A poco más de un mes del comienzo del año electoral, la variable central que sigue marcando el destino del Frente de Todos es la economía. Tras los fuertes tironeos internos post derrota electoral en 2021 que terminaron con la caótica renuncia de Martín Guzmán a principios de julio, la llegada de Sergio Massa al Ministerio de Economía marcó un punto de relanzamiento para el Gobierno en esa materia. A partir de ese momento, un mayor alineamiento político tras la figura del tigrense le permitió al oficialismo ir ordenando el desbarajuste al que había llevado la interna y el aprovechamiento de esa situación de debilidad del Gobierno por parte de los agentes económicos. A casi tres meses de ese volantazo del FDT, Massa sigue firme en su hoja de ruta de ordenamiento fiscal y negociaciones con los organismos internacionales de crédito, pero la contracara de los logros que puede exhibir en esos ámbitos es una actividad económica que comienza a enfriarse y sin dar signos aún de poder domar el problema inflacionario.

Los vínculos de Massa con el establishment financiero norteamericano e internacional, que fueron en algún momento el blanco de las críticas del riñón kirchnerista, hoy son uno de los principales activos del oficialismo para empezar a construir una sensación de estabilidad a partir del ordenamiento de la macroeconomía. A punto de aprobarse las metas con el Fondo para el tercer trimestre del año, el Ministro afirmó hoy en un encuentro del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICyP) que también se cumplirán las del cuarto trimestre y que el año cerrará con un déficit fiscal del 2,5% establecido en el presupuesto. Massa destacó también que en el último trimestre el aporte de los organismos multilaterales de crédito al fortalecimiento de políticas y reservas argentinas terminará siendo de unos US$ 4.200 millones, que no estaban previstos o se lograron destrabar.

Massa, entre un logro histórico y el riesgo de la estanflación

En ese marco, las gestiones del Ministro de Economía con los organismos internacionales están incluyendo dos cuestiones que pueden resultar muy importantes para el país. Por un lado, la ya eterna discusión por las sobretasas que paga la Argentina por el mega endeudamiento macrista, discusión que Martín Guzmán no logró destrabar y que de resolverse significaría un ahorro de más de mil millones de dólares para el año que viene. Por otro, Massa viene sosteniendo a rajatabla su línea de que la guerra en Ucrania significó un costo extraordinario para el país que el Fondo tiene que contemplar en sus exigencias y las negociaciones.

Para el Fondo, ese costo habría sido de unos US$ 3.700 millones, mientras que Massa sostiene su cálculo de unos US$ 5.200 millones. “Así como asumimos y cumplimos con nuestras responsabilidades también pretendemos que nuestras contrapartes, cuando firman compromisos con cláusulas de incidentes extraños a esos acuerdos, también cumplan su parte. Es la tarea que debemos hacer para tener relaciones honestas y sinceras” expresó hoy el Ministro en el CICyP. Massa dijo también que quieren dar esta discusión “en el marco del Comité de Desarrollo para que también sean el BID y el Banco Mundial quienes participen en esta discusión, que no es solo de cara a la Argentina sino a más de 60 países de ingreso medio que el próximo año van a tener crisis de deuda producto de las dificultades que está dejando la guerra”.

Massa, entre un logro histórico y el riesgo de la estanflación

Pero quizás el mayor logro a nivel estratégico y de largo plazo de estas gestiones internacionales de Massa sea un acuerdo histórico que se firmaría en los próximos días con la Internal Revenue Service (IRS) estadounidense, a partir del cual el país accedería a información sobre patrimonio de argentinos en EEUU. El acuerdo se firmaría la semana próxima entre la AFIP y su par estadounidense, y una vez que entre en vigencia, la IRS enviará cada 30 de septiembre un archivo con la información sobre cuentas y propiedades de argentinos en el país del norte.

En Economía calculan que esto permitirá ampliar la base imponible en unos US$ 100.000 millones, permitiendo una recaudación extra al Estado de unos US$ 5.000 millones al año. Una fortuna para un país endeudado y con un problema crónico de restricción externa pero que, por los tiempos de implementación, recién podrá ser disfrutada por la próxima administración ya que el primer paquete de información llegaría recién el 30 de septiembre del año que viene.

Massa, entre un logro histórico y el riesgo de la estanflación

El acuerdo nació en negociaciones de CFK en 2012, tuvo una firma de Macri en 2016 pero nunca se concretó. De lograrlo, Massa estaría alcanzando de la forma más concreta posible aquella idea con la que CFK y muchas de sus espadas insisten desde hace años: recuperar fondos de argentinos no declarados que se encuentran en el exterior producto de la fuga de capitales y afrontar con eso los pagos de deuda. En el oficialismo, tanto en la tropa cristinista como en el albertismo, siempre reinó el escepticismo alrededor de la posibilidad de que el tigrense destrabara este reclamo histórico de la Argentina con el país del norte. Sin embargo, la firma es inminente y le sumará a Massa un poroto más que importante en la consideración interna del FDT, que el año que viene sin dudas pesará en la decisión por las candidaturas.

“Va a ser muy importante en los próximos días la firma del IGA, que es el régimen de intercambio de información automática de personas y beneficiarios finales de sociedades con Estados Unidos” dijo hoy al respecto Massa, ante la atenta escucha de los empresarios. El Ministro pidió “promover que esos argentinos que eludieron el blanqueo del 2017, eludieron a las autoridades fiscales de la Argentina, no pagaron sus impuestos y obligaron a que aumentara la presión tributaria sobre aquellos que pagan impuestos, se formalicen, blanqueen, traigan sus dólares a la Argentina y ayuden a construir valor para el futuro de la Argentina”. Y agregó que “el acuerdo nos va a poner en la oportunidad de que en la Argentina tengamos por primera vez la posibilidad de que aquel que pagó impuestos toda la vida sienta que el Estado lo premia y aquel que eludió sea castigado y sirva como ejemplo para adelante”.

Massa, entre un logro histórico y el riesgo de la estanflación

Sin embargo, no todo es color de rosas para el Ministro de Economía, que a los inocultables logros en materia internacional debe contrapesarlos con las preocupantes noticias económicas fronteras adentro. La primera y que impacta en la línea de flotación del Gobierno y la gestión económica, es la persistencia de una inflación descontrolada. El 6,3% de octubre marcó un rebote que no estaba en los planes y que demostró que las buenas noticias del ordenamiento del frente externo y fiscal no alcanzan para calmar las expectativas de una economía en la que sigue primando la ley de la selva. Consultoras privadas ya estiman que el índice en noviembre volverá a superar el 6%, lo cual complicará aún más el ya difícil panorama trazado por Massa de perforar el piso del 4% entre marzo y abril del año que viene.

Asociado a esto último viene otro problema, que recién está empezando a asomar pero que es resultado directo de las políticas económicas de ajuste para el ordenamiento fiscal que el Ministro profundizó desde su llegada. Ayer, el INDEC dio a conocer el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) de septiembre, que dejó el sabor agridulce de un crecimiento interanual contra septiembre del 2021 del 4,8%, pero una caída de la actividad del 0,3% en relación a agosto.

Massa, entre un logro histórico y el riesgo de la estanflación

Esa caída es producto de cierto enfriamiento de la economía por la reducción de la capacidad de consumo asociada a la caída del salario, el desajuste inflacionario, el freno a las exportaciones para cuidar los dólares y las tasas de interés positivas, por lo que la tendencia esperable es que esa desaceleración del crecimiento se sostenga los próximos meses. De hecho, la estimación de crecimiento en el presupuesto es del 4%, a pesar de que ciertos sectores del Gobierno, el Presidente incluido, pretendieron meter una cuota de optimismo y hablar de porcentaje más cercano al 5%.

Si bien esa desaceleración hoy no es un problema central y hasta puede colaborar en cierta medida con la baja de la inflación, el riesgo que empieza a emerger es que esa situación se sostenga sin una baja sensible en los aumentos de precios, conduciendo paulatinamente al fenómeno conocido como estanflación: estancamiento económico con inflación. El antecedente más cercano son los dos últimos años del macrismo, donde el parate económico, la caída del salario y del consumo, los cierres de empresas y los despidos no lograron, como dice el manual de la ortodoxia económica, frenar el proceso inflacionario sino más bien todo lo contrario.

Y ese riesgo cobra una dimensión aún mucho mayor por las características del año electoral que está a la vuelta de la esquina. Con un oficialismo que estará necesitado de impulsar la actividad económica, la generación de empleo y la recuperación del salario si pretende tener chances en los comicios, la hoja de ruta de ordenamiento fiscal y reducción del déficit de Massa estará repleta de dificultades, a lo cual habrá que sumarle las presiones del FMI. Si, por el contrario, se continúa el camino de la reducción del gasto, se corre el riesgo de que la economía no repunte lo suficiente, se consolide una tendencia restrictiva y si además no se logra bajar significativamente la inflación, el FDT enfrentará la tormenta perfecta que en su momento hundió el primer tiempo macrista.

En esas tensiones se mueve el Ministro de Economía, que sigue reticente a hablar de una posible candidatura al tiempo que recibe la banca política del kirchnerismo en pleno proceso de ajuste. La propia CFK destacó su tarea en la cena que mantuvo con referentes bonaerenses tras el acto del jueves pasado en La Plata. De llegar la semana que viene la noticia de la firma del acuerdo con la IRS, Massa volverá a estar en el centro de la escena con un golazo político a gusto del paladar K. Su desafío seguirá siendo, sin embargo, recuperar el poder adquisitivo del bolsillo de los argentinos, algo que difícilmente logre sin medidas más drásticas y con los movimientos paulatinos de y de ordenamiento a mediano y largo plazo que vienen marcando su gestión.