Alternativa Federal (AF) se desinfla pero no se pincha. Desde que Cristina Kirchner le ofreció la candidatura presidencial a Alberto Fernández, el sistema político experimenta un cataclismo que zamarrea a todos los actores y cada cual intenta aferrarse a lo que puede para no desmoronarse.

En ese contexto, las últimas horas fueron ganadas por el frenesí de los peronistas refractarios al kirchnerismo. Ante la merma notable en el apoyo de los gobernadores que anunciaron su migración al espacio que lidera la ex Presidenta por la postulación de su primer jefe de Gabinete, el conglomerado que venían diseñando el mandatario cordobés, Juan Schiaretti, su par salteño, Juan Manuel Urtubey, el senador Miguel Ángel Pichetto y Sergio Massa va de una reunión a otra con la rigurosa rutina que lleva de la cena a los cruces telefónicos de sobremesa, los desayunos a las conversaciones por WhatsApp en pleno brunch y los almuerzos frugales en medio de la angustia.

Por eso, la interpelación desesperada del gobernador mediterráneo para Marcelo Tinelli. En aras de evadirse de la grieta, Schiaretti corre el riesgo de convertirse en el impulsor de un blooper, anglicismo que condujera al locutor de Bolívar a la fama desde la medianoche televisiva hace 30 años.

De la grieta al blooper

El portazo de Roberto Lavagna en AF sorprendió más por los auspicios que cosechaba y ahora compromete que por la vanidad que trasluce su derrotero. Aupado principalmente por los grupos Clarín y Techint, la pregunta de operadores y armadores es por qué el ex ministro de Economía inflige ese daño a la opción opositora presuntamente equidistante del kirchnerismo y el macrismo, si su negativa es un capricho o aventura personal o si obedece a planes cuyas cartas todavía no se jugaron en la mesa.

Incluso, no pierde densidad el rumor o hipótesis alentada por el massismo sobre la chance de que la ex Presidenta se termine bajando del binomio que anunció el sábado y habilite ese lugar al líder del Frente Renovador o le conceda las PASO. Sin embargo, fuentes consultadas por Diagonales aseguraron que eso sería “ridículo”. “Es una versión falopa”, soltaron con desprecio, aunque Argentina se parezca cada vez más a Macondo o la rosca de Westeros en Game Of Thrones.

De la grieta al blooper

Entre el patetismo y la infantilidad, la catarata de títulos periodísticos con destino de tuit y la ingravidez de su fugacidad condimentaron la jornada con más torpeza que buen gusto. Así, a la afirmación del único candidato confirmado sobre la presunta charla que habría mantenido esta mañana con Massa, el interlocutor aludido contestó con una desmentida por la tarde. “Hoy no hablé con Alberto Fernández”, dijo para jolgorio de sus entrevistadores.

Resbalosos y ambiguos, Lavagna y quien fuera la promesa de la avenida del centro juegan al truco sin demasiadas cartas y a la vista de todos. Ahí radica la irritación del economista, que se va si lo someten a elecciones primarias pero alega que su competidor quiere irse con el kirchnerismo. Al mismo tiempo, el segundo premier de CFK amaga con abandonar el barco de AF ante la mudanza de los gobernadores peronistas pero no quiere que su arribo a último momento le baje la cotización. Una de las opciones que evalúa para evitarlo es mantenerse en el espacio propiciado por Schiaretti y Pichetto, para pronunciarse en favor de Alberto Fernández en un eventual ballotage contra Mauricio Macri. No obstante, ese minué se parece menos al ajedrez político del que se jacta la patria twittera que a las míticas reuniones de mesa chica para salirse airosos en un plenario de agrupación estudiantil.

Por lo demás, resulta indicativo de la época en ciernes que los dos nombres que ejercen fuerzas centrípetas y centrífugas, el de Alberto Fernández y Lavagna, respectivamente, pertenezcan a hombres sin elevada intención de voto más allá de sus trayectorias, talentos y pericias -o sus carencias, si es que cupiere-. La ex Jefa de Estado y Massa, acreedores de mayor o menor caudal electoral, mueven su capital político al son de una canción nueva, con acordes que armonizan con mediaciones distintas a las mediciones habituales.

Ciudad gótica

Mientras tanto, en la cuna del macrismo se intensifican los encuentros de café en reductos de todo tipo. La mención radial del aspirante a la Presidencia por la lista kirchnerista sobre el valor de cuadros como el diputado macrista Emilio Monzó, que sigue los avatares con el mono armado para la asunción de un nuevo destino, y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, no habrá caído del todo bien en los “pingüinos de paladar negro”, al decir de un pejotista de Capital Federal, pero abona a la teoría de los que atribuyen “apertura” al principal consejero de la senadora bonaerense por Unidad Ciudadana y devenido candidato.

Entre los testimonios que recogió este medio, abundan los que sostienen que crecen las acciones de Matías Lammens para candidatearse al máximo cargo del Ejecutivo porteño. Que Cristina se corriera era una de las demandas de improbable concesión hasta la semana pasada y mantenía al presidente de San Lorenzo en vacilaciones sobre el rumbo que tomaría. Después del anuncio, recibió incluso algunos llamados telefónicos que fortalecieron la impresión de pluralidad declamada y existe la posibilidad de que, si Mariano Recalde fuera el número puesto del kirchnerismo para la disputa, se abra una PASO que habilitara la candidatura de Lammens en el distrito.

No obstante, la resolución del dilema porteño sobrevendría cuando se desate el intríngulis de Provincia de Buenos Aires, donde gana posiciones el diputado Axel Kicillof a pesar de la persistencia identitaria de los intendentes que pretenden a uno de los suyos, pudiendo ser la matancera Verónica Magario o el lomense Martín Insaurralde, al frente de la Casa de Gobierno de La Plata. Destrabada esa incógnita, tamizada también por el acercamiento, la integración o la distancia del propio Massa, podrá desmadejarse el ovillo de las listas porteñas.