantos trabajos que el desempleo aumentará dramáticamente. Este miedo no es nuevo, lo experimentamos con la aparición de internet en los 2000 y si bien, algunos saberes quedaron obsoletos, lo que ocurrió fue una reorganización de los modelos productivos, la aparición de nuevas disciplinas y saberes que requirieron nuevas profesiones y proliferaron otras necesidades y otros puestos laborales.

Jaskilioff señaló que “es cierto que la IA está automatizando ciertas tareas, pero también está creando nuevas oportunidades y campos laborales” y luego profundizó: “es más probable que la IA cambie la naturaleza de los trabajos en lugar de eliminarlos por completo”.

Por ejemplo hace 10 años no podíamos imaginar que íbamos a necesitar ingenieras e ingenieros de prompts, o personas expertas en procesamiento de lenguaje natural, auditoras o auditores de algoritmos o especialistas en ética y leyes con conocimiento de la IA.

Como recomendación a las personas que tienen este miedo latente, el CTO sugirió “la formación continua y la adaptabilidad”. Además señaló que en varios países se están discutiendo modelos económicos como la Renta Básica Universal como solución para mitigar la pérdida de trabajos producto de las automatizaciones.

Mito 4: la IA es objetiva y precisa

Se asume que la IA, al ser una máquina, toma decisiones basadas puramente en datos y lógica. Sin embargo, “los algoritmos de IA son tan imparciales como los datos en los que se entrenan” explicó el CTO de XOOR y explicó que “si esos datos contienen sesgos, la IA también los tendrá”.

Por ejemplo, en 2014 la empresa Amazon incorporó inteligencia artificial para mecanizar el proceso de selección de candidatos y candidatas para los diferentes puestos que necesitaban, el objetivo era entregarle al sistema 100 currículums y que de inmediato los analizará y les devolviera a los mejores 5.

En 2015 la compañía advirtió que la elección no era neutral en materia de género, y que excluía a las mujeres para tareas vinculadas con desarrollo de software y otros puestos técnicos. El problema fue que los patrones con los que se educó la IA estaban basados en el proceso de selección de talento y en la composición de esa empresa en donde los puestos técnicos estaban cubiertos en su gran mayoría por hombres.

De esa manera Amazon le indicó a sus sistema que se preferían los postulantes masculinos y se penalizaron cvs que incluían la palabra “femenino” o se le quitaba mérito a las graduadas de universidades exclusivas de mujeres.

Jaskilioff indicó que para contrarrestar este tipo de problemas hay que trabajar rigurosamente en la selección, tratamiento e interpretación de los datos y pensar en desarrollar una “auditoría algorítmica".

También es clave apuntar a construir equipos tecnológicos diversos en materia de género, identidad, etnocultura, religión, nivel socioeconómico, etario, funcionalidad, corporalidades, etc. con la finalidad de ampliar los puntos de vistas, las miradas, las experiencias y poder educar los sistemas atendiendo a la mayor cantidad de realidades posibles.

La inteligencia ya está acá hace tiempo y llegó para quedarse. No podemos negar porque puede resultar peligroso, por el contrario, hay que tomar conciencia de ella y habilitar un debate en torno a las implicaciones éticas y sociales. Si se la usa correctamente, con lineamientos legales claros, acuerdos y consensos internacionales puede ser muy provechosa, puede anticipar atentados, enfermedades, accidentes y salvar muchas vidas. También puede contribuir a optimizar los procesos productivos y ayudar a disminuir la contaminación ambiental.

La clave radica en la presencia de organismos estatales e internacionales que breguen por la protección y preservación de la intimidad y la información de las personas; que regulen los sesgos para evitar discriminación y violencia; y con medidas que acompañen este crecimiento exponiencial desde el ámbito educativo y formativo para evitar el analfabetismo tecnológico y que realmente haya una igualdad de oportunidades.