Turismo Rural Múltiples alternativas para el desarrollo territorial local
Por Sandra Fernández. Las políticas públicas para el fomento de la actividad resultan insuficientes en articulaciones, financiamiento y estímulo a las fuerzas locales
El turismo es una actividad que ha evidenciado un marcado crecimiento desde las últimas décadas. Sus condiciones de generador de divisas e ingresos, captador de mano de obra local, dinamizador de cadenas de valor asociadas, revalorizador del patrimonio, entre otras, hacen que los gobiernos locales se preocupen por este sector con creciente interés. A raíz de ello, los distintos estamentos de política pública han comenzado a implementar medidas de asistencia a través de políticas de fomento, capacitación, desarrollo e integración entre las distintas áreas involucradas. Si bien es un buen inicio, el camino por recorrer aún resulta insuficiente en articulaciones, financiamiento y estímulo a las fuerzas locales.
Por otra parte, el turismo debe ser observado en su multidimensionalidad, esto es, teniendo en cuenta además sus posibles impactos negativos, típicos de cualquier intervención humana, a fin de acotarlos y limitarlos a su expresión mínima. Dentro de estos posibles perjuicios, efectos derivados de la contaminación ambiental, distribución inequitativa de valor, aumento de la concentración de la riqueza, pueden y deben mitigarse a través de políticas públicas armonizadas, que contemplen un diseño integral e inclusivo y cuenten con un plantel profesional sólidamente formado.
El turismo rural, entendido como destino de política de desarrollo territorial, ofrece múltiples alternativas para estimular la movilización del capital social local, de gran riqueza cultural y patrimonial, muchas veces carente de canales de expresión visible. Emprendedores, productores, mujeres y jóvenes con inquietudes para desarrollar nuevas actividades y generar fuentes de ingreso alternativas justifican la implementación de incentivos de desarrollo que vuelven multiplicados al territorio cuando se los planifica adecuadamente.
El público al que apuntan estas ofertas, generalmente de extracción urbana, siente especial atracción por conocer y compartir actividades rurales, que evocan emociones y sentimientos vinculados con la vida rural, costumbres ancestrales, rituales míticos, a la vez que operan como puente intercultural con efectos multiplicadores hacia el mundo externo. Es muy llamativo cómo tareas cotidianas relacionadas a la vida rural, cocina, arreo de animales, fiestas populares, ejercen en pobladores urbanos un polo de atracción inexplotado, digno de atender.
Ahora bien, el éxito de las políticas de desarrollo requiere de ciertas condiciones básicas decisión política, compromiso de la comunidad local y profesionales capacitados para la implementación del diseño, comunicación y promoción del producto y del destino turístico.
Para concluir, existe un amplio campo de oportunidades para el turismo rural, hoy en estado de incipiente desarrollo. Es necesario volver a pensar lo local con proyección nacional e internacional para que nuestras riquezas culturales conserven sus notas ancestrales y a la vez cobren valor, adaptándose a los requerimientos del turista de hoy, interesado, activo, inquieto y receptivo a nuevas experiencias en ambientes ajenos a su lugar de origen.